Por Mario Villegas, 23/12/2012
Columna de Puño y Letra
Que el espíritu navideño reine en Venezuela durante todo el 2013 es algo
perfectamente deseable, pero éste podría no ser más que un idílico anhelo de
fin de año si no nos aprestamos todos a dar las contribuciones que a cada uno
toca.
Las certezas, pero sobre todo las incertidumbres políticas, económicas y
sociales que deja abiertas el año que termina, recomiendan grandeza y sensatez
por parte de todos los sectores para evitar alteraciones a la paz y los nunca
descartables riesgos para la estabilidad democrática.
Por supuesto, el primer obligado es el gobierno, de cuya palabra y
acción dependerá en buena medida el rumbo y el tono de los acontecimientos.
Poco abonan en esa dirección ciertas expresiones destempladas contra la
oposición por parte del vicepresidente Nicolás Maduro, cuya enorme
responsabilidad institucional debería aconsejarle más vocación al diálogo y
menos concesiones a la intolerancia y a la provocación.
Obligada también está la oposición a converger en la construcción de un
ambiente favorable a la paz y a la estabilidad nacional. Y ambos, tanto el
liderazgo del gobierno como el de la oposición, deben estar listos a disuadir y
a enfrentar cualquier aventura, sea o no violenta y cualquiera sea su signo
ideológico, destinada a pisotear la constitución y los derechos que ésta
consagra.
Las incógnitas acerca de la salud del presidente Chávez y su toma de
posesión el 10 de enero, la posibilidad de un interinato y la convocatoria de
nuevas elecciones presidenciales, los ya anunciados comicios municipales de
mayo, la inminencia de un adverso panorama económico y sus graves consecuencias
sobre la gestión pública y las ya precarias condiciones sociales de las grandes
mayorías del país, aunado al insoportable clima de inseguridad personal que
vivimos los venezolanos, constituyen un complejo y delicado escenario en el
cual han de moverse, ojalá que con inteligencia y sentido patriótico, los
distintos actores institucionales, políticos, económicos y sociales de la vida
nacional.
Y, por supuesto, entre esos actores estamos también los periodistas y
los medios de comunicación públicos y privados, cuyo acucioso y responsable
concurso es definitivamente irrenunciable.
BREVES
Supervivientes de la antigua oligarquía
La semana pasada publiqué una opinión del presidente del Instituto
Nacional de Estadísticas, Elías Eljuri, según la cual los empresarios europeos
se conforman con ganancias del diez o doce por ciento, mientras que los
venezolanos pretenden ganar el cien o doscientos por ciento. Ante esa
afirmación, le pregunté si los empresarios socialistas de Venezuela se
conforman con ganancias del diez o doce por ciento, a lo que Eljuri contestó:
“Un empresario socialista que no se conforma con ganar el doce o quince por
ciento no es socialista nada”. A propósito del tema me escribe el
internacionalista Fermín Toro Jiménez, militante del Partido Comunista y ex
embajador de Venezuela ante la Organización de las Naciones Unidas, quien
sostiene que esos empresarios que aspiran ganancias del cien o doscientos por
ciento son “supervivientes ideológicos activos de la antigua oligarquía
vernácula, o como aventajados aspirantes, discípulos o aprendices de brujos de
éstos, que ‘asimilaron’ esta pérfida herencia de los primeros mercaderes
anglosajones establecidos en nuestros puertos entre 1824 y 1830, que fueron el
núcleo fundador de la clase usurpadora del poder, que como agente del Imperio
Británico, acabó con la República de Colombia y nos transformó en un
melancólico Protectorado inglés por todo el siglo XIX y parte del XX, hasta ser
suplantados, los ingleses sin cambio alguno en el dominio por los Estados
Unidos, desde 1945”. Según Toro Jiménez, esta herencia anglosajona fue “la que
enseñó a la oligarquía la práctica de la usura, que infiltró, como un veneno,
alterando con el tiempo la conducta de todo el cuerpo social, particularmente
de las capas medias, y es la raíz y enseña de la llamada ‘viveza criolla’, un
mal que nos agobia hoy día en todas sus manifestaciones, y no la llamada
idiosincrasia venezolana o la herencia española como sostienen o han sostenido
algunos trasnochados como Francisco Herrera Luque”.
mariovillegas100@gmail.com
Twitter: @mario_villegas
Publicado en la Edición Impresa del Diario 2001
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