VICTOR AMAYA y ROCÍO COLOMER 22 de junio de 2021
@victoramaya y ROCÍO COLOMER
“Queremos
elecciones libres y justas”, reitera el presidente de la Asamblea Nacional de
2015, que entiende el Acuerdo de Salvación Nacional, promovido en sintonía con
Biden, como una ventana de oportunidad
El
reto de Juan
Guaidó en Venezuela cada
vez es más grande. Sin haber podido lograr el objetivo fundamental de
desplazar a Nicolás Maduro del poder, planteado en 2019, y luego de muchas
viscisitudes, ahora impulsa una negociación con el régimen chavista para buscar
unas elecciones presidenciales “libres y justas”. Suena sencillo, pero no lo
es.
Entretanto,
encabeza un gobierno encargado que reconoce parte de la comunidad internacional
y que mantiene control sobre activos venezolanos en el exterior,
además de representaciones diplomáticas en algunos países enfocadas
principalmente en atención a la crisis migratoria que, según Acnur, ya alcanza
los 5,5 millones de personas -más de un quinto de la población del país.
Guaidó
ha planteado, con el respaldo de Estados
Unidos y otros actores extranjeros, un Acuerdo de
Salvación Nacional con el que busca lograr concesiones democráticas en
Venezuela a cambio, entre otras cosas, del levantamiento progresivo de las
sanciones que pesan sobre el régimen chavista. Nicolás
Maduro también ha dicho estar dispuesto a conversar.
En ese
marco, Juan Guaidó atiende a LA RAZÓN por videoconferencia desde Caracas. Un
diálogo que se inicia con el presidente encargado afirmando que el X Premio
FAES de la Libertad que le fue otorgado a finales de mayo “es un reconocimiento
a la lucha de los venezolanos durante años. Ciertamente es un espaldarazo al
momento que atravesamos en esta lucha por la democracia que tiene una petición
sencilla: queremos elecciones libres y justas”. Su objetivo, asegura, es llevar
a término ese proceso de lograr una solución ante lo que es una tragedia “muy
grande” que tiene en riesgo hasta la integridad territorial del país.
¿En
qué ha avanzado el planteamiento de negociar con Nicolás Maduro?
En la
aproximación del facilitador, que es Noruega. Estamos en una fase pendular de
construcción de una agenda. Estamos buscando formalizar la sede, con varias
alternativas como México o Noruega. Lo siguiente es buscar un grupo de países
amigos que puedan ser garantes de este proceso.
¿Qué
señales esperan del régimen que den cuenta de voluntad real para negociar?
No
confiamos en el régimen ni esperamos buena fe de la dictadura. Esperamos la
confirmación de una agenda, validada por los facilitadores, y que sea
oportunamente comunicada.
¿La
negociación será entre el régimen de Maduro y la presidencia encargada de
Guaidó o se incluirá a otros actores como Henrique Capriles?
La
interlocución formal la tiene el Parlamento nacional, gobierno encargado y la
plataforma unitaria, que incluye al partido Primero Justicia (en el que milita
Capriles). Los actores con peso específico, como Henrique Capriles o María
Corina Machado, han dado sus opiniones y hay que incorporar esas visiones así
como a los demás actores de la sociedad civil organizada.
Se
insiste en la necesidad de reunificar los distintos sectores de oposición...
Aquí
no hay oposiciones, sino una alternativa democrática que tiene puntos de vista
variados. Otros actores, como los “alacranes” (que han acercado posiciones con
el chavismo), no forman parte de la oposición porque han convalidado el
socavamiento de la democracia. Pero Maduro está allí no por falta de unidad
opositora, sino porque es un dictador.
Maduro
ha dicho que sus condiciones para negociar son: levantar sanciones, regresarle
el control de activos venezolanos en el extranjero, y el reconocimiento a la
Asamblea Nacional que él controla desde enero y no a la que usted encabeza. ¿Es
eso viable?
No sé
si son condiciones o puntos de agenda. Eso debe llevarlo ante los facilitadores
para la construcción de la agenda. Por el respeto a lo acordado con Noruega,
una vez se sepa la agenda se conocerá lo que está dispuesto a ser acordado. Lo
que no debe ser es que esto se use como excusa.
¿Tiene
información sobre si han continuado negociaciones del régimen directamente con
otros actores opositores?
No,
pero creo que las negociaciones paralelas, parciales, unilaterales o
personales, fortalecen al régimen.
La firma
de un convenio para comprar vacunas vía COVAX parecía ser un escalón para
lograr más acuerdos, pero finalmente no se concretó.
Los
temas humanitarios deben ser simultáneos, no pueden depender de los acuerdos
políticos porque la tragedia es muy grande. Lo que sucedió con COVAX es la
muestra clara de las contradicciones propias de la dictadura. Rechazaron el
acuerdo y luego pagaron el monto necesario ellos solos. La ayuda humanitaria no
es un gesto, sino una necesidad frente a la catástrofe humanitaria. Van 661
muertos en el sector salud por covid, reportados por los gremios. Pero las
cifras totales siguen siendo oscuras porque se ocultan. En mi entorno familiar
murieron dos personas y nunca fueron reportadas por la dictadura como muertos
por covid. Eso nos ha pasado a todos. La dictadura manipula las cifras porque
quiere normalizar la situación venezolana y que por desgaste otros países se
acostumbren a ello. En Venezuela es lamentable la discriminación con las
vacunas, con un mercado negro y vacunación VIP convertidos en norma. No les
interesa atender a los más vulnerables sino a su grupo político, una élite
dominante.
Se
espera un anuncio de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional sobre las
acusaciones por lesa humanidad contra Maduro. ¿Complicaría la negociación
política?
La
justicia es justicia. No podemos ver a la justicia como un elemento
que entorpezca una solución al conflicto en Venezuela.
¿Las
actividades de calle que hacen son precampaña para las elecciones regionales de
noviembre?
No le
vamos a sacar el cuerpo a la decisión política de qué hacer con esa cita de
noviembre. Estas son actividades de reivindicación de derechos porque la
elección regional en Venezuela no soluciona ningún problema. Lo que soluciona
el conflicto es una elección presidencial libre y justa.
¿Qué
evaluación hace de las acciones que ha tomado el Consejo Nacional Electoral
designado que incluye a dos opositores?
Ese es
un órgano dependiente, y tenemos que buscar que se constituyan las condiciones
mínimas de competitividad para convertir una elección en una solución. Dos
personas designadas por el régimen no tienen validez ni independencia. Ojalá la
tuvieran.
El
peso de la presidencia encargada y la figura de Juan Guaidó se considera un
actor opositor importante, pero ya no único. Varios países ya no lo nombran como
presidente encargado. ¿Es momento de desmontar el gobierno encargado?
Lo que
no puede es haber un vacío, por la vulnerabilidad de la República hoy. Es un
tema de Estado, no de títulos. Venezuela tiene no menos de 100 casos
(judiciales) abiertos contra la República, y eso hay que atenderlo. Hay activos
protegidos que debemos preservar. Sería irresponsable abandonar las funciones
de Estado, la representatividad. Si hay que evolucionar, avanzar, será en mejor
y mayor protección y no en detrimento de lo que hemos logrado.
La
presidencia encargada se sostiene en un parlamento “extendido” que venció su
período forma. ¿Puede mantenerse esa extensión o hay que replantearla?
El
origen del conflicto viene de las
elecciones presidenciales robadas de 2018. No hay precedente en
Venezuela, con excepción de concejos municipales que se extendieron por 7 años
o gobernadores que los extendieron por un par de años hasta celebrar una
elección. La sustitución de una autoridad legítima debe hacerse por otra
autoridad legítimamente electa. Ese es el conflicto que tenemos. Debemos
procurar una elección. La dictadura sabe esto pero juega al desgaste. Por eso
hay que obligarla, presionarla, para forzar un acuerdo.
Hay
presiones de EEUU y la UE, pero también la que ejerce Rusia, por ejemplo, a
favor de Nicolás Maduro. ¿Quedan neutralizadas?
Rusia
funciona más como un acreedor. Lo que más necesita Maduro es dinero fresco en
la economía y no lo va a obtener en la comunidad internacional, porque no hay
confianza. Maduro puede
surfear la presión internacional, pero no tiene forma de mejorar su posición.
España
ha detenido recientemente a un ciudadano venezolano reclamado por Maduro. ¿Le
sorprende que se critique la ausencia del Estado de Derecho en Venezuela y al
mismo tiempo se colabore con la justicia chavista?
Habría
primero que saber cuál es la imputación. No tengo información sobre este caso
específico. No me gustaría emitir opinión sin tener los detalles. Si hay un
delito debe ser castigado, pero en Venezuela no hay Estado de derecho. En todo
caso, las autoridades españolas pueden evaluar que se cumpla una condena en
España. Confío más en la justicia española que en la venezolana, que está
secuestrada por una dictadura.
¿Corre
algún riesgo Leopoldo López desde su punto de vista al estar también solicitado
por Venezuela?
No.
Estoy seguro que no va a proceder ese intento del régimen de hacer propaganda
con el caso de Leopoldo López, que es más evidente pues es un perseguido
político y fue un preso de conciencia.
¿Cuál
es su nivel de interlocución con el Gobierno español y con quién?
Tenemos
una relación muy fluida con el Ministerio de Exteriores de España. Tenemos
interlocución con la ministra (Arancha González) Laya. También hemos hablado
con la viceministra (Cristina) Gallach, que estuvo en Venezuela.
¿Con
la previsible victoria de Pedro Castillo en Perú se recompone el eje
bolivariano en el continente?
Para
que se consolide un régimen totalitario hace falta que quiebren las
instituciones. Perú ha demostrado solvencia democrática, independientemente de
la crisis que le toque atravesar con las reivindicaciones que deba atender.
Confío en que las instituciones de Perú serán fuertes para respetar las normas
democráticas, resulte quien resulte electo. El Foro de Sao Paulo ha querido
vender el tema de Latinoamérica como ideológico, pero el problema es entre
dictaduras y democracias, no entre izquierdas y derechas.
Visto
también lo que pasa en Nicaragua, y la inestabilidad en Colombia y Chile, ¿la
democracia está en peligro en Latinoamérica?
La
democracia está en riesgo en el mundo. El reciente informe de Freedom House
demuestra el retroceso democrático en el planeta. Los autoritarismos han
aprovechado la pandemia y debemos estar vigilantes. Desviar el tema a
izquierdas y derechas es lo que quieren los regímenes autoritarios para
esconderse desde la ideología y no dar el debate de fondo sobre respeto a las
instituciones, la salvaguarda de la soberanía y la autodeterminación de los
pueblos.
¿Ha
cambiado la política de Estados Unidos con respecto a Venezuela con la llegada
de Joe Biden a la Casa Blanca?
Nuestra
política hacia Estados Unidos ha sido bipartidista. El Acuerdo de Salvación
Nacional tiene que ver con esa
buena relación que se ha establecido con la administración del presidente
Biden. Nosotros tenemos constante comunicación con los diferentes
niveles de gobierno, como el Departamento de Estado, la Casa Blanca, el
Congreso y el Senado.
¿Habrá
una visita a Joe Biden?
Estamos
evaluando una gira internacional. Los riesgos en Venezuela son altos y las
fronteras están comprometidas. Cada gira internacional ha tenido costes altos,
con mi equipo sometido a persecución. Evaluamos hacer una gira en el momento
que sea determinante para avanzar en los objetivos, y según la utilidad que le
veamos para la causa venezolana.
Tomado
de: https://www.larazon.es/internacional/20210622/kbrjvd4s4fbftitoaqoyybkhey.html
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