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martes, 25 de diciembre de 2012

Nicolás I


Por Embajador Nelsón Revanales,
Boletín 119, AIPOP, 17/12/2012

Al escribir esta columna me viene el recuerdo de la frase repetitiva de un general GN durante el Curso Superior de Seguridad y Defensa Nacional Número 8 en el IADEN quien decía: “verdugo no pide perdón”.

La noche del sábado pasado el presidente pareciera haber pretendido sorprender al país con algo que a voces se decía y conocía. Aferrado a un crucifijo, me recordó la noche del 13 de abril; hablaba con el mismo  nudo en la garganta, pero la lección nunca la  aprendió. Tan a la prueba está, que en su proclama, a diferencia de la del Libertador (fallecido en estas fechas), que pidió el cese de la lucha de los partidos para bajar tranquilo al sepulcro; el líder único de la revolución pidió unidad dentro de las FF.AA y el PSUV para apoyar al elegido de los castros, ignorando a más de 6 MM que se oponen a su proyecto. En su angustia olvidó que gobernó para dividir el país. Pero como dijo el propio presidente a raíz de la tragedia de Amuay “La función debe continuar”.

La voluntad del presidente  -no sabemos si será la última- abre grandes dudas, contradicciones y expectativas dentro de los lideres reprimidos del chavismo, como lo son Diosdado, Elías y Adam a quienes, “Imposibilitado el Rey” les costara gritar “Viva Nicolás I”.

Pasar el testigo a Nicolás con  esta designación divina, abre una nueva dinastía tropical como la de Baby Doc en Haití. Recordemos que ese mismo dedo le conculcó todas las competencias a un líder como lo es Antonio Ledezma, elegido democráticamente por el pueblo a la Alcaldía Metropolitana La designación a dedo es común en dictaduras mesiánicas como la dinastía de los Castro, de los Kim Il Sum en Korea del Norte o de los Al Assat en Siria, puesto que en estos existe el linaje de sangre; aunque en la historia existen casos más sórdidos como el de Calígula en la antigua Roma, quien sin parentesco de  afinidad o consanguinidad nombró a su caballo Incitatus, Cónsul de la  Provincia de Bitinia por agradecimiento por haberlo cargado y llevado. En un país donde la meritocracia desapareció, eso resulta un gran merito.

El presidente en su despedida repitió unidad, unidad, unidad para Maduro siete veces, pero  ¿cómo puede pedir unidad alrededor de una persona que hace apenas unos días llamó “Miserias Humanas” a quienes preguntaban lo que nos dijo el presidente? Maduro no es producto de la decisión de un cogollo, ni de un conciliábulo, ni de unas primarias; representa y es el testaferro de los Castro.

La designación de Nicolás I, rompe con toda la teoría constitucional y política del Socialismo del Siglo XXI; con ella Chávez se  vuela la democracia participativa.  No obstante así como la historia tiene casos como el de  Calígula, también tiene el de transiciones como la de Franco con Adolfo Suarez y de Gómez con López Contreras para no ir tan lejos; ambos venidos de las entrañas del régimen. Ahora queda de Maduro, pasar a la historia como el alabardero de los Castro, o si tiene la suficiente inteligencia como lo ha demostrado, de ser el hombre de la transición.

Contacto: aipop@aipop.org / www.aipop.org

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