Rafael Veloz García 10 de febrero de 2022
@Rafaelvelozg
En
democracia el ejercicio efectivo de la política implica a menudo un permanente
diálogo, el cual traiga consigo la gran oportunidad de transitar por los
procesos de negociación que puedan dar solución a los conflictos. En toda
negociación hay al menos dos partes antagónicas o de intereses divergentes, que
durante las conversaciones intercambiarán informaciones y opiniones para al
final alcanzar un acuerdo. Lo importante es que las partes tengan algo en común
que sirva de piedra angular para llevar a cabo todo el proceso con acentuado
interés.
Ninguna de las partes, si se actúa con el verdadero deseo de lograr soluciones, está en capacidad de garantizar que la negociación le será enteramente favorable. En este punto es que cobran mucho valor las estrategias que desarrollen los negociadores, cuyos perfiles deben distinguirse por el pleno conocimiento de la realidad política, la capacidad para comunicar y persuadir, así como contar con el elemento paciencia, indispensable para alcanzar el objetivo final que se identifica con la palabra acuerdo, como señalamos antes.
Iniciamos
con esta explicación para ir al tema de la mesa de negociaciones de Ciudad de
México entre la auténtica oposición del país y el régimen venezolano, que se
encuentran paralizadas desde octubre del año pasado, por decisión de los
representantes de Nicolás Maduro, ante la extradición del empresario colombiano
Alex Saab de Cabo Verde a Estados Unidos.
Todos
conocen el caso de este personaje y no ocuparemos espacio aquí para entrar en
mayores detalles sobre el mismo, porque no es el tema que nos ocupa. Solo
recordaremos que Saab no era un diplomático del régimen al momento de su
detención, como han querido hacer ver ante la opinión pública nacional e
internacional, y además que la oposición venezolana no está en capacidad de
influir en las decisiones de dos países soberanos, en este caso Cabo Verde y
Estados Unidos, que acordaron la extradición. Por lo tanto, es un asunto que
solo concierne a esas dos naciones.
Ahora
bien, al comienzo destacamos la importancia de que las partes tengan algo en
común que sirva de soporte para negociar. Eso en común no puede ser otra cosa
que el interés por Venezuela y los venezolanos. Por eso, no tiene sentido que
el régimen se mantenga al margen de la mesa de negociación de México al
anteponer la escusa de la extradición de Alex Saab por encima del país y su
gente. Bien lo dijo el jefe delegado de la oposición venezolana en las
negociaciones de México, Gerardo Blyde: “Si este proceso no vuelve a
reiniciarse o a seguir en el punto en que estábamos y avanzar, va a ser muy
difícil construirlo. Estoy seguro de que no vamos a hacerlo en los próximos dos
años y vamos a caer en la agenda (del régimen)”. Y afirmó que “Si muere este
proceso, perdemos todos”.
Blyde
tiene toda la razón, perdemos todos si no negociamos, porque colocamos en
riesgo el futuro y hasta la paz del país.
Con
base en todo lo anterior, sin embargo, no se puede descartar que Maduro haya
empleado una vez más el modelo de negociación evitativa, es decir, aquella que
se ejecuta cuando se acude a las reuniones para aparentar tener la intención de
solucionar el conflicto, pero es todo lo contrario, por lo que luego se saca
cualquier pretexto para no negociar o postergar los diálogos. Nos preguntamos:
¿Cuál es el temor que tienen de negociar?
Parece
que Maduro no ha evaluado bien esa estrategia evitativa y lo negativo que le
resulta, sobre todo porque todo el mundo sabe que lo que busca con mayor
desesperación es reconocimiento y que le levanten las sanciones que pesan sobre
él y sus funcionarios, pero a pesar de ello lo que hace es sacar la pala para
echar más tierra sobre sus pretensiones. Y parece que tampoco ha evaluado bien
su actual y precaria situación ante los ojos del mundo democrático, al estar en
medio de una investigación por crímenes de lesa humanidad en la Corte Penal
Internacional (CPI) de La Haya. En consecuencia, creemos que Maduro, al igual
que la oposición, tienen razones para negociar.
También
hay que tomar en cuenta que el evento electoral regional del 21 de noviembre de
2021 y la repetición de las elecciones en Barinas el pasado 9 de enero, lo
dejaron mal parado, así como el bloqueo injustificado de una herramienta
constitucional para dirimir las diferencias a través de la participación
ciudadana, como lo es el Referendo Revocatorio.
Esto
último fue uno de los aspectos que resaltó el Grupo Internacional de Contacto
(GIC), quien se pronunció el sábado pasado, para solicitar que el régimen de
Nicolás Maduro y la oposición retomen la negociación en México y “actuar de
buena fe en beneficio del pueblo venezolano”.
“La
única salida a la crisis que atraviesa Venezuela es la negociación política,
liderada por los propios venezolanos, que lleve a la organización de elecciones
creíbles, inclusivas y transparentes a todos los niveles, incluido a nivel
presidencial”, señaló el comunicado emitido por el GIC, que fue firmado por
Alemania, Chile, Costa Rica, Ecuador, España, Francia, Italia, Países Bajos,
Panamá, Portugal, República Dominicana, Suecia, la Unión Europea y Uruguay.
En
términos semejantes se han expresado Estados Unidos, Colombia y Canadá, así
como ya se anunció que la ONU y el Vaticano están dispuestos a coordinar el
grupo de países amigos que se suman al proceso de negociación entre la
oposición y el régimen de Nicolás Maduro.
Cabe resaltar
que los venezolanos en nuestro país y los que conforman la diáspora comparten
la visión del Grupo Internacional de Contacto y de las otras naciones del mundo
libre que clama por descongelar la mesa de negociaciones de Ciudad de México.
Entretanto,
en lo interno debemos continuar los esfuerzos para fortalecer la Plataforma
Unitaria y a la sociedad civil, pues el régimen siempre ha jugado con el tiempo
bajo el control social. De ahí que la negociación es necesaria, pero la
providencia nos enseña que en el momento menos esperado la historia produce los
cambios y estos ya se asoman en el horizonte.
En
nuestra condición de diputados electos a la Asamblea Nacional y legítima de
2015, no dejaremos de visitar todos los rincones del país, promoviendo la esperanza
y para llamar a los venezolanos a no abandonar la lucha, sino todo lo
contrario, sumar más fuerzas todavía. Y tampoco dejaremos de escuchar la
exigencia del país para que las organizaciones políticas se legitimen, de abajo
hacia arriba, lo que nos permitirá consolidar la unidad, que es la medicina
para eliminar ese virus llamado dictadura.
Rafael
Veloz García
@Rafaelvelozg
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