Por Ramón Guillermo Aveledo
El entusiasmo,
cauteloso en quien escribe, suscitado por la designación del Consejo Nacional
Electoral, ha dado paso a dos corrientes, no necesariamente contradictorias,
entre quienes sinceramente desean ver destrancado el juego político para que
pueda abrirse el país, en medio de tanto sufrimiento, a cambios graduales hacia
la democracia y el progreso.
Una corriente de
escepticismo, porque el nuevo CNE, menos desequilibrado que los anteriores
tiene muchas asignaturas pendientes pero no debe ser solitario. Necesita de
buena disposición aperturista para rectificar por parte de los poderes
Ejecutivo y Judicial, así como compañía exigente de una ciudadanía alerta cuyo
protagonismo en la democracia y en la lucha por alcanzarla, completarla y
consolidarla es insustituible.
Otra es el creciente
caudal de actores que intentan la participación electoral, la búsqueda del voto
de los ciudadanos y la conquista cívica de condiciones ya no desde fuera, sino
metidos en el riesgoso fragor de una competencia desigual. Aquí me refiero
tanto a quienes decidida o progresivamente se preparan para ir a las
municipales y regionales, como a quienes han planteado un referendo
revocatorio, colocando al poder en el compromiso de tener que aclarar, sin
trucos, la oportunidad para ejercer ese derecho constitucionalmente consagrado.
Ante la cuestión de la
ilegitimidad de los órganos, me parece lo sensato ver qué se puede hacer y cómo
desde la ciudadanía de una patria cuyos poderes han sido privatizados por una
oligarquía partidista muy soberbia, incompetente para gobernar pero diestra e
inescrupulosa en las malas artes de mantenerse.
La apertura necesaria
para un camino reformador a la recuperación de la democracia incumbe
principalmente al poder acumulado y concentrado a contravía de la Constitución.
En pasos que fortalezcan en lo debilitado y devuelvan en lo perdido,
credibilidad al voto.
Pero no todo depende del poder. Hay una parte que toca a la dirigencia política y otra a los ciudadanos organizados o no, además de ese acompañamiento cívico exigente a quienes desde la administración electoral intentan introducir transformaciones en un contexto muy viciado.
A la dirigencia
política y social, responsable de presentar alternativas al doloroso presente,
corresponde ofrecer, en este clima de desencanto y supervivencia, propuestas
realistas para ser creíbles y audaces para ser atractivas. Candidaturas tan
unitarias como sea posible, rostros y trayectorias convincentes con conocimiento
y comprensión de la realidad que vivimos, así como ideas que muestren opciones
esperanzadoras. Que la rendija se vuelva boquete y éste puerta, requiere de
mucho trabajo.
El riesgo mayor que veo
es el de una participación electoral desordenada que redunde en desprestigio de
la política, con retrocesos civiles aún mayores. Votar necesita por qué y para
qué. El difícil cómo se va conquistando. Pero votar también necesita por
quienes.
12-06-21
https://www.elimpulso.com/2021/06/12/opinion-votar-necesita-12jun/
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