Por Fernando Ochoa
Antich, 17/12/2012
Venezuela enfrenta una de las más graves crisis políticas de su
historia. La angustia empieza a ser una constante en la opinión pública. Es tal
el nivel de incertidumbre que nadie se siente capaz de señalar el futuro. Para
colmo, los altos personeros del régimen utilizan la información sobre la salud
de Hugo Chávez de una manera tan sesgada que la noticia de una hemorragia
ocurrida durante la operación la conoció el país 24 horas después. Esta manera
de actuar hace realmente difícil poder determinar las acciones que deben tomar
las distintas fuerzas sociales y políticas para encontrar una solución al
inmenso reto que tiene nuestro país. La crisis nacional se hace aún más
delicada cuando Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, sin ninguna prudencia,
siembran el odio entre los venezolanos.
Es imprescindible, para poder entender lo que ocurre, analizar las
causas que nos condujeron a esta compleja situación para poder determinar las
responsabilidades que corresponden. La Constitución de 1999 estableció la
posibilidad de una sola reelección. Esa norma ya era inconveniente debido a lo
largo del período presidencial. La ambición de poder de Hugo Chávez lo llevó a
plantear en la reforma constitucional de 2007 la reelección indefinida. Los
venezolanos, con inteligencia, derrotamos esa aspiración en el Referendo
Aprobatorio. Hugo Chávez violó la Constitución Nacional al presentar una
enmienda a ese artículo, en el mismo período presidencial, que permitiera la
reelección indefinida. Esa es la causa por la cual Hugo Chávez pudo volver a
ser candidato.
Este fue el inicio del problema, pero lo más grave fue lanzar su
candidatura presidencial conociendo de antemano que no había superado la grave
dolencia que lo aqueja. Todos lo escuchamos decir a los venezolanos que se
encontraba en perfecto estado de salud. Es verdad, que la opinión pública
percibió que su desempeño en la campaña mostraba que se encontraba enfermo,
pero por más que se señaló públicamente, siempre lo negó con gran firmeza,
logrando que vastos sectores nacionales le creyeran. Hay un hecho que es aún
más preocupante: la fecha de las elecciones se adelantó ante la certeza que
existía de que la operación iba a ser necesaria en los primeros días de
diciembre. No existe otra explicación posible a la coincidencia de fechas.
Estas son realidades que están a la vista. Es verdad, que el problema
tiene un trasfondo mucho más delicado: la total falta de independencia de los
poderes públicos. Ninguna de esas triquiñuelas se hubiese podido realizar con
un Poder Judicial capaz de decidir con absoluta libertad. Nadie duda, en este
momento, que la razón de permanecer como candidato era el convencimiento que
existía de que Henrique Capriles era capaz de derrotar a cualquier otro
candidato del chavismo que no hubiese sido Hugo Chávez. De todas maneras, aún
así su triunfo está siendo cuestionado por amplios sectores de la opinión
pública, que están convencidos de que no hubiese ocurrido si se hubiera
mantenido el necesario equilibrio durante la campaña electoral.
Lo grave es que no se perfila ninguna solución a esta crisis política.
Los actos de solidaridad con el presidente Chávez lo han demostrado claramente.
Sus herederos, sea Maduro o Diosdado, se han presentado más radicales que Hugo
Chávez. Su tesis de imponer a raja tabla la revolución y el socialismo del
siglo XXI no puede conducir sino a la violencia. Es una ilusión creer que se
puede establecer una hegemonía política, si claramente ese proyecto ideológico
es enfrentado por la mitad de los venezolanos. Esta realidad ya ocurría siendo
el jefe de la revolución Hugo Chávez. Ahora, impedido como está de continuar al
frente de sus funciones, sus herederos serán incapaces de mantener la unidad
interna y preservar la empatía que Chávez tiene con los sectores populares.
Lo prudente sería que la alta dirigencia del chavismo modificara el
estilo de enfrentamiento que ha caracterizado la gestión de Hugo Chávez.
Querer repetirlo es un absurdo. No solo no podrán hacerlo sino que
conducirían a Venezuela a un enfrentamiento nacional. El momento político es
complejo, pero existen unas muy pequeñas posibilidades de crear un diálogo
constructivo entre el PSUV y la oposición respetando los principios
fundamentales de toda democracia: pluralismo político, alternancia republicana,
independencia de los poderes públicos y libertad de opinión. Ese es el único
camino posible para superar la crisis. De lograrse, el PSUV podría
transformarse en un gran partido que, al lado de otras fuerzas políticas, se
alternara pacíficamente en el poder.
fochoaantich@gmail.com
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