Editorial
Por Xabier Coscojuela
Hubo historiadores que no
se cansaban de repetir que los mejores años de la vida venezolana fueron los
que se iniciaron en 1958, fecha desde la cual el poder en el país estuvo en
manos de civiles. Había quienes no les creían, quiens aspiraban a que
Venezuela estuviera, otra vez, bajo la mano dura de un militar para que
pudieran desaparecer todos los males de la patria.
Quienes
así pensaban vivieron con alegría el 4 de febrero de 1992, cuando un grupo de
militares liderados por Hugo Chávez intentó darle un golpe de Estado a Carlos
Andrés Pérez, quien era presidente por decisión de la mayoría de los
venezolanos. Para justificar su felonía, Chávez y quienes lo acompañaron,
alegaron que el país estaba en manos de la corrupción y sumido en la miseria.
Ambas
afirmaciones eran falsas. Lamentablemente la corrupción es un mal que nos
acompaña desde hace varios siglos y no fue combatida como debió serlo en la
etapa democrática, y la pobreza nunca ha desaparecido del todo, pero durante
buena parte de los años que se iniciaron en 1958 se redujo considerablemente,
generándose movilidad social a través del mecanismo más adecuado para ello: una
buena educación pública,
Ese golpe
de Estado de 1992 proyectó a su líder ante el país y lo convirtió, años después
y a través del voto, en presidente de la República. Ganó cuatro elecciones
presidenciales, utilizó en tres de ellas los recursos públicos para lograrlo, y
el balance de su mandato no puede ser más lamentable. Fueron trece años de
desmesuras, arbitrariedades, sabotaje a las instituciones estatales, fomento
del odio entre los venezolanos, de la intolerancia, de la pésima gestión
pública y de mucha corrupción. En ninguna de las áreas de la vida nacional,
Venezuela estaba mejor en 2012 que en 1998.
Lo que vino después no hizo sino ahondar la
crisis, empujar a millones de personas a la pobreza como lo muestran todos los
indicadores sociales, a unos seis millones los llevó a abandonar el país por no
encontrar posibilidades de llevar una vida digna dentro de sus fronteras. La
educación, la salud, la seguridad social, la infraestructura están destruidas.
El
presidente que se autodenomina obrero, volvió polvo cósmico el salario y los
derechos laborales y lo que ofrece son zonas económicas especiales, donde esos
derechos terminarán de morir. Y se dicen revolucionarios. La hiperinflación fue
uno de sus “logros” más perdurables.
A lo
anterior se suma que partes importantes del país están en manos de grupos
irregulares, la delincuencia impone su ley en sectores incluso de la capital, y
los derechos humanos son violados impunemente con la anuencia y complicidad del
fiscal general de la república y el defensor del pueblo.
En cuanto
a la corrupción, el chavismo ha batido todos los récords nacionales, los cuales
no eran nada despreciables en esta materia, lamentablemente. Desde las más
altas esferas del poder rojo rojito se ha permitido, por decir lo menos, la
mayor cantidad de corruptelas dentro de la administración del Estado, y hoy
viven a cuerpo de rey en distintas partes del mundo personajes que ejercieron
altos cargos en el gobierno de Chávez y de Maduro, exhibiendo
desvergonzadamente sus riquezas mal habidas.
Los
gobiernos de Chávez primero y los de Maduro después sacaron a los militares de
los cuarteles y los llevaron a diferentes cargos dentro de la administración
pública, los resultados no pueden ser peores, en el 99,99% de los casos, han
sido un total fracaso. Han demostrado con creces que los historiadores que los
cuestionaban tenían toda la razón.
En esta
tragedia que vive el país también tienen responsabilidad los venezolanos que
les dieron el voto a estos irresponsables, voto para que se perpetrara la mayor
estafa de la historia política del país, esperemos que sirva de lección de cara
al futuro. Los aventureros nunca son la solución. También en estos años hemos
comprobado como la desesperación por salir de cualquier manera de esta tragedia
no ha hecho sino atornillarlos en el poder.
Al
cumplirse estos 30 años de ese golpe de Estado, el ministro de la Defensa y
jefe de la Fuerza Armada Chavista, antes Nacional, general Vladimir Padrino
López, dijo que las razones para esa felonía eran “inextinguibles”. Y
tiene razón este general chavista: la corrupción y la pobreza son hoy
galácticas, pareciera que inextinguibles, mientras quienes detentan el poder lo
sigan manteniendo. Es deber de la mayoría de los venezolanos derrotarlos
democráticamente, Hay que organizarse y prepararse para ello y para que nunca
más se produzca un golpe de Estado en Venezuela.
04-02-22
https://talcualdigital.com/30-anos-de-la-felonia-al-desastre-nacional-por-xabier-coscojuela/
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