Pedro Luis Echeverria 19 de mayo de 2021
Como
persona y como ciudadano me llenó de ira, decepción y asco cívico el grotesco
espectáculo dado por el chavismo al invadir y ocupar ilegalmente las
instalaciones del diario El Nacional. Al mejor estilo totalitario,
utilizando hombres uniformados, armados y con una cuestionable y risible
marcialidad, el régimen mostró su talante antidemocrático.
La urgencia
de los tiempos actuales, la incapacidad y negligencia para enfrentar los
problemas y los incesantes y crecientes reclamos de la ciudadanía por la
solución real de los mismos, han llevado al régimen a despojarse de la cínica
careta con que ha actuado durante tantos años y mostrar su verdadero rostro: un
régimen de fuerza violador de la Constitución, las leyes y las instituciones.
La destrucción sistemática de instituciones, liderazgos individuales,
espacios políticos de los opositores, propiedad privada, libertad de expresión
y principios constitucionales, así lo demuestran fehacientemente.
En
realidad este tipo de acciones constituyen una declaratoria unilateral de
guerra contra la Venezuela honesta, principista y democrática.
Para
ello, el régimen ha convertido a la otrora digna y no beligerante FANB en un
partido político armado que actúa, con el beneplácito y complicidad de muchos
de sus integrantes, no como el garante de la soberanía y la institucionalidad
del país sino como una fuerza de ocupación para acorralar, amedrentar y
reprimir a una población que se resiste valientemente a aceptar dócilmente las
aberrantes imposiciones del régimen. Vemos como la capacidad disuasiva de la
FANB es utilizada perversamente por Maduro y la camarilla de la cúpula
castrense para inhibir al pensamiento opositor y para amenazar
peligrosamente a una población pacífica y desarmada que quiere vivir en paz.
La
FANB fue una institución al servicio de todos los venezolanos y es triste e
irritante verla sometida a los desvaríos mesiánicos de un dictador enfermo y
enloquecido.
Alevosamente,
el ególatra Maduro cierra los espacios para la convivencia y el diálogo entre
todos los connacionales que tienen intereses y visiones divergentes y
orientaciones político-ideológicas diferentes, pero envueltos en un conflicto
de cuya positiva resolución dependen el destino y el futuro de la nación.
La
insistencia de conducir al país mediante la aplicación de una paralela
institucionalidad antidemocrática, excluyente, violatoria de las leyes
existentes y contraria a nuestra idiosincrasia, indefectiblemente nos conducirá
por los peligrosos y abruptos caminos de la confrontación y el odio
fratricidas. Creemos en el diálogo. Sin él no hay convivencia ni interlocución
posibles. Confrontamos serias dificultades de diverso orden que crecen en el
tiempo por la imprevisión e ineficiencia gubernamentales y cuyos perniciosos
efectos hacen inviables las perspectivas futuras del país.
Es por
eso que luchamos tozudamente por la preservación de la Venezuela que se nos va
aceleradamente. Demandamos más unidad y visión y menos ambición de poder para
intentar rescatar lo que ha sido aviesamente destrozado.
Pedro
Luis Echeverria
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico