San Josemaría 26 de junio de 2021
@sJosemaria
No
somos buenos hermanos de nuestros hermanos los hombres, si no estamos
dispuestos a mantener una recta conducta, aunque quienes nos rodeen interpreten
mal nuestra actuación, y reaccionen de un modo desagradable (Forja, 460).
Los
hijos de Dios nos forjamos en la práctica de ese mandamiento nuevo, aprendemos
en la Iglesia a servir y a no ser servidos, y nos encontramos con fuerzas para
amar a la humanidad de un modo nuevo, que todos advertirán como fruto de la
gracia de Cristo. Nuestro amor no se confunde con una postura sentimental,
tampoco con la simple camaradería, ni con el poco claro afán de ayudar a los
otros para demostrarnos a nosotros mismos que somos superiores. Es convivir con
el prójimo, venerar -insisto- la imagen de Dios que hay en cada hombre,
procurando que también él la contemple, para que sepa dirigirse a Cristo.
Universalidad
de la caridad significa, por eso, universalidad del apostolado; traducción en
obras y de verdad, por nuestra parte, del gran empeño de Dios, que quiere
que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
Si se
ha de amar también a los enemigos -me refiero a los que nos colocan entre sus
enemigos: yo no me siento enemigo de nadie ni de nada-, habrá que amar con más
razón a los que solamente están lejos, a los que nos caen menos simpáticos, a
los que, por su lengua, por su cultura o por su educación, parecen lo opuesto a
ti o a mí. (Amigos de Dios, 230)
Tomado
de: https://opusdei.org/es-ve/dailytext/amar-a-nuestros-enemigos/
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