Por Gregorio Salazar
Hago votos para que
este 27 de junio, establecido en nuestro país como Día Nacional del Periodista
Venezolano, no vuelva a surgir la insulsa discusión sobre si hay o no que
celebrarlo. ¡Por supuesto que hay que celebrarlo!, sostengo, y digo más: por
todo lo alto.
No me refiero, por
supuesto, a volcarnos en brindis y jolgorios, que no es el sentido; ni los
tiempos ni la pandemia dan para ello, sino a congratularnos por el hecho de que
este país —con medios forzados a la ruina, cerrados, sometidos o cooptados y
donde todavía se trabaja en pos de la hegemonía comunicacional
«perfecta»— haya un puñado de profesionales cumpliendo con el delicado rol
social que la actividad que escogieron como modo de vida les impone.
No vengo a tildarlos
de héroes porque se me dirá que soy parte interesada. Aparte de que
en este país todos los que aún sobrevivimos a la hecatombe roja de alguna
manera lo somos. Pero, en efecto, me provoca, cuando el menor balance
retrospectivo indica que se trata de gente que, durante las últimas dos décadas,
han visto estrecharse o cercenarse las condiciones idóneas no solo para
informar a la colectividad sino hasta para salvar el físico o seguir en
libertad.
No hay exageración en
esto último. Si quiere constatarlo entre a la cuenta de Twitter @CNPCaracas, donde desde principio de mes vienen reseñando
los múltiples casos de periodistas que permanecen bajo medidas cautelares, en
régimen de presentación, impedidos de hablar sobre determinados temas o salir
del país; amén de otras afectaciones a la libertad de expresión y el derecho de
información.
Los periodistas
venezolanos han visto desaparecer centenares de puestos de trabajo bien
remunerados; bregan diariamente contra fuentes informativas herméticamente
cerradas; padecen el asedio de grupos violentos civiles o uniformados; son
llevados a tribunales sin causa justificada; a menudo son vilipendiados en
programas del canal del Estado por altos jerarcas del régimen y ven cómo se
bloquean en la red los portales donde trabajan con muy modestos salarios. Pero
siguen allí, empeñados en darle a los venezolanos un registro de los
acontecimientos distinto al que el mentiroso aparato gubernamental multiplica
por un avasallante andamiaje comunicacional desplegado en todas las
tecnologías.
Claro, muchos han pagado
caro hacer investigación periodística y han tenido que salir del país antes de
verse sometidos a las sanciones de jueces obcecadamente complacientes. Pero,
asimismo, han recibido el reconocimiento internacional a su labor informativa
y, casi todos los años, periodistas venezolanos son premiados en el exterior
por alguna investigación que, por lo general, explora en profundidad la
numerosa red de corruptelas mediante las cuales ha sido saqueada Venezuela.
Obviamente, no serán premiados en nuestro patio porque allí también reina otra hegemonía donde nadie que ose encontrar mácula a estos 20 años de desgobierno puede ser galardonado. Sin olvidar que, en una oportunidad, Chávez —parece que en una cerradísima competencia— se alzó con el «premio nacional de periodismo». Así lo llaman.
Y si es verdad
que en la calle vemos reporteros muy jóvenes, algo bisoños, pero llenos de
vocación de servicio, detrás de ellos, desde las redacciones de los portales de
noticias, los apoyan periodistas de mucha valía, por su experiencia e
integridad, que complementan con acierto la labor de informar con veracidad y
oportunamente a los venezolanos y a la comunidad internacional. Ellos han
desnudado nuestra trágica realidad.
Qué más podemos
desearles en este nuevo Día Nacional del Periodista a estos colegas sino que
puedan seguir abriendo hendijas de luz en la obscuridad, que no decaiga el
ánimo ni la voluntad de despejar tantas tinieblas como las que se quiera
imponer. Y que estén conscientes de que las esperanzas de recuperar la
democracia se alimentan en muy gran medida de sus esfuerzos.
Desde nuestro
confinamiento y para que pronto vengan días mucho más auspiciosos, este 27 de
junio, el día que se consagrar a reconocer la labor de los periodistas
venezolanos, bien vale la pena alzar una copa de vino a la salud y el éxito de
todos ellos.
Gregorio Salazar es
periodista. Exsecretario general del SNTP.
20-06-21
https://talcualdigital.com/periodistas-siempre-por-gregorio-salazar/
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