Por Vladimiro Mujica, 13/12/2012
Tal parece que las rutas, con frecuencia
impredecibles, de la biología y la providencia se han juntado para despejar un
punto de inflexión en la compleja situación política de Venezuela. El anuncio
de la recidiva del cáncer que padece ha colocado nuevamente en el centro de la
discusión política el tema de la salud del presidente, y de las consecuencias
de su inhabilitación temporal o permanente para ejercer su cargo.
Frente a la precariedad del liderazgo que
dejaría a cargo de su proyecto político y al enfrentamiento interno entre la
facción del ungido Nicolás Maduro y los otros aspirantes a delfines, lo mínimo
que puede afirmarse es que al experimento político que es el chavismo le
resultará difícil sobrevivir sin su creador y líder indiscutido. Ni el carisma,
ni la conexión cuasirreligiosa que existe entre Chávez y parte del pueblo
venezolano se puede heredar.
La incertidumbre, una marca definitoria de la
Venezuela de estos últimos años, se ha agravado en muchos sentidos con el
anuncio del presidente y su partida forzada a Cuba. Debo aclarar que yo nunca
me he contado ni entre quienes se alegran de los padecimientos del presidente
ni entre quienes le atribuyen poderes mágicos para recuperarse o habilidades
políticas sobrehumanas. Chávez es un extraordinario dirigente político que se
apoya en fuerzas profundamente negativas para cualquier sociedad: el
resentimiento y la división del pueblo. El expresidente de Francia, Francois Mitterand,
estuvo por catorce años con cáncer gobernando en el Palacio del Elíseo sin que
su dolencia transcendiera mucho a la opinión pública. Mucha gente sobrevive
durante muchos años a esta terrible enfermedad con los tratamientos adecuados.
Así que no considero ni una bendición ni un milagro nada de lo que ocurre. Lo
que sí estimo de mucha importancia es evaluar tanto la manipulación política
que hace el chavismo, y el propio Chávez, de su enfermedad y, sobre todo, la
conducta que seguirá la alternativa democrática si se produce una nueva
elección presidencial.
Creo que debe desecharse definitivamente, por
absurdo, por insultante para la inteligencia de los venezolanos y por
profundamente antidemocrático el argumento de que no se debe discutir a fondo
lo que está pasando y lo que va a pasar porque se corre el riesgo de asustar a
la gente frente a una eventual jornada electoral. Todo lo contrario: es
indispensable analizar a fondo lo que ocurrió en la elección presidencial del 7
de octubre, el mensaje del candidato, la selección de un nuevo candidato y la
construcción de un mensaje que finalmente despeje el camino para presentarle al
país una alternativa de reconciliación y reencuentro de los venezolanos.
Creo que será muy difícil proponerle al país
un método distinto a las elecciones primarias para eventualmente escoger un
candidato. Pero mucho más allá de esto creo que es indispensable repensar el
acercamiento entre la cuestión electoral y la lucha social. La propuesta de
reconciliación sólo tiene sentido si se la amarra con alternativas reales a los
padecimientos de los venezolanos. De otra manera una idea que es en sí muy
poderosa suena a palabrería hueca. Pero ahí no termina la lista de asignaturas
pendientes para la alternativa democrática: hay que darle más contenido a la
unidad a través de símbolos únicos como la tarjeta y también produciendo el
acercamiento entre los partidos políticos y la sociedad civil a través de
organizaciones como las universidades y los sindicatos. La idea de que puede
emprenderse una lucha simultánea contra la IV y la V República es inaceptable y
conduce a profundas divisiones. Ninguna organización política ni individuo
puede pretender apropiarse la fortaleza de la unidad. Este es un momento
crucial en que o nos salvamos todos juntos o no se salvará nadie.
Por último, el tema de las garantías
electorales para ir a una nueva elección no puede seguirse esquivando. Tan
indispensable como participar en los procesos electorales es asegurar que la
conflictividad social irá en aumento si no se garantiza la transparencia del
acto electoral. Este es el juego con las dos manos que le hace falta con
urgencia a la alternativa democrática para enfrentarse a la conducta abusiva
del gobierno y el CNE. Pero el mismo debe estar acompañado de la indispensable
preparación interna para la defensa del voto y la participación sobre la cual
se avanzó mucho en las elecciones anteriores pero donde al mismo tiempo quedan
indiscutiblemente espacios para mejorar.
El juego de la incertidumbre en el que estamos
obligados a participar contra un adversario inescrupuloso y astuto tiene, en
realidad, un conjunto de reglas y condiciones que estamos forzados a discutir.
Los partidos políticos son indispensables en este proceso pero al mismo tiempo
son insuficientes. Entender esta complejidad contribuye, paradójicamente, no a
debilitar a la MUD sino a fortalecerla a través de la acción conjunta con la
sociedad civil.
Entender lo que pretende hacer el chavismo es
muy importante. Pero al mismo tiempo es esencial hacer lo que nos toca hacer
frente a lo que se anuncia como un complejísimo juego alrededor de lo que se
intenta manejar como una sucesión presidencial en un país, como afirmó Henrique
Capriles, donde esa figura es inexistente en nuestra Constitución.
Vladimiro Mujica es miembro de Compromiso
Ciudadano
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