En los últimos días he leído y oído a mucha gente que dice que no va a votar el 16 D porque no le gusta el candidato, porque está decepcionada de la MUD, porque tiene derecho a abstenerse, porque Capriles los defraudó asumiendo tan rápido la derrota el 7-O, porque no confían en el CNE, en sus maquinitas de lotería…
Son muchas las excusas que se pueden esgrimir a la hora de decidir no asistir a las urnas electorales, a la hora de lavarse las manos y no cumplir con el derecho/deber de votar. Incluso, se puede decir: “No voto porque no me da la gana y es mi derecho” o “No voto porque es mi forma de protestar”.
Cada quien es libre de hacer lo que le venga en gana. Defiendo absolutamente la libertad de cada quien a la hora de hacer o dejar de hacer. Pero es bueno recordar que, en Venezuela, en las actuales circunstancias, aun cuando votes, de todas formas estás eligiendo.
La abstención como protesta podría funcionar en países donde exista una democracia plena, con gobiernos que respeten a cabalidad a sus ciudadanos y que asuman que cuando un grupo significativo de personas ha decidido dejar de ejercer un derecho como el de votar es porque le están dando un mensaje y, ese mensaje debe ser escuchado, atendido y respondido.
En países polarizados como Venezuela, con regímenes a los que poco les importa la opinión expresada a viva voz, y en la calle, abstenerse de votar como protesta no es más que un acto, si no irresponsable, por lo menos, ingenuo.
No votar, por la excusa que sea, solo serviría para que un gobierno sinvergüenza, impúdico y poco honorable obtenga una gran mayoría de gobernadores y, en lugar de acusar recibo de la abstención como protesta, se aproveche de los resultados obtenidos para profundizar y radicalizar su proyecto.
Ya lo vivimos en el 2005, cuando dejamos la Asamblea Nacional en manos del chavismo porque creímos que, absteniéndonos, le gritábamos al régimen y al mundo civilizado que este era un régimen ilegal, una Asamblea que no representaba al país y que todos sus actos carecerían de legitimidad.
El chavismo asumió los resultados como un triunfo, su sinvergüenzura resulto ser el mejor tapa oídos y ya es del conocimiento de todos lo que sucedió a partir de allí.
En los actuales momentos, quien no vote, está de todas formas eligiendo pues su abstención favorecerá a la opción que resulte ganadora.
No votar para no legitimar unos resultados electorales significa elegir a quien resulte ganador aunque sea con un margen mínimo de votos.
Después no valdrá decir: “Ese no es mi gobernante porque yo no vote”. Tu abstención inclina la balanza hacia el candidato que resulte electo. Es bueno recordar que, quienes no votaron en el ’98 contribuyeron a que Chávez llegara al poder con su decisión.
Por eso, lo mejor en estos momentos, es votar. Si ninguna de las opciones que se nos presentan nos gusta, pues hay que votar por la que menos nos disguste porque, no hacerlo significa votar por la que más aborrecemos o tememos.
Si no votas por el que menos te disgusta, igual estarás eligiendo con tu abstención y corriendo el riego de elegir al que menos te gusta. ¡VOTA!
Tomado de:
http://golcarr.wordpress.com/2012/12/15/aunque-no-votes-eliges/
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