Por Luisa Pernalete
“Al árbol debemos
solícito amor/ jamás olvidemos que es obra de Dios” ¿No cantaban ustedes el
himno del árbol, cada año cuando llegaba su día en mayo? Pues en un país que
está entre los más graves del mundo en términos de deforestación, no nos viene
mal aprovechar esa celebración para recodar lo importante que son los árboles
para los seres vivos del planeta, e incluso para proteger la casa común del
cambio climático. Cabe apuntar que según la ONG Provita, entre los años 2.000 y
2015, en Venezuela fueron eliminadas 5.265 hectáreas por deforestación. Leyeron
bien: ¡5.265 hectáreas!
Si al dato anterior
sumamos los terrenos que han sido deforestados por la puesta en marcha del Arco
Minero Orinoco, hay que decir que la situación es como para mandar señales de
alarma. Yo he visto esas cicatrices que la minería deja en las selvas del
estado Bolívar y es realmente aterrador… No sólo se llevan por delante los
árboles, sino que dejan unos cráteres en donde difícilmente nacerá algo jamás.
“Solícito amor” debemos al árbol según lo cantamos en su himno. Y siguen las
estrofas: “El árbol da sombra como el cielo fe/ con flores de alfombra su
sólido pie/ sus ramas frondosas aquí extenderán/ y frutos y rosas a todos dará/
Él es tan fecundo rico sin igual/ que sin él el mundo sería un erial/ no
tendría palacios el hombre ni hogar/ ni aves espacios ni velas el
mar”. Deberíamos cantar ese himno más a menudo.
A veces conviene
recordar todo el bien que hacen los árboles al planeta. Algo nos dice el himno,
pero me permito enumerar algunos de esos beneficios, para hacerlos consciente:
·
Absorben el dióxido de
carbono, que es transformado en substancias nutritivas por las mismas plantas y
el resto de los seres vivos
·
Liberan oxígeno, como parte de
la fotosíntesis
·
Con el crecimiento de las raíces,
airean la tierra
·
Purifican el aire y reducen el
calentamiento global
·
Desempeñan la función vital de
regular los ciclos climáticos e hidrológicos
·
Sirven de alimento y refugio
de muchos seres vivos
·
Previenen la erosión
·
Dan sombra en lugares de alta
exposición solar
·
Son atracción para el turismo
y la recreación
· Protegen las fuentes de agua
Podríamos seguir, por
ejemplo, recordando que de sus troncos sale la madera para casas, embarcaciones
y hasta de su pulpa sale el papel… En fin, ¡claro que les debemos “solícito
amor” y deberíamos hacer una cruzada a favor de la reforestación y en contra de
los crímenes ecológicos que se cometen en el país.
Tenemos buenos
maestros: los indígenas que viven en la selva. Nunca olvidaré la visita que
hice a la escuela que Fe y Alegría tiene en el Alto Caura, para educar a
hermanos yekuanas y hottis. Tenían su conuco, pero por cada árbol que cortaban,
sembraban uno más allá. Tenemos que aprender de ellos, siempre considerando a
la naturaleza como parte de su familia y no como el objeto de dominación.
Es verdad que ni usted
ni yo somos ministros ni tenemos poder para diseñar políticas públicas, aunque
podemos alzar nuestra voz para decir en qué estamos en contra y exigir algunas
medidas, y de todos modos, muchas acciones podemos emprender. Menciono algunas:
·
Recordemos que la Educación
Ambiental es obligatoria, según el artículo 107 de la CRVB, así que insistamos
en esta deuda de la educación venezolana. Educación ambiental no es simplemente
celebrar el Día del Árbol; es enseñar desde niños a cuidar el medio ambiente,
es convertir ese cuidado en eje transversal que permee todo el proceso de
enseñanza aprendizaje, es ser críticos ante políticas que agreden al medio
ambiente, es aprender a ser hermanos de la naturaleza, como lo es para los
indígenas.
·
Reverdecer áreas de su
entorno. Sembrar un árbol en esa plaza que tiene cerca, promoverlo en la
escuela de sus hijos
·
Comprar productos reciclados
·
Practicar las 3 erres:
reciclar, reutilizar, reducir el consumo
·
No desperdiciar el papel,
salvar las hojas limpias de cuadernos ya utilizados
Finalmente, el Día del
Árbol es una buena oportunidad para reconocer a las organizaciones
ambientalistas, siempre valientes y vigilantes de la suerte de la Casa Común,
tales como Clima 21, Todos por el futuro, Ecopracticas, Tierra Viva, Aguaclara,
Provita, por mencionar algunas . Y no se olvide de darle una leída a la
Encíclica Laudato Si, del papa Francisco, es hermosa y muy sabia. Tenemos que
cambiar nuestra actitud frente al planeta por el bien de la humanidad.
21-05-21
https://www.correodelcaroni.com/opinion/al-arbol-debemos-solicito-amor/
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