Por Vladimiro Mujica, 9/10/2014
Los venezolanos tenemos que recurrir a veces a
fuentes de conocimiento inusuales para muchos de nosotros, aunque perfectamente
respetables, para entender lo que está ocurriendo en nuestro país. Cortesía de
las omnipresentes redes sociales, me topo con un programa de la televisión de
Miami y las declaraciones de un caballero de nombre Carlos Valdés quién se
presenta como un Santero Mayor, un Oba Oriate de la religión yoruba, conocedor
a fondo del tema de la santería y los babalawos. No es la primera vez que se
menciona la importante influencia que la santería y las prácticas yorubas
tienen en la conducta de varios miembros prominentes del chavismo, sobre
quienes se dice que son practicantes de estas creencias.
Aclaro que yo tengo el mayor respeto por las
creencias religiosas de la gente y creo que comprender este tipo de influencias
en las conductas de nuestros gobernantes y sus decisiones es importante en
tanto que nos afectan a todos.
No salgo pues de mi asombro cuando el Sr. Valdés
explica en televisión que el presidente Maduro es también practicante de
creencias yorubas y que su signo es el del cangrejo, Odu Otura Meyi . Busco
ávidamente la información en el sitio web (http://centroyoruba.blogspot.com/2013/12/por-que-el-cangrejo-no-tiene-cabeza.html)
y me encuentro con una historia que involucra a Obatalá, el Orisha mayor de la
religión yoruba, creador de la tierra y escultor del ser humano. La transcribo
aquí:
¿Por qué el cangrejo no tiene cabeza?
Pasaba un día el cangrejo y escuchó una
conversación en la cual Obatalá anunciaba que le sería colocada la cabeza a
todos los habitantes de la tierra. Al escuchar esto, el cangrejo recorrió la
tierra avisando a todos la buena noticia para que todos acudieran a los pies de
Obatalá. Luego de esto el cangrejo acudió a la casa de Obatalá, encontrándose con
la mala noticia de que las cabezas se habían acabado quedándose él sin cabeza,
es por esta razón que el cangrejo al no tener cabeza, camina de la forma en que
lo hace ya que al no tener cabeza no logra orientarse sobre un camino definido.
Terminaba el Sr. Valdés señalando que el caso de
Venezuela era precisamente el de un cangrejo dirigiendo un pueblo.
Yo no sabía si reír o llorar frente a este análisis
que la conductora del programa presentó como riguroso y revelador. Lo cual
probablemente es cierto dentro de los parámetros utilizados por el analista.
Por supuesto que estoy muy lejos de compartir la
idea de que comprender el caso venezolano se facilita con tesis religiosas,
excepto para incluir como elemento de análisis la manipulación que se hace de
la figura del Comandante Eterno para transformarlo en una figura benévola y
celestial. Años de formación universitaria y haber crecido en un hogar con un
padre comunista y agnóstico me han enseñado a creer en otras rutas de análisis
y conocimiento. Pero la explicación del Sr. Valdés tiene para mí el valor de
que probablemente mucha de nuestra gente se la crea, tal es el impacto que la
santería tiene en Venezuela.
Inevitablemente, pienso en la imagen del cangrejo y
no me queda otro remedio que imaginarme a mi país como esta criatura,
retrocediendo en literalmente todos los aspectos que hacen amable la vida. La
doctrina del resentimiento que ha enfrentado a los venezolanos ha ido generando
una mayoría cuya expresión más dolorosa es la salida de miles de jóvenes talentosos
que escapan de nuestras tierras. Ellos son la demostración más explícita de que
ya se ha construido por sí misma la nueva mayoría de la que tanto se habla por
los predios de la oposición. Ella está constituida por los “sin futuro”, una
categoría que incluye primariamente a los jóvenes que no encuentran ninguna
posibilidad de armar sus vidas en un país que les cierra todas las puertas.
Quizás el hecho más importante por su connotación política sea la circunstancia
de que ni los jóvenes “azules” ni los jóvenes “rojos” tienen futuro.
Probablemente esa es la verdadera mayoría a la que el movimiento que logre
articular elecciones con resistencia pacífica y constitucional para provocar un
cambio en Venezuela debe dirigirse.
Como son las paradojas de los hechos sociales: las
políticas del cangrejo han arruinado al país y, al mismo tiempo, han terminado
por acercar a la gente en su condición de víctimas de un desgobierno que les
roba su futuro a todos. Queda en manos de la dirigencia del movimiento de resistencia
ciudadana en que debe transformarse la oposición venezolana encontrar las
claves para darle direccionalidad política al descontento de la mayoría.
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