Por Froilán Barrios
La última decisión del
gobierno interino de proponer un nuevo diálogo con el régimen dictatorial
motiva la necesidad de escuchar e intercambiar con las voces de los diferentes
actores sociales, políticos, económicos, religiosos, a nivel nacional e
internacional, tomando en cuenta la opinión de cada uno sin descalificativo
alguno, por divergente que sea su contenido ante la posición divulgada por Juan
Guaidó.
Total, esta es una
tragedia que cada venezolano padece ante el sufrimiento causado por la tiranía
más brutal de nuestra historia republicana, cuyo balance está escrito con
sangre, sudor y lágrimas, el conteo incesante de millares de víctimas en
fallecidos, humillados, reducidos al trabajo esclavo, el éxodo de casi 7
millones, y la discriminación y el odio como castigo por exigir un trato humano
una población caída en desgracia.
En este contexto se
debe reconocer que la política es el escenario humano más escarpado y
controversial ya que solo premia victorias, no perdona derrotas y en contadas
ocasiones empates, citamos por ejemplo el caso de la Confederación de
Trabajadores de Venezuela (CTV), en 2002 de haber resultado victorioso el paro
cívico nacional de diciembre de ese año, sería reconocida su participación por
tirios y troyanos a nivel continental, y no como una central sindical
vilipendiada a nivel nacional e internacional.
En el caso del
presidente interino este abordó el autobús de la historia en enero de 2019,
rescatando la gestión inerte de la AN electa en 2015 generó inmensas
movilizaciones y esperanzas a lo largo y ancho del territorio nacional que
consolidaron el respaldo internacional, para luego en dos años de 2019 a
2021 malbaratar el capital político más cuantioso acumulado por algún político
en el siglo XXI, mas producto de la situación que de sus cualidades como
dirigente partidista.
Ese trayecto simbolizó
un nuevo calvario para el pueblo venezolano quien presenció una cadena de
desaciertos: El Cucutazo de la ayuda humanitaria, el 30 de abril, los diálogos
de Noruega y Barbados, la reincorporación ilegal de diputados oficialistas a la
AN, la Operación Gedeón, siendo lo lamentable que en cada descalabro no había
fe de erratas, ni rendición de cuentas, solo silencios prolongados o
justificaciones, entre tanto se iba esfumando una a una las ilusiones cívicas
de acabar con la tiranía.
Ello no significa que sentarse a una mesa con el adversario sea un delito, lo cuestionable es el momento. El Frente Farabundo Martí y Arena en El Salvador mantuvieron más de 1 década una cruenta guerra que significó la muerte de unas 75.000 personas entre 1979 y 1992, para luego culminar bajo la mediación internacional con los Acuerdos de Paz de Chapultepec, e iniciar una fase cívica republicana hasta el presente 2021.
En el caso venezolano
otras son las circunstancias, el interinato viene cuesta abajo y el tirano cree
tener todo atado y bien atado, descalificando a un adversario agotado por sus
fracasos ante el quiebre de los objetivos planteados de cese de la usurpación,
gobierno de transición y elecciones libres. Es tal el talante opresor y abuso
de poder del régimen que asaltó la sede del periódico El Nacional,
menospreciando la oferta de diálogo y desconociendo la normativa jurídica que
contradice la confiscación de este rotativo reconocido a nivel global como
estandarte de la libertad de prensa.
Por tanto, ir a un
contexto de diálogo significa promover una agenda integral contentiva de:
celebración de elecciones generales, libertad de los presos políticos,
legalización de los partidos políticos, designación de un CNE constitucional y
actualización del sistema electoral, restablecimiento del tripartismo laboral y
de la libertad sindical, el relanzamiento de la economía y la generación de
empleo, el restablecimiento de la libertad de expresión y el juicio a los
crímenes cometidos en 2014 y 2017.
De lo contrario, asumir
acuerdos que impliquen ir como consolación a las elecciones regionales con el
CNE espurio, designado por la fraudulenta Asamblea Nacional elegida en 2020,
develará la conclusión del interinato en un acto de capitulación de las
esperanzas populares, y por parte de la tiranía gobernante lograr sus objetivos
de obtener la suspensión de las sanciones económicas, darse un respiro, y
mantenerse en el poder en medio de la peor crisis de nuestra historia
republicana derivada en crisis humanitaria.
19-05-21
https://www.elnacional.com/opinion/acuerdo-de-salvacion-nacional-o-de-capitulacion/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico