Ismael Pérez Vigil 29 de mayo de 2021
Abrir
“negociaciones” con la oposición en varios tableros forma parte de la
estrategia del régimen para desmoralizar y dividir a sus “enemigos”, porque el
régimen no tiene rivales, adversarios u oponentes, sino enemigos a los que
tiene que doblegar y destruir. Desde Hugo Chávez Frías, la política es una
“guerra permanente” (Pedro Benítez, Al Navío, 14/05/2021) y el mejor ejemplo de
esta estrategia es un video que esta semana recorrió profusamente las redes
sociales.
En ese
video, en el marco de una reunión para hablar sobre una “ley de zonas
especiales”, que nada tienen que ver con el tema, Nicolás Maduro anunció sus
“condiciones para negociar”. Pero el mensaje no son solo los anuncios o
condiciones que pone el régimen, el escenario y el contexto forman también
parte importante del mensaje. Un amplio salón, una gran mesa rectangular, con
mesas adicionales detrás, todos los presentes formalmente vestidos, con sus
respectivas mascarillas y guardando cierta distancia, el presidente en el
extremo de la mesa, en el lugar dominante, sin mascarilla y con toda la
soberbia a las que nos tiene acostumbrados, envía en silencio su primer
mensaje: “Aquí estoy yo… y vean bien, tengo la sartén por el mango”.
Asentado
ese elemento, que es también un mensaje para sus propios seguidores, viene la
primera provocación hacia la oposición: “… los obligamos a venir por el camino
electoral…” y agrega de manera triunfal, como adorno: “… por el camino
electoral y de la negociación y del diálogo… los derrotamos y los obligamos…”;
pero el trapo rojo aquí es el del “camino electoral”, pues sabe muy bien el
régimen como irrita y como hiere la sensibilidad de una parte importante de la
oposición venezolana cualquier alusión o “invitación” que haga el gobierno a un
proceso electoral; el rechazo es inmediato y el coro de las redes sociales así
lo deja ver. Ese era uno de los objetivos de esa intervención, lanzar una
provocación que, a la par de dividir más a la oposición, estimule la
abstención, que es en realidad lo que busca, pues eso le garantiza un cómodo
triunfo en el próximo proceso electoral.
Luego
remata con sus “condiciones”: 1) El levantamiento inmediato de todas las
sanciones y medidas coercitivas, unilaterales, contra Venezuela; 2) El
reconocimiento pleno de la Asamblea Nacional legitima y de los poderes
establecidos; y 3) La devolución de las cuentas bancarias a las instituciones y
de los activos a PDVSA, el BCV y otras. Las dice como provocación, porque en
realidad no es nada nuevo o inesperado, esos son sin duda sus objetivos de
negociación y de alguna forma ya habían sido divulgados por sus seguidores y
acólitos.
Pero
como dije, hay aquí varios mensajes, dirigidos a públicos diferentes. Hay un
mensaje interno, a un sector −radical− de sus seguidores: No cedemos. Hay,
desde luego, un mensaje y una provocación a la población opositora, a la que
busca desmoralizar, y un mensaje a su dirigencia, pues busca profundizar su
división. Aún es prematuro afirmar si el gobierno tiene verdadera intención de
negociar o de llegar a algún acuerdo, pero con la reiteración en la mencionada
reunión de su “disposición a negociar” −de manera amplia y “generosa”, en una
“gran mesa de diálogo nacional” y con “participación del gobierno de Noruega” y
que se invite a “diversos sectores internacionales” −, el régimen persigue
también enviar un mensaje a la comunidad internacional, tratando de mejorar
ante la misma su deteriorada imagen.
Concluida
la descripción de ese video con las condiciones del gobierno, es necesario
analizar aspectos de esa intervención, que posiblemente escaparon a la
intención del régimen. Este mensaje deja también entrever, de manera
subliminal, dos grandes debilidades: Una, la principal, es que, al centrar sus
objetivos en el levantamiento de las sanciones internacionales y en la
devolución de las cuentas bancarias y recursos, deja en claro, sin duda alguna,
que las sanciones le están pesando y limitan su margen de acción −interna e
internacional−, pues sigue aislado internacionalmente y sin recursos para
continuar sus políticas demagógicas y populistas, internamente.
La
otra debilidad, que yo quiero destacar, es que los venezolanos, adictos como
somos a series televisivas, sabemos bien que los forenses al analizar la
“escena” de los sucesos se fijan en lo que está presente y en lo que no lo
está. En el sainete montado para lanzar las condiciones de negociación vimos al
presidente rodeado de sus acólitos, acompañado de su oposición alacrana y la
consabida barra de funcionarios, todos prestos a aplaudir cualquier cosa que se
dijera; pero, se “notó” una ausencia de “charreteras” en la reunión; es decir,
los amos de este valle de lágrimas, los verdaderos dueños del tinglado, los que
lo sostienen por la fuerza de sus armas, no estaban presentes. ¿Tiene esto
algún significado? ¿Estarán de alguna forma afectando los acontecimientos
fronterizos recientes? O simplemente, no hacen falta que estén. No hago ninguna
interpretación, solo dejo esa inquietud y reflexión y regreso a la evaluación
de la estrategia.
Teniendo
claros que esos son los objetivos del régimen, no podemos no caer en sus
provocaciones y estrategia de desmoralizar y dividir. Suponemos que la
dirigencia opositora está ya curtida al respecto, pero muchos opositores,
abrumados por las dificultades de la cotidianidad y años de frustración, son
más sensibles a esos mensajes, para los que todos debemos estar preparados y
tenerlos en mente para comprender algunas acciones del gobierno, que de otra
forma no se entenderían, en el complicado y múltiple tablero de la negociación
que está abierta.
Por
ejemplo, lo ocurrido recientemente con allanamiento de El Nacional por la GNB,
en ejecución de una confusa sentencia; algunos se preguntan cómo entra eso en
este juego, porque es obvio que los atropellos a la libertad de expresión no
favorecen mucho la “imagen internacional” que el régimen quiere rescatar. ¿Fue
una mera casualidad, es parte de la estrategia negociadora del régimen, o forma
parte del pleito interno? Pareciera −al menos es la interpretación con la que
yo me quedo− que se trató de una jugada del sector radical chavista para decir
“presente” o para trancar la negociación, al sentirse excluidos o saberse los
más perjudicados sí se llegara a un acuerdo que abriera el juego y llevara a la
larga a la salida de este oprobioso régimen. En todo caso, si formaba parte de
la estrategia negociadora o fue una jugada que salió mal, es lícito pensar que
lo ocurrido nos refleja también que hay una procesión que va por dentro, que no
todo es monolítico en este régimen neo dictatorial.
Aun
sin poder asegurar que haya una verdadera intención negociadora por parte del
gobierno, algunos hechos que −a lo mejor− escapan de su control o no parecerían
“premeditados” o proceder desde la misma fuente, dejan ver debilidades y
fisuras; en todo caso, la estrategia del régimen está desplegada. ¿Y la de la
oposición? ¿Está cada vez más clara o es más confusa?, aun dispersa en varias
opciones, la examinaremos en la próxima entrega.
Ismael
Pérez Vigil
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