Por Luisa Pernalete
Una vez, una señora que
había hecho el curso de Madres Promotoras de Paz, ofrecido por Fe y Alegría,
comentó cómo siguiendo lo aprendido en el mismo había mejorado la convivencia
en su casa. Y es que a convivir en paz se aprende, así como se aprende también
a comportarse de manera violenta. Veamos qué puede ayudar a enseñar a convivir
fraternalmente en el hogar, más ahora en un tiempo de cuarentena
prolongadísima, en la cual, según especialistas, se ha disparado la violencia
intrafamiliar.
Lo primero
es reconocer nuestras emociones y sentimientos. Ponerle nombre y
saber administrarlos. El miedo se suele disfrazar de rabia, y puede hacer que
reaccionemos como cuando hay un cortocircuito. Entonces añadamos a esta primera
“r”, la de reflexionar, pensar un poco antes de actuar. ¿Qué estamos
sintiendo?
Respeto al otro.
Que pasa por reconocer que el otro: la pareja, el hijo, la vecina, el compañero
de trabajo, merece respeto, y no debe ser ni maltratado, ni insultado, ni
ignorado. Ese respeto al otro pasa, entre otras cosas, por poner atención si
nos hablan -escuchar con atención y no meramente oír-, dejar el celular o la
computadora si nos están hablando, por ejemplo.
Reglas claras, en el
hogar. Mejor si las mismas son discutidas antes de ser “aprobadas”. Si los
hijos tienen clases presenciales solo una o dos veces a la semana, con más
razón hay que establecer esas reglas, esas rutinas. Estas reglas deberían
incluir cómo distribuir las tareas de la casa, no tienen por qué tocarle todas
o la mayoría a la mamá.
Relájese. Cuente
hasta 10 o hasta 20 si está tiene mucha rabia o mucha angustia. Respire
profundo. Unas 10 respiraciones profundas, inhalando por la nariz y exhalando
por la boca, ayuda mucho, incluso hágala cada día antes de comenzar sus
actividades habituales, sosteniendo unos 4 segundos el oxígeno antes de
botarlo, de manera que llegue a todas sus neuronas. Y si lo hace varias veces
al día, mejor todavía, no tiene que estar enojado para hacerlo: algún ejercicio
de relajación cada hora, cada hora y media de trabajo -sea cual sea su trabajo-
ayuda a sus relaciones en casa. Enseñe a sus hijos a hacerlo también. Aunque al
principio se rían un poco.
Recrearse. Descanse
pues. Hay que mantener el equilibrio entre trabajo, incluso en el trabajo
doméstico, y el descanso. Bailar en un momento del día ayuda, pero el fin de
semana debe desconectarse del trabajo, insisto, sea cual sea su trabajo, y si
es en familia mejor. Un juego de mesa, algo de deporte, caminar… Conozco una
familia que el sábado en la tarde hace unas cotufas y se reúnen a ver una
película, elegida de común acuerdo. Cero celulares, cero computadora. Si la
película es cómica, mejor.
Reír y sonreír. La risa
tiene un valor terapéutico. No se trata de ser cómico, se trata de reír, así
sea usted frente a su espejo. Después de lavarse la cara y limpiarse los
dientes, sonría de manera forzada unos 4 segundos, y verá que termina sonriendo
naturalmente. Ayúdese, si están en grupos de WhatsApp, con esas personas que
suelen hacernos el favor de mandar su dosis de humor a media mañana. Yo tengo 3
que me ayudan con eso. Y me río de buena gana y los reenvío. Si no le han
mandado el suyo, recuerde alguno. Funciona. Y haga reír a otros.
Reconozca lo
positivo que hacen los demás: ese dibujo tan lindo que hizo el hijo
pequeño, lo bien que quedó la mesa después de limpiarla, o el cuarto después de
acomodarlo… La gente que sabe de “psicología positiva” insiste en que es más
efectivo el reconocimiento positivo que el negativo. Le invito a entrar en la
AAM: Asociación de la alabanza mutua, alabanza no adulación y verá cómo se
contagia.
Reclame sin pelear, sin
ofender. Convivir pacíficamente no supone para nada que usted se deje vulnerar
sus derechos, saber hacer un reclamo es una habilidad muy importante. Cuide las
redes sociales, hay mucho insulto en las redes, no se una usted a esos
insultadores. Recuerde lo que decía Gandhi: para brillar con luz propia no hace
falta apagar la del otro.
Resuelva los conflictos
por vía pacífica. Hay maneras, se lo resumo en estas 6 palabras: cálmese,
converse, confía, comprométase, caminen juntos.
Reconcíliese, que
supone antes perdonar, o pedir perdón o perdonarse a usted mismo. Si no está
esa persona, a la que usted quiere perdonar o quiere pedir perdón, hágalo en
privado hasta que pueda hacerlo directamente, pero no se quede con esa herida
abierta… Perdonar sana. Tal vez no llegue a la reconciliación, pero en casa hay
que practicar el pedir perdón y el perdonar.
Rece, aunque sea
un padrenuestro, cada noche, cada mañana, y si es en familia mejor. Enseñe a
sus hijos a orar, a dar gracias por tantas cosas, a pedir por otros, por los
enfermos, por los que no tienen su pan de cada día, por los pueblos que sufren…
“Padrenuestro que estás en la tierra/ en un mundo que vive angustiado/ que tu
reino sea santificado/ y con tus manos seamos consolados”.
En fin, practique estas
erres en su casa. No se olvide que de 0 a 7 años los niños aprender por
imitación, y casi que hasta los 12.
Necesitamos un vivir en
paz, tenemos muchas cosas por las cuales preocuparnos que no dependen de
nosotros, pero convivir en paz si depende de usted.
06-02-22
https://www.correodelcaroni.com/opinion/hagamos-las-paces/para-convivir-en-paz/
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