Cármen Beatriz Fernández 2 de diciembre de 2012
Se atribuye a James Carville la famosa
frase Es la economía, estúpido! Usada en la campaña de Clinton en 1992.
Carville es un célebre consultor político norteamericano muy vinculado a
las dos exitosas campañas presidenciales de Clinton. En la campaña del 92
la frase pendía de una pared en un cartelón cuya función era recordar
el principal foco de la campaña y evitar desviaciones del
objetivo principal. Las deficiencias en los manejos de la economía
norteamericana hechas por los republicanos durante 12 años de ininterrumpido
gobierno, y su negativo impacto sobre la numerosa clase media, eran el
punto focal de esa campaña electoral, por lo que Carville se ocupaba así
de evitar peligrosas distracciones en el equipo ganador: desde los varios
voceros y asesores hasta el propio candidato debían tener entre ceja y
ceja el tema económico, porque era sin duda la gran respuesta a ofrecer al
elector.
Análogamente, debe ser la
descentralización el argumento fundamental de nuestra campaña regional, a
la que restan apenas 15 días. El chavismo ha intentado imponer un tema de
carácter nacional, que se apropie de la agenda pública de discusión.
Tratar de imponer un tema nacional es, en sí mismo, un atentado contra la
descentralización. Las elecciones regionales generan discusiones locales
que versan sobre los temas que tienen importancia para el elector de las
regiones. Hay estados donde la vialidad o sus deficiencias tienen
importancia capital, mientras que en otros el problema primado es la
inseguridad, o el desarrollo agrícola. Si los temas nacionales ocupan y monopolizan la
agenda se perderá espacio de discusión regional. Pero si además ese tema
es el de las comunas y el estado comunal, cuyas competencias usurparán las
competencias regionales y municipales, en clara y abierta ambición
centralizadora, ese atentado contra la descentralización es aún más
explícito.
A Chavez no le gusta la
descentralización. Eso es claro. Cuando el 4 de Febrero de 1992 él y sus
compañeros de armas intentaron dar un golpe de Estado fallaron gracias a
la descentralización. En aquella ocasión Miraflores, sede del gobierno
central, fue tomada, pero los gobiernos regionales resistieron con fuerza.
Carlos Andrés Pérez había dado tres años atrás un paso irreversible en la
modificación del Estado: la descentralización. Fue ella la variable que
detuvo las ambiciones de los golpistas. CAP había entendido que diluir el
poder, en lugar de concentrarlo, era clave para la supervivencia del
sistema. Ello le salvó y nos salvó.
La descentralización fue un logro
político importantísimo de la sociedad venezolana, fue la consumación de
la rebelión de los vecinos, el logro de una sociedad civil que se atrevía
a andar con sus propios pasos, alejada de la mano protectora de los
partidos políticos y hasta en abierto desafío a los mismos. Tiene además
nuestra sociedad clara conciencia del valor de las gestiones de sus
alcaldes y gobernadores, cuyos gobiernos en la mayoría de los casos suelen
ser mejor valorados que el del gobierno central. Los gobiernos regionales
acercan al gobernante a los problemas y, con ello, facilitan las
soluciones.
Pocos meses después de aquel 4F, los
golpistas intentaron repetir sus empeños. Esta vez el atentado contra la
descentralización fue más claro: el 27 de Noviembre de ese mismo año, a
escasos días de las elecciones regionales se produce un nuevo intento de
golpe de Estado, también fracasado. Ambos esfuerzos fallidos terminaron, mas
bien, fortaleciendo la descentralización. Una de muchas pruebas se
evidencia al observar que en las elecciones de 1993, tres de los
cuatro candidatos con chance venían de ser gobernadores de sus estados.
La animadversión entre Chávez y la
descentralización es de larga data. Cuando el presidente Chávez
llega al poder en 1998 su ambición centralizadora no se oculta. Sin
embargo los atentados contra los gobiernos regionales se habían venido
haciendo por vías indirectas: la principal de ellas escatimándoles a las
regiones sus recursos, burlando el presupuesto del estado al subestimar
los ingresos petroleros, lo que en la práctica implica la creación de
un presupuesto paralelo, sólo para el gobierno central. Ahora, con
el lanzamiento del estado Comunal, se atenta directamente contra
la descentralización. Si bien las comunas son espacios
participativos, esa participación no se hace mediante el voto directo, ni
universal, ni secreto, y su jerarquía obedece y responde al poder central.
El Estado comunal implica un poder descomunal del estado
centralizador, apabullando a los municipios. Es posible evitar este
control descomunal del poder si el 16D se restablece el equilibrio
de poderes.
Así pues, cuando usted vea escrito
“Comunas” debe leer “Centralismo”, es ésa su verdadera razón de ser. Las
elecciones locales, cuya convocatoria posterga el CNE de manera
deliberada, es otro importante atentado a la descentralización. La
descentralización promueve los espacios de gobierno que dan
viabilidad al buen gobierno. Son los municipios y los estados
quienes tienen en su esfera inmediata de actuación el mejorar la calidad
de vida de sus ciudadanos.
Toda campaña comunicacional política
exitosa debe estar bien focalizada alrededor de un mensaje que conecte con
las necesidades del elector. Si además ese mensaje es capaz de fijar la
agenda del debate tanto mejor. Y si encima ese mensaje es capaz de
construir un relato que explique los hechos de manera relevante, el
presente y el pasado reciente, estaremos ante un mensaje político muy
poderoso. Esta campaña regional tiene ante sus narices un mensaje de
esta naturaleza….
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