Por Guillermo
Feo Calcaño, 12/12/2012
Aquel que crea que todo se perdió el 7 de octubre,
está peligrosamente equivocado. Preservar y aumentar el número de gobernadores
democráticos, es fortalecer lo muchísimo que matemáticamente se logró dentro
del total de votos que entonces dieron la victoria al gobierno. No se trata de
consuelo para tontos o desencantados. Aunque el autócrata continúe en
Miraflores y acelere el paso hacia su objetivo comunista a lo cubano, los seis
y medio de venezolanos que hoy lo adversan no cejarán en su lucha unitaria para,
tarde o temprano, desplazarlo del poder.
Mientras la sociedad democrática se conserve como
un sólido bloque oposicionista, y el partido rojo rojito profundice sus
inocultables agrietamientos burocráticos, la suerte de este nuevo intento
totalitario sucumbirá sin disparar un tiro, a diferencia de lo ocurrido en los
años cincuenta cuando fueron derrotados por las armas.
¿Si Venezuela no se rindió
entonces, por qué razón habría de claudicar hoy? La lucha política no tiene
plazos establecidos, requiere -además de perseverancia, autoestima, fortaleza
moral y hasta cierto grado de suficiencia. ¿No es eso lo que han probado de
sobra los venezolanos durante estos últimos catorce años?
Esa dura resistencia debe darnos mayor impulso y
justificación para no entregarnos en manos de la apatía o la renunciación. Dar
la espalda a quienes solicitan nuestro respaldo para fortalecer las
gobernaciones regionales y robustecer la resistencia a la dictadura total,
borraría en cierto modo el enorme trabajo rendido para llegar con dignidad
hasta el pasado domingo siete de octubre.
Hugo Chávez ha sido derrotado ya en dos
oportunidades. Vencerlo una tercera vez despejará aún más el camino para la
solución final, así ésta no se halle a la vuelta de la esquina. La culminación de
la amenaza roja se afinca finalmente en la imposición anticonstitucional de las
comunas, cuyo recorrido histórico va desde Platón a las trágicas Comunas de
Paris, (1792 y 1870) a Carlos Marx, Lenin, Stalin, Mao Tse Tung, y Fidel
Castro.
La cosa, pues, es demasiado seria para dar tregua a
la resistencia y quedarse dormido a mitad del camino. Votar el dieciséis de
diciembre por más gobernadores democráticos, reafirmará la indeclinable
decisión de combatir a los totalitaristas hasta el final.
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