Fernando Luis Egaña 07 de febrero de 2022
Los
venezolanos que luchamos por la causa democrática de Venezuela no sólo no
debemos rendirnos, sino ni siquiera aceptar que esa opción pueda ser
considerada. La rendición es una no-opción.
Y la
rendición en sentido amplio incluye la llamada «cohabitacion» con el ensamble
de la hegemonía despótica y depredadora. Algunos que alegan luchar por la
democracia venezolana, en realidad, están más pendientes de sus intereses
particulares, entre los cuales figuran, muchas veces, los pecuniarios.
Otros se sienten incapaces o temerosos de decir las cosas por su nombre, y se amparan en vaguedades para justificar sus alegatos y su proceder.
El
principio general de la lucha por el renacimiento de la democracia no es
complicado de formular: todo lo que sea positivo para la hegemonía es negativo
para el país, y todo lo que sea negativo para la hegemonía es positivo para el
país.
No
parece muy difícil de entender, y sin embargo una fórmula simple se transmuta
en un laberinto de catástrofe política, económica y social.
Mientras
exista esa perspectiva de acomodamiento matizado, se hace más cuesta arriba que
el pueblo venezolano recupere y desarrolle los derechos democráticos.
Esa
perspectiva debe cambiar de raíz, para que se le puedan abrir nuevos caminos a
la nación. Y ello incumbe a todos los sectores.
La
ardua reconstrucción de una República Civil, de un Estado social de Derecho, de
una democracia pluralista, de una economía productiva, de instituciones
independientes, de una comunidad orientada por la justicia social, y, en
general de una patria conforme al siglo XXI, requiere de compromisos decisivos.
Y el primero de ellos es el objetivo real de superar a la hegemonía despótica y
depredadora que sojuzga a Venezuela.
Fernando
Luis Egaña
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