Por Jaime Daremblum, 29/11/2012
Publicado en el Diario La Nación de
Costa Rica
Una simple mirada a
nuestro entorno evidencia el profundo impacto de la Internet en la vida diaria.
Así lo atestigua la intensidad con que cada día se revisa Facebook y se debate
en Twitter, hasta las maneras en que compramos y vendemos, pasando por la sed
de información constante de parte de estudiantes, académicos, empresarios y la
sociedad entera.
Libertad,
creatividad, experimentación e innovación constantes han sido los factores
cruciales para alcanzar esas dimensiones. En la Internet cada uno puede
experimentar, proponer y perseguir sus sueños. No tiene propietario propiamente
dicho y los usuarios escogemos entre una oferta siempre creciente, determinando
el nivel de éxito de las propuestas. Aquí radica el aspecto clave: al brindar
un ambiente que no solo permite sino que además estimula y premia la
experimentación creativa, la Internet ha deparado inmensos beneficios para sus
usuarios que somos la abrumadora mayoría.
"Si no está
roto, no lo arregle". Por ello preocupan planteamientos que se discutirán la próxima semana en
la Conferencia Mundial sobre Telecomunicaciones Internacionales, en Dubái, que
podrían dar al traste con el exitoso modelo organizativo de la Internet.
Algunas propuestas darían a los Gobiernos control sobre la información
procedente del exterior, lo cual abriría potenciales avenidas de
censura. Asimismo, podrían variar el modelo abierto en que se basa la
Internet, e incluso modificar su carácter universal, llevando a que cierta
información esté disponible solo en ciertos países. Tales iniciativas traen a
la mente el viejo proverbio sobre la importancia de no pretender arreglar lo
que no está roto.
Latinoamérica ha
visto acelerarse la penetración de la Internet en los últimos años, un fenómeno
que también está dándose en África y Asia.
El año pasado la
región duplicó el porcentaje de usuarios que había en el 2001. Y Rodrigo de la
Parra, vicepresidente para Latinoamérica de ICANN, el órgano que supervisa
Internet, estimó en una entrevista con la agencia francesa AFP que en la
próxima década ese crecimiento volverá a duplicarse.
Por su parte, un
estudio del Boston Consulting Group sobre la economía de Internet en el G-20
vaticinó que para 2015 la cantidad de usuarios en los países en desarrollo de
esa agrupación duplicará a la de usuarios en naciones desarrolladas (1.390
millones versus 672 millones, respectivamente). En contraste,
hace apenas 7 años la relación entre ambos sectores del G-20 era al contrario
(238 millones en países en desarrollo y 508 millones en los desarrollados).
Para Costa Rica,
esa tasa de crecimiento ha sido aún más pronunciada. Según datos de la Unión
Internacional de Telecomunicaciones, los usuarios de Internet pasaron de 5,8%
en el año 2000 a 42,12% el año pasado, un crecimiento de más de 7 veces en una
década. Así, en el caso nacional, la Internet y los avances que conlleva cubren
cada vez a mayor cantidad de personas, al igual que ocurre en Latinoamérica y
otras regiones del mundo.
Fomentar mayor
acceso. No hay
duda de que conviene contribuir a que este proceso adquiera cada vez mayor
rapidez y beneficie a todos, a fin de evitar brechas sociales. Para esta
finalidad, deben privilegiarse las acciones que fomenten mayor acceso a la
Internet de un modo efectivo y sin poner en riesgo su esencia. De ahí que sea
preciso evitar los peligros de imponerle trabas y reglamentos porque las
camisas de fuerza pondrían en riesgo la innovación, la experimentación y la
libertad creativa que han hecho posible el éxito de la Internet.
En este sentido,
deberían removerse las barreras a la inversión extranjera directa en estas
áreas y abrir los mercados, lo cual algunos países que tienen atrasos en su
desarrollo de Internet aún se niegan a hacer, tal y como Costa Rica se negó por
años. En nuestro caso, con solo un año de apertura subió en un 50% la cantidad
de personas poseedoras de Internet móvil, según una encuesta de Demoscopía.
Esto, junto a la expansión del servicio mediante las empresas de cable,
aumentará notablemente la tasa de crecimiento y acelerará nuestra vinculación a
la economía digital.
La experiencia
nacional demuestra el profundo impacto que tiene la remoción de barreras para
promover el acceso a las tecnologías de la información y las comunicaciones.
Por ello, es de esperar que nuestro Gobierno impulse internacionalmente
políticas que incentiven positivamente un mayor acceso a la Internet. Sin
embargo, debemos hacer mucho más, como sería promover un alto internacional a
las medidas restrictivas que contradigan las normas vinculadas a la OMC y ponen
en riesgo el modelo actual de la Internet y sus indudables beneficios para
todos.
Ambassador Jaime Daremblum is a Hudson
Institute Senior Fellow and directs the Center for Latin American Studies.
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