Daniel Labarca 15 de diciembre de 2012
Entrevista a Moisés Naim
“TODO es posible”, señala el
reconocido analista internacional Moisés Naím, cuando se le pregunta por los
caminos que se abren en Venezuela luego de que el Presidente Hugo Chávez
viajara a Cuba a operarse nuevamente del cáncer que le aqueja, y designara como
su sucesor político al vicepresidente Nicolás Maduro.
Columnista de gran peso e investigador
del Carnegie Endowment para la Paz Internacional, Naím asegura que es muy
pronto para anticipar el curso de los acontecimientos. Lo que sí tiene claro es
que el escenario regional sufrirá cambios importantes con el eventual
alejamiento definitivo de Chávez del poder.
Desde algunas tribunas, como la del
Washington Post por ejemplo, se ha señalado que con la actual situación de
Chávez, Venezuela podría vivir una larga situación de turbulencia y hasta
violencia. ¿Está de acuerdo con ese análisis?
Es muy temprano todavía para saber
cómo va a evolucionar todo, pero ciertamente el Presidente Chávez era también
una fuente de estabilidad, especialmente dentro de sus seguidores. Una vez que
él no esté -y a pesar de que él haya designado al vicepresidente Nicolás Maduro
como su sucesor-, no es obvio ni sostenible en el tiempo que los demás, que
tienen capacidades, recursos y muchas ganas de dirigir los destinos de
Venezuela, vayan simplemente a guardar silencio y ver pasivamente cómo el poder
es designado a dedo por un presidente que ya no está.
¿Cuán importante será el
comportamiento de las Fuerzas Armadas en este proceso?
Es definitorio. Lo que sucede con las
Fuerzas Armadas en Venezuela es que forman parte activa del proceso político.
El Presidente Chávez ha politizado las Fuerzas Armadas de una manera en la cual
es imposible alcanzar ningún cargo de relevancia o mando sin estar involucrado
en la política. Y estar involucrado en política hoy en Venezuela significa
tomar partido por alguna de las facciones que existen por debajo de Chávez.
¿Es posible que el oficialismo busque
una reforma constitucional para dejar a Maduro en el poder y evitar unas
posibles elecciones?
Todo es posible. Aunque, repito, es
muy temprano para predecir eso.
Según las señales que ha dado el
gobierno, ¿Chávez volverá al poder o no asumirá el 10 de enero?
Todo pareciera indicar que no asumirá.
Tanto las últimas declaraciones de Nicolás Maduro como las del vocero de
gobierno parecen estar indicando que están preparando a la opinión pública para
una clara posibilidad de que Chávez no pueda ser juramentado el 10 de enero
próximo.
¿De qué información fidedigna se
dispone hoy sobre el real estado de salud de Chávez?
La salud del Presidente Chávez es un
secreto de Estado. Desde que la enfermedad fue anunciada por él mismo, lo que
hemos tenido es un patrón recurrente, donde primero se anuncia la enfermedad;
luego se señala la necesidad de hacer un tratamiento; después, el Presidente va
a Cuba a realizarse un tratamiento desconocido para la opinión pública; tras eso,
él regresa a Venezuela diciendo que está completamente curado; y a los pocos
meses se repite el ciclo. Eso ya ha pasado cuatro veces. Y eso pasa así porque
no hay ningún médico que haya dado un parte respecto a su salud. La opinión
pública venezolana y mundial no tienen información precisa respecto a la
naturaleza, diagnóstico y pronóstico de la enfermedad del Presidente Chávez.
¿Cómo visualiza el panorama regional
ante una eventual ausencia definitiva de Chávez?
Cambia de manera bastante
significativa. Ciertamente, ninguno de sus posibles sucesores tiene el
arrastre, el carisma, la capacidad de inspirar a otros que tiene el Presidente
Chávez; ninguno es el símbolo en que él se ha transformado.
Pero, además, nadie tiene el dinero
del Presidente Chávez. Su ascendencia internacional es, primero, producto de su
carisma y su mensaje pero, de manera muy importante, porque podía disponer con
total libertad y sin ningún tipo de restricciones del dinero de todos los
venezolanos para distribuirlo como él decidiera hacerlo.
Eso forma parte esencial de la
exportación del modelo chavista al resto de América Latina. Una vez que no
existe el líder carismático y una vez que quien esté en el poder no disponga de
los recursos que dispuso el Presidente Chávez, la capacidad de exportar la
experiencia disminuye radicalmente.
¿Qué tipo de nuevos equilibrios pueden
generarse en la región a partir de su alejamiento del poder?
Tan importante como la enfermedad de
Chávez es el ascenso en México de (Enrique) Peña Nieto, quien está comenzando
unas reformas muy profundas, que claramente podría poner a México como uno de
los países de mayor crecimiento en América Latina.
Eso, en combinación con lo que está
sucediendo en países como Colombia, Perú y Chile, además de otros países de
Centroamérica, podría generar un eje de países exitosos que, en contraste con
Brasil, no son amigos automáticos, solidarios e incondicionales del chavismo.
Es importante recordar que desde que
Lula da Silva llegó al poder, y en lo que va del gobierno de Dilma Rousseff,
Brasil ha antepuesto sus intereses comerciales con Venezuela por encima del rol
que un líder regional debería jugar para contener las fuentes de inestabilidad
que se han venido irradiando desde Venezuela.
¿Subsistirá el Alba en ausencia de
Chávez?
Hay que recordar que el Alba es un
zombie, un muerto en vida. El Alba existe, camina, hace ruido, se reúne,
declara, pero cuando uno busca los logros, las realizaciones del Alba, vemos
que son mucho menos que el ruido que genera.
¿Cómo ve el futuro de países como
Bolivia o Nicaragua sin la ayuda venezolana?
Es un error igualar a Bolivia con
Nicaragua. Bolivia es un país con enormes recursos minerales y energéticos, y
que además tiene una oposición que está empezando a cuestionar y limitar el
poder de Evo Morales. En contraste, Nicaragua es un país muy pobre, uno de los
más pobres del mundo, que depende críticamente para su estabilidad económica de
las dádivas de Venezuela y de Chávez, y donde el Presidente Ortega ha impuesto
un régimen donde la oposición es más o menos irrelevante.
¿Puede generarse un auge de otras
instancias, como el Arco del Pacífico, a partir del alejamiento de Chávez?
Estoy convencido de eso. Pero a eso
hay que añadir que el Presidente Obama, en su segundo período, va a estar
buscando oportunidades, iniciativas, amigos y alianzas en América Latina.
Estados Unidos tiene una larga historia de frustraciones en su relación con
Brasil; en cambio, tiene muy buenas relaciones con México, Colombia, Chile, y
también con Perú. Entonces, Estados Unidos puede formar parte de este nuevo
mapa de la región.
Entonces, ¿la ausencia de Chávez puede
terminar allanando un acercamiento entre Estados Unidos y Brasil?
No. Yo creo que Chávez no era la
fuente fundamental de los desencuentros entre Brasil y Estados Unidos. Creo que
tanto Lula como Dilma tienen una base política que no les permite tener una
relación cercana y cálida con Estados Unidos. Ellos se pueden dar el lujo de
ser muy ortodoxos en lo que se refiere a su política económica y muy
socialistas en lo que les desean a sus países vecinos.
¿Cree que hay algún líder en la región
que pueda recoger el “testigo” de Chávez?
Lo intentará claramente Rafael Correa,
de Ecuador. Pero él no tiene ni el carisma ni el tamaño del país ni la chequera
del Presidente Chávez.
¿Qué peso específico tenía Chávez en
la región en el último tiempo? ¿Mantenía su influencia o ésta ya venía en
retroceso?
En Centroamérica era definitorio. En
Sudamérica, en tanto, jugó un rol fundamental, en su momento, en Argentina.
Recordemos que fue gracias al apoyo financiero de Venezuela que Argentina pudo
llevar adelante una serie de políticas sociales, y merced a eso tuvieron una
alianza muy fuerte.
Evidentemente, con Bolivia tuvieron
una relación muy cercana. Pero repito que esto dependía más que nada de que
Venezuela tenía capacidades financieras que hoy han sido despilfarradas y que
ya no tiene.
En el ámbito local, ¿cree que el
chavismo está absolutamente comprometido con Maduro o podrían empezar a surgir
divisiones internas? ¿Es viable la mantención del chavismo en el tiempo con el
liderazgo de Maduro?
Una de las cosas más importantes es
que las jefaturas políticas del chavismo fueron educadas por Chávez, se
formaron políticamente junto a él. Y el mensaje central de cómo opera Chávez es
que el poder no se comparte. Si ellos han aprendido algo de Chávez es que el
poder no es para compartir, el poder es para ejercerlo unilateral y totalmente
concentrado en una persona. Chávez no compartió el poder con ninguno de sus
aliados, con ninguno de colaboradores y hombres de confianza.
La rotación de ministros en Venezuela
es una de las más altas del mundo, no hay cargo más fugaz que ser ministro de Chávez.
Y, ciertamente, él no le reconoce nada a quien no suscribe sus opciones
políticas.
A sus adversarios políticos no les
reconoció ni siquiera el derecho de existir, simplemente por tener una opinión
diferente. Eso fue lo que aprendieron y la manera en que se formaron sus
seguidores y, por lo tanto, eso va a regir las relaciones entre ellos. No hay
nada parecido a compartir el poder.
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