Miguel Méndez Rodulfo 17 de mayo de 2021
Cuando
se tuvo noticias, a través de los medios, del Proyecto Alcatraz, el país estaba
altamente polarizado, de manera que particularmente tuve dudas; quizá el hecho
de aparecer Vollmer con personeros del gobierno comentando el asunto y mi
percepción de que la política social era un coto del gobierno, contribuyeron a
ello. No entendía entonces que el Estado no puede solo y que los
problemas sociales, y otros temas también, deben ser abordados en conjunto por
diversos actores de la sociedad. Para el joven empresario la situación no
fue fácil ya que además de habérsele confiscado casi un tercio de la Hacienda
Camino Real, los políticos del estado Aragua lo acusaron de estar montando un
ejército de paramilitares para derrocar a Chávez; también miembros de la
inteligencia militar lo sometieron varias veces a largos interrogatorios.
Incluso lo acusaron de estar involucrado con el narcotráfico.
Alcatraz
es un programa de reinserción social para jóvenes miembros de grupos
delincuenciales, entre cuyos logros está haber podido desarticular
diez bandas delictivas del estado Aragua, sin apelar al uso de la violencia.
Quienes se incorporan al programa, luego de un año de trabajo en la hacienda,
combinado con un exigente programa de formación laboral, pero también con el
entrenamiento y la práctica intensiva así como disciplinada del rugby; es
decir, una vez reeducados, comienzan su inserción laboral bien en la hacienda o
en otras empresas de Aragua. Los participantes pasan por tres fases de trabajo
en las que apoyados por profesionales especializados, despliegan nuevas
capacidades laborales y sociales, de manera mejorar su desempeño. La primera es
la de aislamiento: tres meses de trabajo y rugby en la montaña. Después
empiezan una labor remunerada en la empresa y, por último, la reinserción
supervisada.
En
tanto que trabajan, la actividad laboral se combina con el estudio. Lo primero
que se hace es enseñarles a leer y a escribir, a los muchos que no lo saben.
Luego se les registra su nacimiento en la Prefectura y cuando ya comienzan a
tener ingresos, se les abren cuentas de ahorro. Poseer una partida de
nacimiento así como tener una tarjeta de débito y poder sacar plata de un
cajero (cuando se podía) o pagar por punto de venta, para estos excluidos de la
sociedad ¡Constituye un asunto muy importante que los dignifica como personas!
Ahora, no todos lo consiguen. Según las cifras que maneja la Fundación Santa Teresa,
cerca del 5% reinciden. En su contacto personal con estos jóvenes Vollmer pudo
comprender como opera el sub mundo de la delincuencia y su relación con una
policía corrupta.
También
comprobó que 99% de estos jóvenes provenían de familias desestructuradas. En
una entrevista el empresario relató: “La mayoría de ellos creció sin una figura
paterna y con una madre soltera dedicada al tráfico menudo de drogas, que es la
alternativa a la prostitución. Ellas suelen tener cuatro o cinco hijos de
hombres diferentes, están abandonadas a su suerte. Al cumplir 12 o 13 años
buscan una figura a la que emular y encuentran en la calle a los líderes de las
bandas. Empiezan a seguir al tipo más fuerte, traficante o sicario, al que
admiran y quieren servir. Todo lo hacen con sus mejores intenciones, hay un
tema de lealtad. Disparar a un enemigo en la pierna, matar a alguien o
trasladar un alijo son algunos de los encargos con los que se ganan la
confianza y el respeto del líder”.
Abordado
el tema de los jóvenes delincuentes, Vollmer enfrentó la invasión. Primero
organizó a la gente y luego llegó a un acuerdo con ellos, por medio del cual
Santa Teresa aportó las tierras y el proyecto urbanístico; los ocupantes
pusieron la mano de obra, la gobernación aportó la infraestructura, y juntos
lograron el financiamiento para estas casas, con lo cual se evitó que se
convirtiera esa “toma” en una invasión incontrolada, porque era imposible
sacarlos de ahí. La intrusión cambió el paradigma de Vollmer y lo hizo
pensar diferente, en función del futuro: “tú me invades las tierras y yo te
invado el cerebro”. Estrategia que consistía en colonizar la mente con
educación, valores, con una visión y con sueños; allí comenzó Santa Teresa a
transformar crisis en oportunidades. Hoy día Alcatraz es objeto de estudio en
Harvard y la idea de Alberto es convertirlo en un proyecto de ayuda social
tan importante como el Sistema de Orquestas de Venezuela.
Miguel
Méndez Rodulfo
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