Por Miguel Valverde, 16/12/2012
Vamos a dejar algo muy claro para evitar cualquier malentendido: por sobre todas las cosas, hay que votar. Hay que hacerlo no solamente para preservar los espacios de poder que se tienen y desde los cuales se puede hacer una resistencia más efectiva, sino principalmente porque es el derecho de cada venezolano. El voto no debe ser visto como un “favor” a quien uno se lo confía, sino más bien como un derecho al que nadie puede renunciar. Especialmente ante los últimos acontecimientos y el anuncio del presidente Chávez el sábado en la noche.
Ahora, como ciudadanos racionales, los venezolanos también tienen todo el derecho de exigir que sus líderes políticos les digan la verdad, y éstos tienen la obligación de hacerlo. Es incomprensible, e inaceptable, la irresponsabilidad con la que algunos de ellos encaran las elecciones del próximo domingo. El inocente “optimismo” con el que analizan una coyuntura tan compleja como la actual solamente demuestra que es poco lo que algunos aprendieron de la dolorosa derrota del pasado 7 de octubre.
Las condiciones en las que la oposición enfrenta una nueva batalla electoral no han mejorado, quizás incluso hoy son peores que hace dos meses. Seguramente el entusiasmo del elector opositor también es menor, algo absolutamente comprensible. Por eso, no es “fatalista” pensar en un escenario donde los resultados no sean los deseables. Además, con las actuales condiciones, las probabilidades de victoria de un candidato chavista –Maduro, por decisión del presidente- en una próxima elección presidencial siguen siendo muy altas.
¿Cuál es entonces el gran reto para el liderazgo opositor? Evitar que el 17 de diciembre sea otro 8 de octubre. Hacer todo lo que esté en sus manos para que las calles de Venezuela no amanezcan una vez más vacías y cubiertas por un manto de desánimo absoluto. Para eso, la herramienta más poderosa es una sola: la verdad.
Sí, se debe llamar al voto, pero no para hacerles creer a los venezolanos que con ese solo hecho se podrán cambiar las cosas, eso sería llevarlos de la mano a otra jornada de decepción y depresión. El voto debe ser claramente un acto de dignidad contra todo lo que hoy consideramos injusto y a favor del país con el que soñamos. Pero, ante la realidad actual, eso es lo de menos.
Este país necesita hoy más que nunca de ciudadanos informados, organizados y comprometidos que, con gallardía, exijan que se respeten las leyes y la Constitución. Personas que defiendan sus derechos y extiendan su mano a otros que defienden los suyos. Venezuela demanda ciudadanos que superen la indiferencia que nos arropa y que, con valor y conciencia, construyan un país sobre valores y no temores.
Tomado de:
http://guayoyoenletras.net/index.php/2012-08-06-05-07-46/editorial/374-editorial-139
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