Ángel R. Lombardi Boscán 24 de febrero de 2022
«La más importante y la primera tentativa de separarse de España y fundar una República independiente. Sus instigadores: Manuel Gual, capitán retirado y José María España, Justicia Mayor de Macuto. Para llevar a cabo su proyecto tomaron contacto con algunos españoles republicanos deportados de España y otros ciudadanos, entre los cuales estaban Juan Bautista Picornell, Manuel Cortés Campomanes, Sebastián Andrés, José Lax, Manuel Montesinos Rico y Juan Xabier Arrambide. Un grupo de mulatos de la Guaira también estaba comprometido en el proyecto de sublevación. Su programa indica que se trataba de una verdadera revolución igualitaria político-social. Estaba contenido en las Ordenanzas cuyos artículos 32, 33 y 34 declaraban la igualdad natural entre todos los habitantes, la abolición del pago del tributo por los indios, la repartición de tierras entre éstos y la abolición de la esclavitud. El artículo 44 creaba una escarapela cuatricolor como bandera de la futura República libre. Las «proclamas» eran el vehículo propagandístico encaminado a buscar adeptos a la revolución. Asimismo hicieron circular la traducción de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, hecha por Picornell y canciones revolucionarias como La Carmañola Americana. El proyecto de conspiración fue descubierto el 13 de julio de 1797. Gual y España se refugiaron en Trinidad donde continuaron su propaganda revolucionaria. España regresó clandestinamente a Venezuela; capturado, fue condenado el 8 de mayo de 1799 a la pena de muerte, arrastrado por las calles de la cola de un caballo, ahorcado en la Plaza Mayor (hoy plaza Bolívar) y descuartizado. Tenía 38 años. Varios de sus cómplices también fueron ahorcados. Gual murió, probablemente envenenado por un realista, en Trinidad en 1800″. Diccionario de Historia de Venezuela, Fundación Polar, 1988.
La
conspiración de Gual y España, develada el 13 de julio de 1797, fue la primera
ocurrida en Venezuela que se propuso la sustitución del régimen colonial y la
autoridad del Rey español por un tipo de gobierno republicano muy influido por
las ideas de la Revolución Francesa (1789). A pesar de su fracaso hay que
considerarla como muy significativa, ya que planteó en su momento, una distinción
entre un pasado que tenía que ser superado y abolido por un nuevo tiempo basado
en el triunfo de la libertad sobre el despotismo. Sus principales ejecutores
fueron hombres identificados con el programa liberal/republicano, tal como se
puede constatar a través de la lectura de sus principales documentos,
elaborados para ser ejecutados dentro de la acción pública. Entre ellos cabe
destacar: los “Derechos del hombre y del ciudadano con varias máximas
republicanas”; el “Discurso dirigido a los Americanos”; la “Carmañola
Americana” junto a la “Canción Americana” y los 44 artículos de las
“Ordenanzas”.
Por
primera vez las autoridades españolas tuvieron que hacer frente a un movimiento
claramente politizado; ya no se trataba de ir en contra de los impuestos,
monopolios, abusos de autoridad y en contra del régimen de esclavitud. En 1797
todo el edificio colonial fue cuestionado radicalmente, y se vivió la
necesidad, por parte de un grupo de ciudadanos, de que éste tenía que ser
superado.
Con la
conspiración de Gual y España, Venezuela entró por primera vez al ámbito de la
política, entendida ésta, como debate y conflicto entre ideologías y filosofías
distintas con relación al poder, la sociedad y el hombre; la sociedad colonial
dejó de ser un ámbito de pensamiento único.
Todo
indica que fue un movimiento de intelectuales pardos y mestizos con
participación protagónica de liberales españoles recluidos en cárceles
venezolanas como Juan Picornell, Manuel Cortés Campomanes, José Lax y otros,
quienes habían tratado de pronunciarse en España contra la Monarquía en la
también fracasada conspiración de San Blas en Madrid, febrero del año 1796.
Este
movimiento conspirador, develado en el Puerto de La Guaira, causó un gran
desconcierto e impacto entre los funcionarios españoles de la Corona, y entre
el sector de los blancos criollos quienes temieron el trasfondo social que
poseía. Muchos de estos blancos criollos se ofrecieron ante las autoridades
españolas para colaborar con la represión del movimiento, algo que ya era común
en este tipo de circunstancias; el miedo a un cambio de régimen era inaceptable
para los encumbrados criollos satisfechos con el alto reconocimiento y status
que habían alcanzado y del cual hacían ostentación.
Una de
las «Ordenanzas» dice lo siguiente: «Se declara la igualdad natural entre
todos los habitantes de las Provincias o Distritos y se encarga que entre los
Blancos, Indios, Pardos y Morenos reine la mayor armonía, mirándose como
hermanos en Jesucristo iguales por Dios, procurando aventajarse solo unos a
otros en méritos y virtudes que son las únicas distinciones reales y verdaderas
que hay de hombre a hombre y habrá en lo sucesivo entre todos los individuos de
nuestra República».
Todavía
en julio de 1800, luego de tres años, se siguió ventilando en los tribunales
españoles los sucesos de La Guaira. La mayoría de los implicados terminaron en
el presidio, algunos fueron severamente castigados con la pena de muerte como
en el caso de uno de sus cabecillas: José María España, ejecutado el 8 de mayo
de 1799; otros corrieron con mejor suerte y pudieron escapar hacia las islas
vecinas como Manuel Gual y Juan Picornell, manteniendo sus actividades
revolucionarias a través de la propaganda y entrando en contacto con otros
adeptos a la causa como Francisco de Miranda en Londres, el colombiano Nariño y
algunas autoridades inglesas dispuestas a colaborar como el Gobernador de
Trinidad Thomas Picton.
El
historiador merideño Alí López, Premio Nacional de Historia, y uno de los
principales expertos en el tema y quién ha estudiado las reacciones de las
autoridades coloniales venezolanas ante los sucesos de La Guaira en 1797, ha
llegado a las siguientes conclusiones:
1. La
vulnerabilidad del poder político y militar de la Provincia de Venezuela
contrastaba con la efectiva acción judicial de la Real Audiencia desde su
instalación.
2. La
alianza de las élites locales junto con las autoridades coloniales para
reprimir cualquier alteración del orden establecido.
3. Las
drásticas medidas y castigos evidenciaron el temor a la propagación de las
ideas republicanas que pudiesen alentar otra conspiración de igual signo.
4. El
ideario revolucionario empezó a ser conocido por la elite criolla, quienes
actuarán en 1810 siguiendo los pasos de Gual, España y Picornell, bajo el
impulso de nuevas circunstancias.
Ángel
R. Lombardi Boscán
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