Por Embajador Nelsón Revanales,
Boletín 119, AIPOP, 17/12/2012
Al escribir esta
columna me viene el recuerdo de la frase repetitiva de un general GN durante el
Curso Superior de Seguridad y Defensa Nacional Número 8 en el IADEN quien
decía: “verdugo no pide perdón”.
La noche del sábado
pasado el presidente pareciera haber pretendido sorprender al país con algo que
a voces se decía y conocía. Aferrado a un crucifijo, me recordó la noche del 13
de abril; hablaba con el mismo nudo en
la garganta, pero la lección nunca la
aprendió. Tan a la prueba está, que en su proclama, a diferencia de la
del Libertador (fallecido en estas fechas), que pidió el cese de la lucha de los
partidos para bajar tranquilo al sepulcro; el líder único de la revolución
pidió unidad dentro de las FF.AA y el PSUV para apoyar al elegido de los
castros, ignorando a más de 6 MM que se oponen a su proyecto. En su angustia
olvidó que gobernó para dividir el país. Pero como dijo el propio presidente a
raíz de la tragedia de Amuay “La función debe continuar”.
La voluntad del
presidente -no sabemos si será la
última- abre grandes dudas, contradicciones y expectativas dentro de los
lideres reprimidos del chavismo, como lo son Diosdado, Elías y Adam a quienes,
“Imposibilitado el Rey” les costara gritar “Viva Nicolás I”.
Pasar el testigo a
Nicolás con esta designación divina,
abre una nueva dinastía tropical como la de Baby Doc en Haití. Recordemos que
ese mismo dedo le conculcó todas las competencias a un líder como lo es Antonio
Ledezma, elegido democráticamente por el pueblo a la Alcaldía Metropolitana La
designación a dedo es común en dictaduras mesiánicas como la dinastía de los
Castro, de los Kim Il Sum en Korea del Norte o de los Al Assat en Siria, puesto
que en estos existe el linaje de sangre; aunque en la historia existen casos
más sórdidos como el de Calígula en la antigua Roma, quien sin parentesco
de afinidad o consanguinidad nombró a su
caballo Incitatus, Cónsul de la
Provincia de Bitinia por agradecimiento por haberlo cargado y llevado.
En un país donde la meritocracia desapareció, eso resulta un gran merito.
El presidente en su
despedida repitió unidad, unidad, unidad para Maduro siete veces, pero ¿cómo puede pedir unidad alrededor de una
persona que hace apenas unos días llamó “Miserias Humanas” a quienes
preguntaban lo que nos dijo el presidente? Maduro no es producto de la decisión
de un cogollo, ni de un conciliábulo, ni de unas primarias; representa y es el
testaferro de los Castro.
La designación de
Nicolás I, rompe con toda la teoría constitucional y política del Socialismo
del Siglo XXI; con ella Chávez se vuela
la democracia participativa. No obstante
así como la historia tiene casos como el de
Calígula, también tiene el de transiciones como la de Franco con Adolfo Suarez
y de Gómez con López Contreras para no ir tan lejos; ambos venidos de las
entrañas del régimen. Ahora queda de Maduro, pasar a la historia como el
alabardero de los Castro, o si tiene la suficiente inteligencia como lo ha
demostrado, de ser el hombre de la transición.
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