Miguel Méndez Rodulfo 23 de junio de 2021
Las
patentes son una invención muy importante pues ellas otorgan derechos de
exclusividad a sus inventores, por un tiempo, con lo cual se estimula la
innovación y la creatividad, de los seres humanos, pero también de las
sociedades y las naciones. Este control único del derecho de uso, de un invento
que mejora el estado actual de las cosas, limita temporalmente la oferta y sólo
cede los derechos de uso a un tercero mediante la cancelación de un pago al
creador. De lo anterior se trasluce que este muy clave instrumento de
protección del ingenio, que ha acelerado el desarrollo tecnológico y humano, se
contrapone a la libertad de mercado, favorece el monopolio, limita la
propagación del conocimiento, dificulta nuevas invenciones, permite el uso o
disfrute sólo de quienes puedan pagarlo, lo cual hace que haya una pérdida de
bienestar social. De manera que no todo con respecto a las patentes es
positivo, máxime en el caso de las vacunas. Una patente otorga 20 años de
exclusividad sobre un producto o un procedimiento.
Pareciera
llegado el momento para introducir cambios globales con relación al mecanismo
de las patentes. Uno puede ser reducir a la mitad el período de protección,
otro sería que los países desarrollados respeten los derechos de las patentes,
en tanto que los pobres y menos desarrollados puedan usar el invento sin
restricciones. También se podrían explorar otras posibilidades como que los
gobiernos acuerden comprar la patente, a un valor social, para permitir que
quien quiera use el invento, otra cosa es proponer que la protección se
transforme en el otorgamiento de un premio sustancial al creador de una idea
innovadora, útil y con valor comercial, lo que no involucraría exclusividad. Lo
último que se hizo en materia de buscarle la vuelta al tema de las patentes,
fue que durante la pandemia los gobiernos de países en los que operan
farmacéuticas importantes, las cuales tuvieron la iniciativa de intentar
producir una vacuna efectiva contra el Covid -19, diseñaron una estrategia de
compra anticipada, en el que los gobiernos convinieron en financiar los ensayos
en la etapa de investigación y desarrollo, a cambio de tener el privilegio de
adquisición. Esta estrategia fue inicialmente promovida por la Alianza Global
para Vacunas e Inmunización y por el Banco Mundial, como una manera de evitar
altos precios que los países pobres no podrían pagar.
Sin
embargo, estos acuerdos de compra anticipada, también se transformaron en
convenios de compras únicas por parte de un país o de un pequeño grupo de ellos
(ricos), lo que no logró el propósito de un acceso temprano y masivo de los
países pobres a la vacuna, hecho crucial si queremos evitar que el virus mute
dramáticamente y se haga inmune a las vacunas existentes, con lo cual se habrá
perdido todo el esfuerzo que el mundo ha hecho al respecto. Ahora bien, estos
convenios de financiamiento y compra anticipada, le ponen condiciones a las
farmacéuticas, sobre todo en el precio de venta, lo cual preocupa más a las
multinacionales que la propia suspensión temporal de las patentes.
No
obstante hay que decir que cambiar el régimen de patentes, no ha sido fácil; en
2003 los 146 miembros de la OMC llegaron a un consenso para otorgar licencias
por razones de emergencia sanitaria, de tal manera que países pobres y con
graves problemas de salud pudieran usar libremente una patente; ésta se
concedería sin necesidad de obtener permiso del propietario. Sin embargo, este
acuerdo tuvo en la práctica muchas trabas para su implementación. Lo que está
claro es que el asunto de las patentes es muy complejo, pero lo importante es
que hay opciones sobre la mesa que los países, la ONU y la OMC, deben
considerar y buscarle una viabilidad a las patentes en este tramo del siglo
XXI.
Miguel
Méndez Rodulfo
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