Yo me crié en una ciudad totalmente universitaria, que se llama Mérida, queda en los Andes venezolanos, y fue muy famosa porque tiene una de las principales universidades del país, y toda la ciudad gira alrededor de eso. Mi mamá era filóloga; mi papá, físico, ganador del Premio Nacional de Ciencias y fundador de la Facultad de Ciencias en esa casa de estudios.
Fue una infancia muy
agradable. Imagino que debe ser parecido a la gente que vive alrededor de la U.
de Concepción. Porque tú eres amigo de los hijos de otros profesores y hay una
sensación de confianza y seguridad, aparte de vivir en un ambiente muy culto.
Mi mamá era de la India
y toda la vida trabajó en el departamento de idiomas de la U. de Los Andes.
Pero la influencia más grande del lado de mi mamá es gastronómica, no tanto
espiritual, lo que la gente espera de la India. Mi mamá era una persona que
amaba cocinar y amaba la mesa. Mi casa estaba llena de gente que venía a cenar,
mi mamá hacía la comida, con una mesa bien puesta, se preocupaba de la vajilla,
de los detalles, eso era muy muy de mi mamá. De hecho tenía distintas vajillas
para distintas ocasiones.
El otro aspecto donde
mi mamá fue clave fue el cultural; era súper culta y buena parte de las cosas
que aprecio tienen que ver con ella: los pintores que me gustan, el tipo de
música que escucho. Recuerdo que me fui a Europa a los 18 en plan de mochilero
y partí a los museos, y para mí era un orgullo tremendo que los cuadros que
veía los reconocía porque mi madre ya me los había enseñado. Mis amigos se quedaban
asombrados. Hasta hoy soy híper melómano, escucho música clásica todo el día.
Ahora ando pegado con la 8ª Sinfonía de Mahler.
Nunca me nubló el éxito
ni la fama. Y déjame decirte que fui muy muy muy famoso, pertenecí a una
generación que se hizo conocida en el canal El Gourmet, pero tuve dos suertes
importantes: una, que yo llegué a la TV después de mucho tiempo en la cocina.
La segunda es que antes
estudié Física, porque me encantaba. Cuando eres hijo de dos profesores
universitarios, en una ciudad universitaria, no te planteas ser cocinero, no,
no, y menos en la Venezuela de esa época. Fíjate que entré a la universidad en
1984, no había escuelas de cocina. La verdadera profesionalización de la cocina
es más reciente en Latinoamérica. Así que no era siquiera concebible. Si
alguien hubiera insinuado que iba a ser cocinero, hasta yo hubiera dicho que
no.
Entré a estudiar Física, porque era lo que amaba. Pero siempre me gustó mucho cocinar, aunque lo veía como un hobby. Mi papá y mi mamá cocinaban muy bien. Me fui a hacer la tesis a Caracas y justo montaron un restaurante muy lujoso y me dio mucha curiosidad y hablé con el chef y me dijo: “Entra como pasante, mientras terminas tu tesis de grado”. Y ahí me enamoré, haciendo la pasantía en el Member’s Club. Alta cocina francesa. En Venezuela en ese tiempo los grandes restaurantes eran de cocina francesa, Caracas era una de las ciudades con más restaurantes de ese tipo en el mundo. Y era el país donde más se tomaba whisky.
Se lo comenté a mi papá
y me dijo: “Mira, tú has trabajado duro, yo estoy muy orgulloso de la manera en
que llevaste la carrera y creo que te ganaste el derecho a ser hippie por seis
meses. Tómate un descanso de la Física, si quieres”.
A la vez me daba miedo
ser chef, la verdad. Porque yo tenía desde chico el camino muy armado de
universitario. Nunca fui rebelde. Congelé el proyecto que tenía que era hacer
un posgrado en EEUU, y me dediqué 6 meses a trabajar de lleno en el restaurante
y ahí sí que nunca más paré. Definitivamente era lo que quería hacer y me quedé
en la cocina. Era 1989.
Nunca ejercí de físico.
Tengo una deuda ahí, pero me quedó el amor por la ciencia. Leo mucho de
física todavía. El mundo de la ciencia es un mundo al que sigo ligado por amor.
Muchos me han preguntado si aplico la física en la cocina, y la verdad que no.
Lo que aplico es la disciplina que aprendí en la universidad en la cocina.
Como cocinero, la fama
llegó muy rápido. Pasé por distintos restaurantes formándome, y en 2002 era
chef de un lugar muy trendy de Caracas, Kathay, cuando me llamó la gente de El
Gourmet. Era aún el boom de la plata del petróleo, ya había ganado Chávez, pero
para el 2002 todavía Venezuela era un país muy adinerado, muy boyante.
Empiezo el 2003 a
grabar para el canal, y ahí el estrellato fue inmediato. Me convertí en una
persona híper conocida. Durante la siguiente década, era una cara que se veía
todos los días en la televisión y fue mucho, mucho exponerse.
No es que me mareara
con la fama, pero al final uno como chef no vive de la TV. El canal Gourmet te
pagaba una verdadera tontería por salir ahí y al final tú tenías que vivir por
lo que sabías hacer. El canal pagaba nada. Te tratan muy bien y todo lo que
quieras, pero el pago no es como para vivir de eso. Ahora, uno recibe un pago
no tangible, que es fama, y uno verá qué hace con eso.
Voté por Chávez en su
momento, sí. Pero al año me di cuenta de mi error. La decepción fue muy grande,
O sea, él gana con un apoyo popular importante en el país, pero no bastó ni un
año para que una masa muy amplia se diera cuenta de que había cometido un error
gravísimo.
Hubo mucha gente, como
yo mismo, que no supo leer las costuras autocráticas que estaban ahí, y él
tampoco fue nada pudoroso a la hora de mostrarlas, o sea rápidamente mostró
lados autoritarios, se hicieron cosas muy feas iniciándose el gobierno. Hace 10
años nos mudamos a la isla de Margarita, montanos la Escuela de Cocina, un
pequeño restaurante primero y luego uno ya bastante grande, hasta que estalló
la crisis y nos sacó a todos del país.
Es triste y doloroso
hablar de esto. Lo que pasa es que, para calibrar el grado del drama de mi
país, estas cosas hay que ponerlas en contexto: la migración venezolana es la
más alta en la historia del siglo XX y XXI, después de la de Siria. En número
de personas y espacio de tiempo: 6 millones de personas en 4 años.
Me vine a Chile en
2018. Tengo miles de compatriotas acá y vivo más cerca de mis hijos. Me siento
feliz en este país. Trabajé en el Centro de Innovación Gastronómica de Inacap y
ahora tengo mi primera tienda Sumo Gusto, con comida para llevar, con platos
venezolanos y chilenos, que está en Providencia, pero espero abrir varios
locales más. Y cuando acabe la pandemia, voy a tener un restaurante de mantel
largo, para mostrar todo lo que aprendí”.
27-06-21
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