Por Thaelman Urgelles, 18/12/2012
1. La arrolladora victoria del chavismo en
las elecciones regionales del domingo ratificó el irremediable efecto inercial
de las elecciones mayores sobre las menores. Por ello las democracias sólidas y
tradicionales separan suficientemente tales procesos, dos o más años, para
evitar que los triunfadores de elecciones presidenciales se hagan
inmediatamente de todo el poder en subsiguientes comicios menores.
2. Ya lo sufrimos los opositores a Chávez en
2004, cuando las regionales se celebraron 3 meses y medio después del Referendo
Revocatorio ganado por Chávez en agosto de ese año. Fue una derrota tan severa
como esta, con el agravante de que perdimos Miranda, lo que no ocurrió hoy. Y
esta vez la separación entre una y otra fue criminal: apenas seis semanas.
3. Los candidatos de la MUD se enfrentaron,
pues, a una tendencia histórica no solo venezolana sino mundial. Así lo dijimos
cuando, sin embargo, animábamos a participar con el argumento de que había
serias oportunidades en un importante número de estados. No voy a desconocer
hoy aquellas afirmaciones, escritas con la mayor esperanza y sin duda dirigidas
a estimular el voto del electorado opositor.
4. La oposición perdió importantes espacios
de servicio público. El Zulia y Táchira son golpes demoledores y duros de interpretar, dadas las estupendas gestiones de ambos
gobernadores y la fortaleza antichavista que teníamos en el Táchira. Puntualizo
lo de “de servicio público”, porque esa derrota no saca de la lucha política a
un Pablo Pérez, quien tiene un enorme futuro por delante.
5. Las derrota en Carabobo y Nueva Esparta
son más comprensibles; se veían venir, dado el desgaste sufrido por ambos
gobernadores tras varios lustros de ejercicio del cargo. Ojalá que esta lección
la aprendan quienes no son capaces de predicar con el ejemplo. Lo mismo le
ocurrió a varios exgobernadores de larga data –Colmenares. Galíndez, Lippa-
quienes se hacen candidatos a base de maquinarias locales pero no logran
convencer a un electorado ávido de nuevos rostros.
6. El perfil de los 3 gobernadores que
lograron sobrevivir al arrrase contiene un mensaje muy claro para la comunidad opositora y para el país: se trata de
políticos surgidos en estos 14 años de lucha democrática contra el proyecto
totalitario, dos de ellos nacidos “en las entrañas del monstruo” y escapados de
allí por sus indiscutibles convicciones democráticas. Y el tercero –Capriles
Radonski- un fenómeno del crecimiento político, quien se reconstruyó como
hombre de centroizquierda a partir de un comienzo político en la centroderecha.
7. Los llamados partidos tradicionales
recibieron un neto mensaje de los electores, una auténtica tarjeta amarilla que
virará a roja si no ejecutan los cambios de actitud y modos de operar que la
gente no aceptará más. La retrechera arrogancia del Secretario General de AD,
negado a revisar su liderazgo también vitalicio en ese partido y tan locuaz
para arrojar sombras y sarcasmos sobre los nuevos líderes, terminó por arropar
la imagen de todo el partido.
8. Y lo de Copei no tiene nombre. Un partido
que no termina de salir de un bochornoso espectáculo de lucha interna y sale
con una estúpida cuña que ironiza a la “nueva política” en nombre de una fulana
“buena política”, y para ello trató de enfundarse los enormes pantalones de los
fundadores de la democracia. El infeliz episodio terminó por fulminar las
oportunidades de César Pérez Vivas en el Táchira.
9. Sin negar la amplitud e importancia de su
victoria, el chavismo también recibió lo suyo de los electores. La pérdida, de
una elección a otra, de 4 millones de votos, no es para estar demasiado
optimistas. Con todo el impulso inercial que traía del 7-0, con toda la
oportuna manipulación emocional de la gravedad de Chávez –con sus misas,
llanteríos públicos y mensajes ventriloquiales desde La Habana- los seguidores
del presidente sólo convocaron a poco más del 50% de su electorado.
10. Aunque la peor noticia para el PSUV fue
sin duda la imposibilidad de vencer a Henrique Capriles en Miranda. Miranda fue
Stalingrado, como certeramente lo calificó Fausto Masó apenas comenzaba la
campaña. Y nuestro Stalingrado resistió, pese a que el mayor esfuerzo
miliitante, amenazador, ventajista y financiero del gobierno estuvo concentrado
allí. Sólo con el propósito de liquidar a Capriles: el único hombre que puede
encabezar a la oposición con chance de victoria, en la batalla presidencial que
se avecina.
11. Cuando participé en una consulta sobre si
Capriles debía lanzarse en Miranda, opiné que era un error que lo hiciera.
Muchos pensaron igual, sobre todo en los días finales de la campaña. Hoy
reconozco que Capriles tuvo razón en hacerlo. Con todo respeto por Carlos
Ocariz, él no hubiese podido resistir el festival de ventajismo y chequera que
el chavismo montó en Miranda. Y además el triunfo de Henrique lo sitúa, sin ninguna
reserva, como el candidato democrático en las elecciones que se avecinan. Quedó liquidado cualquier debate mezquino al respecto.
12. En mi perfil de Facebook escribí el
domingo en la noche: “El chavismo lamentará toda su vida que en esta corrida el
toro Capriles se le haya ido vivo a los corrales. Verán que en pocos meses les
clava una cornada irremediable”. El optimismo instrumental del final de la
oración no disminuye la gran verdad de esta idea: con Capriles en el ruedo,
tenemos real oportunidad de competir con éxito en lo que viene; no digo que
tendrá la primera opción, pero es sin duda el único de nuestras filas que puede
escalar la monumental cuesta que tenemos enfrente.
13. El lúcido Fernando Mires -ya uno de
nosotros, tanta su generosidad con Venezuela- lo expresó de una manera que yo
nunca hubiese logrado: “Si yo estuviera en una imaginaria disyuntiva, pienso
que sería mil veces preferible ganar Miranda y perder todas las demás
gobernaciones a ganar todas las gobernaciones y perder Miranda”.
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