Afp 17 de mayo de 2021
@AFPespanol
El
rechazo hacia los venezolanos que han emigrado masivamente en los últimos años
crece en todo el continente, en medio de un contexto económico sombrío y la
pandemia del coronavirus.
“¿La
verdad sobre los venecos? Por mí que los saquen como ratas”. Ese tuit es sólo
uno de los mensajes destacados por el barómetro de xenofobia, una herramienta
creada por universitarios y oenegés en Colombia para medir el “odio” contra los
migrantes venezolanos. El contenido aterra. El rechazo hacia los venezolanos
que han emigrado masivamente en los últimos años crece en toda América Latina
en un contexto económico sombrío y la pandemia del coronavirus.
Las
salidas comenzaron luego de la elección de Nicolás Maduro, el heredero de Hugo
Chávez tras su muerte en 2013, y se intensificó entre 2014 y 2015, con una
crisis económica que arruinó el poder adquisitivo y llevó a más de cinco
millones de venezolanos a abandonar el país en busca de mejores condiciones. El
flujo se ha relentizado, pero no se ha detenido al transitar el octavo año de
recesión económica en la otrora potencia petrolera.
“En
principio había una inmigración de clase media alta, que iba en avión con
documentos en regla, algún ahorro”, explica a la AFP Claudia Vargas, socióloga
que investiga el tema en la Universidad Simón Bolívar de Caracas. “No ocurre
así desde el final de 2014” cuando clases más pobres comenzaron a emigrar.
Cerca
del 60% de los más de 5,4 millones de migrantes venezolanos no tienen papeles.
Y la mayoría, unos 1,7 millones, vive en Colombia, por delante de Perú, Chile y
Ecuador, según el sitio Frontera Viva.
“Lo
peor es Perú”
Los
venezolanos ahora son responsabilizados por la inseguridad, la delincuencia, el
desempleo, los déficits públicos, los problemas en los hospitales, y hasta por
el aumento en los divorcios. Y el discurso xenófobo se ha ido imponiendo en
Chile, Ecuador, Brasil y Perú, además de Colombia, donde el barómetro ha hecho
un análisis de los insultos.
Juan
Emilio L., un indocumentado venezolano de 31 años, terminó instalándose en
Chile, tras pasar por Colombia, Ecuador y Perú. “Es un pueblo más cerrado y
está difícil sacar papeles, pero la verdad es que te dejan trabajar y no se
meten contigo ni te repudian como sí me pasó en otros países”, dice a la AFP.
“El peor, Perú, ahí no nos quieren ver ni en pintura”.
Videos
de peruanos insultando a venezolanos circulan con frecuencia en redes sociales.
“¿Por qué eres tan idiota para transportar las ‘huevadas’? Eres un imbécil, un
idiota”, le dice por ejemplo un cliente a un repartidor venezolano en Lima,
según uno de ellos. “Estoy harto de ustedes (...) ¿Quieres que te mande de un
combo (puñetazo) a tu puto país?”.
Perú,
que tenía 60.000 venezolanos antes de la crisis, ahora alberga a unos 1,2
millones. Tanto el presidente Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018), un activo
rival de Maduro, como su sucesor Martín Vizcarra mantuvieron una política de
fronteras abiertas para los venezolanos. Pero las autoridades endurecieron sus
medidas desde 2019, cuando el tema irrumpió en la escena política.
La
lucha contra la inmigración ha estado en el centro de la campaña presidencial
de 2021. Pedro Castillo, un nacionalista de izquierda que lidera las encuestas
de cara a la segunda vuelta del 6 de junio, ha prometido deportar a todos los
inmigrantes ilegales en las 72 horas siguientes a su eventual llegada al poder:
“que [Maduro] venga y se lleve a sus compatriotas que han venido acá a
delinquir”.
Chile
por su parte ha deportado a cientos de venezolanos en situación irregular.
“Devuelves a una persona a un país (...) que has reconocido en tu discurso
político que corren peligro en su país”, critica Vargas.
¿Refugiados?
Algunos
países han iniciado operaciones para integrar a sus inmigrantes. Colombia, que
ha también deportado a venezolanos que cometieron crímenes, inició un plan de
regularización para casi un millón de migrantes venezolanos, en medio de una
disputa política entre Maduro y el presidente Iván Duque.
República
Dominicana también espera regularizar a 115.000 venezolanos indocumentados, a
los que considera una fuerza laboral “calificada”, según Enrique García,
director de Migración de este país que denuncia y condena la importante
inmigración haitiana.
Pero
la tendencia sigue siendo al cierre, explica Vargas, que pone como ejemplo la
militarización de la frontera en Ecuador o los “muros legales”, como documentos
apostillados o altas tarifas administrativas, que dice han impuesto muchos
países para dificultar la regularización. “Lo único que esto genera es que haya
mayor irregularidad y por tanto más personas en condiciones de vulnerabilidad”,
añade.
“Hay
un reconocimiento de la crisis”, que “amerita una responsabilidad añadida”,
dice la experta. Pero para ella, aunque lo ideal sería otorgar el estatus de
refugiados a estos inmigrantes, ello representa “una responsabilidad legal,
política y financiera demasiado grande que los países no tienen”.
Legalizar
al migrante, una oportunidad que beneficia al colombiano
La
llegada del Estatuto de Protección Temporal para migrantes venezolanos en
Colombia fue un alivio en un país que carecía de un marco legal completo que
regulara la llegada de tantas personas.
Hugh
Aprile, Director de País de Mercy Corps en Colombia, señaló que “las ciudades
que logren aprovechar al máximo la llegada de los migrantes van a ser las que
más logren recuperarse económicamente una vez se supere la pandemia. En las
regiones que trabajamos hay ejemplos concretos de venezolanos que tienen sus
emprendimientos y que contribuyen a la economía local dando empleo a los
colombianos. El Estatuto les va a dar más oportunidades, porque con una cédula
como la que se propone van a tener acceso a tener cuentas bancarias y entrar en
el sistema financiero”.
Sobre
la xenofobia, uno de los aspectos más críticos que ha dejado la migración
venezolana en Colombia, Hugh Aprile, Director de País de Mercy Corps en
Colombia, señaló: “Hay xenofobia, pero no es sorprendente. Es el miedo a la
persona no conocida. En Colombia no es diferente a lo que se ve en otros
países. Pero también hay que destacar la solidaridad de los colombianos, ese es
el antídoto a la xenofobia”.
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