Por Simón García
La gente comienza a pensar
en ir a votar. Esa disposición requiere hechos que afirmen esperanzas. Son los
que se espera generar con nuevas decisiones en el CNE.
El cambio de actitud muestra
una interesante inversión de la relación convencional partidos-ciudadanos,
porque surge de la gente hacia los partidos. La presión que crece, emana de la
base militante hacia sus direcciones nacionales y no al revés.
Sorpresivamente, aparece una
rendija para otra negociación gobierno-oposición. Esta vez las coaliciones que
hacen mayoría en la oposición coinciden, al margen de quién ayudó a quitarle el
candado al diálogo. La oposición debe abandonar las exclusiones por decreto.
Otro rasgo alentador es que
la oposición política que está defendiendo su derecho a competir electoralmente
para ganar el poder, se aproxima a la oposición social que está defendiendo su
derecho a vivir. Aun imperfectamente, se acentúa la prioridad de contener los
destrozos que la crisis de gobernabilidad ocasiona a millones de hogares que
buscan desesperadamente sobrevivir una semana más.
El gobierno solo no puede
solucionar los problemas —grandes o pequeños— de la crisis porque está
desbordado. Tampoco una oposición que se deja influir por el maximalismo, las
redes sociales o por poner delante su hegemonía, es útil para volver a
recuperar prestigio y rescatar credibilidad en el 90% de los ciudadanos a los
que se les arrancó su fe en la democracia y en el voto. Para ellos, vencer el
hambre y vacunarse es importante.
La gente inventa su
sobrevivencia, en un innovador despliegue de soluciones micro. Puede ser que la
macroeconomía mande cuando la gente puede esperar a establecer sus equilibrios.
Pero en una crisis de destrucción global del país hay que concentrarse en un
proyecto de reanimación de los sectores donde se puedan producir logros mejores,
más sustentables, socialmente útiles en el menor tiempo, con la mayor eficacia
posible. Esa es la base para la irrupción de los nuevos empresarios como
sujetos no partidistas de cambio.
El objetivo superior de todo
venezolano es lograr un consenso entre élites políticas, militares,
empresariales, laborales, culturales y del conocimiento para crear una nueva
conciencia cívica, revertir la crisis y reconstruir condiciones de bienestar
desde distintos ámbitos sociales, ciudadanos e institucionales. No tendremos
país habitable manteniendo el modelo actual o intentando repetir el de los tiempos
felices que se fueron con el agotamiento del pacto de Puntofijo.
Ese consenso de élites debe asumir la negociación y el acuerdo entre visiones diferentes de justicia social, vigencia del mercado y democracia radical. Sin entendimiento con el chavismo en el poder no hay posibilidad de realizar esos objetivos con paz, estabilidad y unidad de los venezolanos.
Dada la actual relación de
fuerzas, el gobierno está en capacidad de imponer los límites de ese acuerdo y
la oposición en el deber de ensancharlos con la ayuda de la comunidad
internacional. No se avanzará con condiciones submínimas para la participación
de la oposición ni sustituyendo el cese a la usurpación por la exigencia de una
elección presidencial ya. Hay que abrir el juego, porque votar debilita al
régimen.
Hay una oposición muy
precaria, pero la hay. Estamos divididos, pero podemos aproximarnos en unos
temas y unirnos en otros. Tenemos la posibilidad de elegir entre democracia y
autoritarismo y de contribuir a unir a los venezolanos y recomponer nuestras
fuerzas.
Simón García es analista político. Cofundador del
MAS.
30-05-21
https://talcualdigital.com/vivir-para-cambiar-por-simon-garcia/
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