Margarita Rodríguez 19 de mayo de 2021
Hace
25 años, la microbióloga caraqueña María Gloria Domínguez Bello comenzó a hacer
estudios con comunidades indígenas.
La
experiencia ha sido muy reveladora. Y no sólo en términos científicos.
Al
hablar sobre sus incursiones en la selva sudamericana es evidente su entusiasmo
y su agradecimiento con las poblaciones que le han permitido a ella y a sus
colegas entrar para conocer cómo viven.
"Tenemos
mucho que aprender de ellos", dice con admiración.
En un
artículo que escribió para la revista Cell en 2016 Domínguez
ofreció algunos detalles de una visita que hicieron, hace varios años, a un
poblado.
El
primer día se concentraron en la presentación formal del equipo de
investigadores ante los líderes y la comunidad, quienes habían aprobado
su llegada con anticipación, y en comunicarles su objetivo.
"Ellos
están familiarizados con los gusanos intestinales, algunos de los cuales son
visibles. Les explicamos que hay una vida diminuta más pequeña que los gusanos:
microbios en español y portugués, en el intestino, la boca, la piel, la vagina,
unos pocos dañinos, pero en su mayoría buenos y que todavía no entendemos su
función".
"Les
hacemos saber que los pueblos tradicionales como ellos parecen tener un conjunto
de microbios más diverso que el nuestro y que queremos entender por qué".
El
fascinante recorrido en busca de esa explicación se lo contó a BBC Mundo.
A la
caza de microbios
El
dilema entre estudiar medicina o biología no duró mucho: para estudiar la
primera carrera en la Universidad Central de Venezuela había que esperar un
año, mientras que la segunda, la podía comenzar de inmediato en la Universidad
Simón Bolívar.
Domínguez
no quiso esperar y con el tiempo quedó cautivada con el microbioma o microbiota,
que son los microorganismos que viven en el cuerpo humano.
Hizo
una maestría en nutrición y un doctorado en microbiología en la Universidad de
Aberdeen, en Escocia.
Trabajó
en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas desde 1990 hasta el
2002, año en que partió hacia la Universidad de Puerto Rico para enseñar.
En
2012, decidió irse a Estados Unidos, donde vive. Ejerce como profesora de
bioquímica y microbiología de la Universidad Rutgers.
Allí,
lidera el laboratorio que lleva su nombre y que se enfoca en la evolución
conjunta de la microbiota y el huésped, y el impacto en esa dinámica de
las prácticas del estilo de vida occidental.
"La
búsqueda de microbios me ha llevado a viajes a través de los intestinos de
roedores, rumiantes, pájaros y humanos, a través de sabanas y selvas en América
del Sur y, más recientemente, en África", contó en el artículo de Cell,
que tituló: A Microbial Anthropologist in the Jungle (Una
antropóloga microbiana en la selva).
Y es
que, según le explica a BBC Mundo, su enfoque como microbióloga de poblaciones
humanas ha sido muy antropológico.
"Mucho
más que estudiar enfermedades, las preguntas que me hago son: ¿por qué
tenemos esto? ¿de dónde vino esto? ¿cuándo adquirimos esta
simbiosis?"
Uno de
sus proyectos de investigación está enfocado en el microbioma de pueblos
aislados. Estudia microbiotas que no han sido afectadas por factores como los
antibióticos, las cesáreas o el exceso de limpieza.
La
naturaleza es la que provee
Su
carrera como investigadora comenzó en 1982, cuando era universitaria en
Venezuela.
En ese
país ha estudiado diferentes comunidades indígenas como los piaroas, los
guahibos, los yekwanas, los waraos y los yanomamis.
"Los
primeros estudios fueron nutricionales y los hicimos en colaboración con
antropólogos", cuenta.
"Estudiábamos
poblaciones de diferentes etnias cerca de Puerto Ayacucho, la capital del
estado Amazonas, en Venezuela".
El
interés inicial era comprender su dieta, pero pronto surgió otro: "¿Cómo
es posible que estas personas tengan tantos parásitos y sean
asintomáticos?"
Así,
cuenta, comenzó a cuestionarse: "¿No será qué evolucionamos para
tener parásitos y cuando se salen de control nos enfermamos?"
Y es
que muchos de los individuos que estudió en esas comunidades, "casi la
totalidad, tenía protozoarios diversos".
"Encontramos
que su estado nutricional, por lo menos en las poblaciones tradicionales
indígenas, era excelente".
"La
naturaleza les provee la dieta en abundancia, cultivan en sus jardines
y van al río".
La
situación cambia dramáticamente para muchos indígenas que se trasladan
a los centros urbanos: "A medida que se mueven a las ciudades, ves el
otro extremo: obesidad y malnutrición".
También
"quería entender cómo son las microbiotas asociadas a la pérdida de la
dieta tradicional y a la transición a dietas mucho menos saludables, altas en
grasas y en carbohidratos, sin fibra".
Mayor
diversidad
Sus
estudios con algunas poblaciones indígenas reflejan una notable diversidad de
microbiota entre sus miembros.
En las
comunidades más remotas, cuenta, han podido obtener, de sus integrantes,
muestras de diferentes partes del cuerpo (piel, nariz y boca), tomadas con
hisopos.
"En
las heces de los yanomamis muy aislados hay casi el doble de la diversidad
bacteriana que la que tenemos nosotros".
En
2015, Domínguez publicó, con otros 22 investigadores, el artículo The
microbiome of uncontacted Amerindians (El microbioma de los amerindios
aislados), en el que presentó los resultados de un estudio con una pequeña
comunidad yanomami venezolana "sin contacto previo documentado con
personas occidentales".
"En
2008, una aldea no cartografiada fue avistada por un helicóptero del ejército y
una misión médica (enviada por las autoridades) aterrizó allí en 2009",
indica el documento.
Conscientes
de su aislamiento, solo uno de los autores, el doctor Óscar Noya, estuvo en el
lugar.
Se
trata de una comunidad de cazadores y recolectores, sin agricultura ni
domesticación de ganado, que aceptó participar en la investigación.
"El
comercio se evidenció por la presencia de machetes, latas o ropa que
comúnmente se intercambian por flechas con otros yanomamis".
"La
edad de las 34 personas (que participaron) oscilaba entre los 4 y los 50 años,
según lo estimado por trabajadores de salud yanomamis del equipo médico".
Tras
analizar su "microbioma bacteriano fecal, oral y cutáneo", Domínguez
y su equipo encontraron que "albergan un microbioma con la mayor
diversidad de bacterias y funciones genéticas jamás reportada en un grupo
humano".
Pese a
su aislamiento y "sin exposición conocida a antibióticos, albergan
bacterias que portan genes funcionales de resistencia a los
antibióticos, incluidas las que confieren resistencia a los antibióticos
sintéticos".
Aunque
los autores reconocían que el tamaño de la muestra era pequeño, destacaban que
los resultados sugerían que "la occidentalización afecta
significativamente la diversidad del microbioma humano".
Prácticas
antimicrobianas
En
nuestra entrevista, la microbióloga evocó los resultados de ese estudio.
"Es
fascinante", dice. "Ves el gradiente de urbanización clarísimo":
a medida que la gente adopta el estilo de vida industrializado y vive en
ciudades, adopta "muchísimas prácticas" que son antimicrobianas.
Y no
sólo se trata de hábitos de higiene, sino del consumo de antibióticos, del uso
de sustancias antibacterianas y de conservantes.
"Las
latas no se pudren porque están llenas de inhibidores de microbios".
"En
esta cultura de dietas procesadas y conservadas, hay mucho antimicrobiano que
también nos estamos comiendo".
"Todas
esas prácticas modernas parecieran estar causando una pérdida de la diversidad
(de la microbiota) y con eso se pierden funciones".
"Paralelamente
hay asociado un aumento en enfermedades inmunes y metabólicas con los estilos
de vida modernos, urbanos, y pensamos que las dos cosas están unidas
causalmente".
"Estamos
perdiendo funciones importantes que la microbiota tiene y si ese impacto sucede
muy temprano en la vida, lleva al mal desarrollo, a la mala educación
del sistema inmune y del sistema metabólico".
Advierte
que determinar la causalidad en humanos es muy complicado y
hacer ensayos clínicos con personas es muy costoso. Por eso, el primer paso ha
sido experimentar con ratones.
La
limpieza
La
experta señala que en las comunidades remotas, que son pueblos muy pequeños, no
hay agricultura ni sistemas de producción con animales y eso tiene un efecto
directo.
"Las
aldeas de la selva tienen sus propias plagas, pero a menos que se introduzcan
por contacto con extraños, carecen de nuestros patógenos infecciosos
comunes, las bacterias relacionadas con la agricultura (E. coli virulenta,
Salmonella) o los virus zoonóticos (influenza, VIH)", había escrito la
experta en el artículo de 2016.
Y eso
lo recordó durante nuestra conversación: "Te das cuenta de que un montón
de nuestros patógenos gastrointestinales, la mayoría, vienen de nuestros
sistemas de producción de carnes y aves".
Convivir
con comunidades indígenas también le ha permitido conocer los hábitos de
limpieza de algunas de ellas.
"Se
bañan muchísimas veces al día en el río, los niños se la pasan metidos en el
río".
"No
usan jabón, pero es que para estar limpio te das cuenta de que realmente
no necesitas usar jabones".
"Típicamente,
cuando nosotros llegamos, en los primeros días usamos yodo: una gota por litro
de agua".
"Para
el día cuatro, no sabemos dónde lo dejamos. En lugar de ir al río, que queda
lejos, terminamos consumiendo el agua que tienen ellos almacenada".
"Todos
los niños de la comunidad juegan con esa agua, meten las manos ahí, algunas
veces las manos tienen heces, pero nadie tiene patógenos que transmitir, en
parte porque no hay los E. colis de la vacas, la salmonela, no hay patógenos de
origen zoonótico y al final terminamos todos bebiendo de esa agua".
"Si
vamos a estar tres semanas, no vamos a ir al río a buscar agua cada rato
y nadie se enferma".
"Esa
ha sido una gran enseñanza", dice.
Sus
hábitos alimenticios
En
algunas comunidades, cuenta Domínguez, "dan un mes de permiso postnatal a
ambos padres y después la madre se viste con su bebé y se va a trabajar.
Primero, lo lleva en el pecho y después atrás".
"Esa
mujeres hacen un tremendo ejercicio con un peso encima y tienen posturas
correctas. Se acuclillan, una posición muy sana".
Las
familias "no se sientan a comer tres veces al día, como nosotros.
Típicamente se reúnen en la noche y comen juntos para conversar".
"Durante
el día hay una picadera permanente. Comen un cazabe, después un cambur
(banana), después otra fruta. Tienen unas piñas para morirse de buenas",
dice con una sonrisa.
"Si
estás comiendo fruta y cazabe todo el día pasas el día sin hambre".
"Luego,
en la noche, está la sopa de pescado con tubérculo o si hay cacería, carne
roja, pero lo que comen de carne roja es como una albóndiga, literalmente, cada
semana. Esa es la porción y con suerte dos veces a la semana".
"Van
a cazar y cuando regresan pican la presa y lo que toca por persona, porque la
comparten con la comunidad, es una albóndiga".
"Es
una dieta supersana. No es una dieta vegetariana, pero realmente es excepcional
comer carne roja. Pescado comen todos los días en la sopa".
"La
olla está hirviendo permanentemente, le echan agua, sacan el pescado, se lo
comen, meten otro pescado y así siguen".
"Es
muy interesante ver cómo no tienes que estar usando jabones y
detergentes".
Un
experimento
"Nosotros
hicimos un experimento y nos estudiamos nosotros mismos, los siete visitantes.
Dejamos de usar champú, jabón, pasta de dientes, pero no renunciamos al cepillo
de dientes".
"Nos
dijimos: ¿cuánto estamos dispuestos a renunciar, sobre todo a las
sustancias, a los químicos?"
Un par
de científicos, cuenta, hasta dejaron de usar las botas y andaban descalzos.
"Después se sacaron las niguas (organismos diminutos)".
"No
llegué a comer gusanos", cuenta, pero dos de sus colegas sí lo hicieron.
"Queríamos
estudiar lo siguiente: si te incorporas en su dieta enteramente y dejas de usar
champú, detergentes, jabones y cremas ¿cuánto cambia tu microbiota?"
"Nosotros no
nos acercamos a la microbiota de los pobladores, pero había dos niños, de
cuatro y seis años, que eran hijos de dos médicos, que sí aumentaron su
diversidad y se acercaron".
"Eso
fue un estudio muy pequeño, un estudio piloto, pero abrió la posibilidad de
preguntarse: ¿hasta cuándo dura el desarrollo de la microbiota humana?"
Y es
que se cree que en los primeros años de vida se ensambla la
composición del microbioma intestinal que persistirá durante la edad adulta,
cuando ese ecosistema alcanza un estado de equilibrio.
Un
estudio en el que Domínguez fue coautora analizó las microbiotas de un grupo de
individuos y halló que después de los tres años de edad ya no se podía distinguir
a los niños de los adultos.
Pura
fibra
La
diversidad de microbiota óptima en cada órgano es diferente. Por ejemplo, la
del intestino es distinta a la de la piel o a la de la vagina.
"La
diversidad óptima es aquella en la que el órgano funciona mejor".
"Nosotros
pensamos que ellos llevan una dieta y un estilo de vida con mucho menos
perturbaciones antimicrobianas que nosotros y además tienen unas dietas
que alimentan más a sus bacterias".
"Comen más
de 100 gramos de fibra al día y nosotros (en la sociedad
industrializada) consideramos que 30 gramos al día es una dieta alta en fibra.
Cuando vas allá y ves el cazabe, eso es pura fibra. Comen un montón de frutas,
tienen una ingesta de fibra tremenda".
"La
fibra es alimento para las bacterias, no para uno", lo cual genera una
condición antiinflamatoria.
Y es
que los ácidos grasos volátiles, sobre todo el butirato, que producen las
bacterias presentes en nuestra microbiota intestinal, son antiinflamatorios.
"Necesitas
toda una diversidad para poder hacer las diferentes funciones en el tracto
digestivo".
"Si
pierdes esa diversidad por el repetido uso de antibióticos, probablemente estás
afectando las funciones de ese ecosistema en el intestino, estás alterando las
señales entre las bacterias y tus células intestinales, entre las bacterias y
tus células inmunes. Perturbas el ecosistema".
"Pensamos
que está habiendo una degradación de la diversidad microbiana que es importante
para la salud humana y que al perder esa diversidad en la microbiota estamos
perdiendo funciones también".
"Nosotros
tenemos mucho que aprender de la gente que mantiene estilos de vida
tradicionales, tenemos que entender por qué esos estilos son saludables".
El
marcador de migraciones
Domínguez
también ha estudiado el helicobacter pylori, que es un tipo de bacteria
presente en el estómago.
Aunque
inicialmente se le consideró un patógeno gástrico humano, causante de úlceras
pépticas y cáncer gástrico, "más tarde también quedó claro que es una
flora normal, que juega un papel en la regulación de la secreción de ácido,
hormonas y en la inmunidad moduladora", escribió la experta en uno de sus
artículos científicos.
¿Y
cómo llegó a América? La bióloga cuenta que una investigación apuntaba a que el
helicobacter había llegado a América a través de los españoles, pues en los
estudios que se hicieron en algunas ciudades latinoamericanas se detectaron
cepas europeas.
"El helicobacter
ha evolucionado con la humanidad desde siempre, a tal punto de que por
el helicobacter que tiene una persona, al secuenciarlo, puedes saber si esa
persona es europea, asiática o indígena sudamericana, por ejemplo".
"Es
un marcador de las migraciones humanas", dice.
Por
eso, junto al equipo de investigadores, se planteó que "si los ancestros
de nuestros indígenas son asiáticos, mongoles, ellos deberían tener el
helicobácter asiático y esa fue otra razón para meternos en la selva".
"Y,
en efecto, la prevalencia en la selva del helicobácter en adultos es sobre el
90% y las cepas que cargan son asiáticas".
Los
permisos
Con el
tiempo, cuenta Domínguez, "nos fuimos moviendo a comunidades más y más
remotas y hemos terminado junto a equipos asociados con programas de
salud".
Sus
estudios siempre cuentan con los permisos de las comunidades y las autoridades
de los países donde se hacen y siguen estrictas regulaciones éticas.
"Me
encantan las salidas de campo", dice, aunque reconoce que realizar las
investigaciones tiene sus complejidades.
"Te
imaginarás la cantidad de permisos que hay que sacar para poder traer las
muestras a Estados Unidos y secuenciarlas. Hay muchas limitaciones con ellas,
pero tenemos la autorización para estudiarlas".
Quiere
continuar con un proyecto con comunidades en la frontera entre Venezuela y
Brasil, en el estado Bolívar.
"Hemos
establecido contacto con estas comunidades, estamos estudiando gradientes
de urbanización muy estrechos".
"Esta
vez no es desde la comunidad que vive en la selva en churuatas, en chozas, al
pueblo, sino comunidades que están en la selva, en las que nadie tiene economía
de mercado ni dinero, en las que todos viven de la naturaleza, la pesca, la
caza, de sus jardines, de su siembra".
Algunas
han tenido exposición a medicinas, por ejemplo, las que tienen pista de
aterrizaje cuentan con una medicatura.
De
vuelta con resultados
Domínguez
evoca que tanto ella como sus colegas establecieron relaciones con varias de
las comunidades visitadas.
"Después
de ir repetidas veces, ya nos conocían, se creó una confianza mutua".
Y con
cada estudio, regresaron a presentar resultados.
"La
idea para nosotros siempre ha sido: lo que aprendemos de ellos se los contamos
porque tienen muchísimo que enseñarnos".
"Les
decimos: 'Ustedes pueden optimizar la salud, nosotros hemos
cometido muchos errores, son ustedes los que tienen que entender por qué la dieta
y la actividad física que tienen es la apropiada'".
"Al
final nos damos cuenta de todo lo que hemos irrespetado a la naturaleza y
las consecuencias que podemos pagar", reflexiona.
"Los
indígenas son tremendos líderes. Conversan sobre su futuro y el de sus hijos y
lo que, en general, preferirían es contar con la tecnología y quedarse en sus
comunidades porque sienten que son los guardianes de la selva. Y lo son".
"Pero
también quieren tener las ventajas que ofrece la medicina y las
comunicaciones".
Sin perturbar
su cultura, "hay que encontrar una vía sostenible de conseguirlo",
indica la microbióloga.
Y es
que, como reflexionó en otro artículo científico: "Los mismos pueblos
cuyos microbiomas pueden contener pistas cruciales para los avances
médicos del mañana siguen pagando el enorme precio de enfermedades
infecciosas mortales históricas, ahora curadas o prevenibles con la medicina
occidental y las vacunas".
Tomado
de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-57021236
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