Por Miguel Valverde, 17/12/2012
Venezuela empezó a navegar en aguas
turbias. La salud del presidente, que en los últimos 18 meses ha sido una de
las variables de mayor peso en la ecuación política del país, nuevamente se
vuelve el centro de atención –y tensión- principal, incluso más que las
elecciones regionales realizadas ayer.
Esta vez, a diferencia de todas las anteriores, es de boca del
presidente Chávez y de los más altos funcionarios de su gobierno que nos
enteramos de la gravedad de su condición. Debido al secretismo con el que se
manejó el tema desde el principio, el anuncio de Chávez de que debía operarse
por cuarta vez de un cáncer que no logra vencer tomó por sorpresa no solamente
a la población en general, sino también, incluso, a la gran mayoría de los
funcionarios de su propio gobierno.
En los últimos días, su posible sucesor, Nicolás Maduro, empezó a hacer
todos los esfuerzos para mantener al chavismo unido ahora bajo su figura, como
expresamente lo pidiera Chávez. No será una tarea fácil, especialmente si el
presidente no se encuentra en sus mejores condiciones físicas para gravitar de
manera determinante en las decisiones de su gobierno y de su partido. Mientras
tanto, algunos otros “cabecillas” ya empezaron a hacer sus cálculos y a mover
sus fichas.
El peor error que la oposición podría
cometer –o, mejor dicho, que algunos ya están cometiendo- seria subestimar a
Maduro, así como subestimaron a Chávez hace 14 años. En una eventual nueva
elección presidencial -planteada por el propio presidente en caso de que su
salud no mejore- no debemos olvidar que con las condiciones electorales
actuales, los recursos económicos y estructurales, e incluso con un Chávez
disminuido pero vivo levantándole la mano, Maduro como candidato del oficialismo sería
muy difícil de vencer.
La crisis de una persona, o incluso la
de un partido, no puede ser la crisis de todo un país. Evitar esto dependerá de
la capacidad del liderazgo político y de la sociedad civil informada y
organizada de defender sus derechos por sobre cualquier interés individual. En un momento histórico tan
complejo como éste, la oposición no necesita candidatos, necesita líderes. Aquellos que lejos de buscar
acomodarse en el poder, estén dispuestos a armarse de valor y a decir la
verdad.
Esta crisis en la que Venezuela hoy se
encuentra puede ser la oportunidad para que el país encuentre su punto de
inflexión y comience una etapa de reconciliación. Dependerá de si logramos
derrotar a la locura. Son tiempos de cordura.
Publicado por:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico