Carlos Romero Mendoza / 05 de noviembre de 2014
@carome31
Mucho antes que el Alcalde existiera
como actor político local, electo gracias al voto directo, secreto y universal;
la historia política venezolana, registra una evolución cualitativa de gran
importancia en el sistema electoral utilizado para la elección de los
concejales, luego de la muerte del General Juan Vicente Gómez.
El 2 de junio de 1979, el diario El
Nacional en su página 2 de Información, revela parte de esa historia, a través
de un reportaje firmado por Antonio Marín y que tituló: Cuando el pueblo votó
en 1944. Las terceras elecciones
municipales.
Antonio Marín, el 2 de junio de 1979,
desarrolló una interesante entrevista a 3 actores políticos testigos de
aquellas elecciones, el primero de ellos Luis Beltrán Prieto Figueroa
(1902-1993); el segundo Gonzalo Barrios (1902-1983) y el tercero fue Rodolfo
Quintero (1909-1985).
El reportaje recuerda que en 1944
nuestro país se identificaba como República de los Estados Unidos de Venezuela
y era una sociedad con muy escaza “concepción del sistema electoral”; sólo podían ejercer el derecho al sufragio
los mayores de 21 años que pudieran leer y escribir, era un país en el cual el
50% de su población era mujer y no participaba electoralmente, y en el restante
50% había una importante población que era analfabeta, por lo tanto, el total
de electores terminaba siendo muy reducido en relación a la población general.
Para el Gobierno de Isaías Medina
Angarita, esas elecciones municipales del 22 de octubre de 1944 eran muy
importantes, pues venían de dos procesos electorales en los cuales habían sido
derrotados, por lo tanto el gobierno se había preparado para ganarlas; a tal
fin, creó un partido llamado Partido Democrático Venezolano (PDV), con el cual
pretendía derrotar al partido Acción Democrática (AD).
El proceso electoral de 1944 era muy
particular, pues el ejercicio del voto se hacía escribiendo el nombre, apellido
y parroquia por la cual se elegía al candidato. Esta modalidad, permitió que el
gobierno y los partidos promovieran campañas de alfabetización, con la única
intención de garantizar un importante número de electores. Por lo tanto, una vez que el varón de 21
años lograba escribir su nombre y apellido, la parroquia en la que residía,
entonces se registraban en las jefaturas para hacerlo elector y se les
enseñaban el nombre, apellido y parroquia del candidato a elegir.
Nótese que en 1944 pareciera que
electoralmente la demarcación territorial parroquial tenía mucho más valor que
la que hoy 2014 posee, aún siendo reconocida como “entidad local”.
Luis Beltrán Prieto Figueroa, en aquella
entrevista realizada en el marco de otra elección municipal celebrada en 1979,
pero con características más universales y directas en el ejercicio del voto,
cuestionó la forma de organización del sistema electoral de 1944,
principalmente porque a través de la campaña de alfabetización, el gobierno
impulsó directamente a sus propios candidatos.
En aquellas elecciones de 1944, recuerda
Luis Beltrán Prieto Figueroa que perdió en la Guaira, allí sólo participó el
10% de los electores previstos, pero advirtió que si no le hubieran anulado
tantos votos, numéricamente le hubiera permitido ganar.
Rodolfo Quintero, perdió en la parroquia
San Agustín, allá el triunfo lo obtuvo Rómulo Betancourt y para él, la razón de
ese resultado es la presencia de un importante número de electores de la
burguesía y de la clase media, que además, eran reaccionarios y anticomunistas.
Por otro lado, Quintero, recordó que AD, interesado en ganar esa parroquia,
logró inscribir en aquella parroquia el 70% de sus militantes, por lo tanto
tenía una fuerza electoral importante.
En el caso de la parroquia Altagracia,
Gonzalo Barrios perdió las elecciones municipales y argumentó en el reportaje,
que ello se debió a que en esa parroquia la población era en su mayoría
funcionarios públicos, fuertemente controlados por el gobierno, de manera que
era evidente que allí el gobierno resultaba ganador. Barrios recuerda en ese artículo de El
Nacional, que en 1942, con sólo 500 votos, él había ganado en aquellas
elecciones municipales.
Antonio Marín en su reportaje informa
que pese a los esfuerzos del gobierno en Caracas el número de concejales que
logró el gobierno fue 1, Alirio Ugarte Pelayo por la parroquia Altagracia y 3
de AD, en la parroquia San Agustín, con Betancourt; la Pastora con Valmore
Rodríguez y Sucre con Antoni Bertorelli.
Aún cuando Gonzalo Barrios denunció que
en su parroquia evidenciaron fraude, Quintero sostuvo que el triunfo de
Betancourt fue la mejor evidencia de que no hubo fraude en esas elecciones de
1944.
El artículo que registró El Nacional en
1979, resulta importante para reflexionar sobre el rol de los concejales en el
sistema político venezolano. El
parlamento comunal, la excesiva centralización del poder político que se
traduce en concentrar más competencias en el poder nacional, atentan contra el
principio de la autonomía municipal y en consecuencia, contra el rol legislador
de los concejales. En este sentido y
analizando las amenazas sobre el Municipio, es que se puede valorar la
importancia política, que luego de dos suspensiones, tuvo el proceso de
elecciones municipales celebradas en diciembre 2013.
@carome31
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