El Tequeño 22 de junio de 2021
@ElTequeno
William
José vino al mundo hace 35 años en la ciudad de Anaco, y entonces su padre
volvió a hacer gala de un peculiar sentido del humor. Se llamaba Willian José y
decidió cambiar la ene final de su nombre por una eme para el de su hijo, y
añadir los números romanos III. Así, el pequeño quedaría bautizado como William
José III.
Cuando
meses atrás William José tuvo que solicitar refugio en España, se percató de la
extrañeza con la que la funcionaria que le atendía miraba su cédula de
identidad. Entonces, tras miles de kilómetros cruzando países huyendo de la
crisis venezolana con lo puesto, miró con sorna a la mujer y le dijo: “Sí,
señorita, soy de la realeza”.
Año y
medio después de su llegada a Madrid, William conversó con Efe a escasos metros
del monumento a Simón Bolívar ubicado en el madrileño Parque del Oeste.
“Míralo, aquí lo tienen, y vaya estatua le pusieron”, expresó el joven mientras
se atusaba el pelo y recomponía la forma de su camisa para la entrevista.
La
ardua travesía para abandonar el país
William
salió del país en 2013 cuando “murió Chávez y el país acabó de torcerse por
completo”. Desde entonces hasta tocar suelo español, transcurrieron siete años
en los que transitó por Colombia, Ecuador y Perú. Una ardua travesía desde
Venezuela con poco dinero para ganarse el favor de los militares y traspasar
las fronteras.
Días
completos a bordo de un bus que amagaba con estropearse y en el que quedarse
dormido era dar carta blanca a los ladrones. “Algunos (pasajeros) incluso se
introducían los billetes doblados a modo de supositorio, para que ni las
autoridades ni otros pasajeros pudieran quitárselos”, detalló William.
Por el
camino, quedaron decenas de familias a las que se les acabó el dinero para
poder continuar la ruta. Un drama social y humanitario del que William formó
parte y que explicó sin tapujos y con toda dignidad.
El
joven reside en España con el apoyo de la ONG Rescate Internacional,
que le proporciona alojamiento, manutención, atención psicológica y asesoría
legal.
Aunque,
“en ocasiones echo mi lloradita por no poder reunirme con mis familiares”,
relató este venezolano que tampoco pudo despedirse de su padre ni de sus
bromas. “Él falleció cuando yo ya me había ido de Venezuela, todos mis hermanos
también se marcharon y mi madre quedó sola allí”, apuntilló William.
Una
vez, cuando William vivía en Colombia, decidió visitar a su madre durante poco
tiempo para luego retornarse a Bogotá. A pesar de las dificultades, las ganas
ver a su progenitora le empujaron a volver. Solo eran unos días, pero coincidió
que el régimen de Nicolás Maduro decretó por aquel entonces el cierre de
fronteras.
La
desesperación por no quedarse en Venezuela llevó a William a aprovechar que su
madre dormía la siesta para tomar un bolso e irse de la casa y del país de
forma ilegal, cruzando a nado el río Táchira que separa Venezuela de Colombia.
Una vez allí, tendría que explicárselo a su madre y todo quedaría en una
anécdota.
“La
anarquía total”
William
se anticipó en 2013 a una crisis económica y social que llevó a Venezuela a
perder 65% de su riqueza de 2014 a 2019, de acuerdo con datos del Fondo
Monetario Internacional, y a que 5,5 millones de venezolanos abandonaran el
país como migrantes o refugiados. 30% de ellos marchó a la
vecina Colombia, otro 20% entró en Perú y una cifra similar emigró a Chile, de
acuerdo con las estadísticas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para
los Refugiados (Acnur) en 2021.
Decidió
partir de Venezuela después de que la comida, el agua y los productos básicos
de higiene empezaran a escasear. “Yo no quería eso para mi vida”, aclaró el
joven. Un contexto alimentado, señala William, por un clima de corrupción,
delincuencia e inseguridad que han convertido al país en “una anarquía total”.
El
chico que fantaseaba con cruzar el charco y visitar España porque la capital
del estado de Venezuela en que nació se llama Barcelona, ahora tiene otros
sueños: traer a su madre a Madrid para vivir juntos sin temor a que una tarde
cualquiera a la hora de la siesta tenga que marcharse a otro país en busca de
un futuro mejor.
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