Por Roberto Patiño
“En la cancha comienza
la vida de un barrio”: esta certeza resume la razón por la cual varios jóvenes
vienen trabajando, junto con Caracas mi Convive y Alimenta la Solidaridad, en
el proyecto de recuperación de las canchas deportivas en sectores populares. Ya
son quince los espacios intervenidos en esta iniciativa de organización
popular, una cifra discreta si se compara con el tamaño de las aspiraciones de
nuestras ciudades, pero todo un logro en lo que implica para los vecinos
involucrados en estos proyectos.
Es mucho más que
reparar una cancha, es recuperar el sentido de pertenencia de una comunidad con
sus espacios, es una forma de apoyar la organización comunitaria, una vía para
empoderarse de lo público de manera responsable, una excusa, reconocen, para
formar una verdadera comunidad de vecinos. Y es que “la cancha” en el
barrio va más allá de unas marcas en el suelo para hacer de deporte, es la
plaza de una comunidad, el punto de encuentro, la referencia social y
geográfica de los vecinos, el espacio de “lo público” donde nacen todas las
iniciativas de trabajo por el bien común y donde debutan los nuevos liderazgos
populares.
En Caracas Mi Convive
somos muy conscientes de este universo de significados que hay que respetar,
por eso la recuperación de estos espacios cumplen con una agenda de trabajo que
incluye la presentación de la organización, la convocatoria de los vecinos, un
taller de prevención de violencia, el trabajo organizativo y cultural en los
“puntos calientes” y la divulgación de información sobre el proyecto Monitor de
Víctimas.
Más adelante se avanza
con un taller sobre identidad social y organización comunitaria donde se
explora, junto a los vecinos, todo aquello que los vincula, se trabaja en la
reconstrucción de los vínculos con su entorno, se les invita a formar parte de
un proyecto para que “la cancha” les pertenezca. Esta es la única garantía, nos
dicen nuestros líderes en la comunidad, de que estos espacios recuperados sobrevivan
al paso del tiempo.
Junto a la comunidad se
realizan los primeros bocetos del proyecto. La idea, es hacer de la cancha un
lugar especial, diferente y visualmente distintivo, se aspira a unir un trabajo
de cemento, cabilla y pintura a un sentimiento de orgullo por aquello nos hace
únicos como comunidad, algo por lo cual debemos sentirnos como en casa. Más
adelante, según el cronograma de trabajo, se delegan las funciones entre los
vecinos, a fin de lograr que el mayor número de personas hagan un aporte
en el proyecto.
Todos tienen que dar algo, nos dicen los involucrados en estas experiencias, ya sea su tiempo, sus conocimientos, sus herramientas o apoyando en las convocatorias; hay que buscar que el mayor número de personas se sientan involucradas para que este espacio les pueda pertenecer realmente. Más adelante vendrá el momento de la limpieza, la reparación de las imperfecciones, el taller de pintura con los voluntarios, el sellado de la superficie, la aplicación del diseño y la demarcación del espacio.
Uno de nuestros líderes
nos insiste en el valor que tiene esta iniciativa al decirnos que, más allá del
profundo aprendizaje personal que le ha dejado estas experiencias, está
convencido que el crecimiento de su comunidad y la unión de sus vecinos, serán
las mejores referencias al momento de hablar de su vida. ¿Existe acaso un mejor
legado?
Quienes formamos parte
de Caracas Mi Convive nos las jugamos en la cancha porque hemos descubierto que
allí se refuerza el sentido de comunidad, porque es el lugar donde se hace
realidad la esperanza que mueve a la gente que quiere un cambio, inspirados en
los valores de la solidaridad, el trabajo y la democracia. Desde allí miramos a
nuestros vecinos y pensamos, junto a ellos, todo aquello que podemos hacer por
Caracas, si nos atrevemos a imaginar un futuro donde todos juntos luchemos por
el cambio que necesitamos.
www.robertopatino.com
27-05-21
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