GKILLCITY noviembre de 2014
Una entrevista a Boris
Muños sobre la política como show en los tiempos del post-chavismo
Boris Muñoz es periodista, autor de
varios libros, becario de la fundación Nieman para el periodismo de la
Universidad de Harvard, colaborador de Gatopardo, Newsweek, The New Yorker.
Sobre todo, Boris Muñoz es venezolano. Nació en Caracas, en 1969. Sobre
Venezuela escribió el ensayo Un país en las antípodas, que se
publicó en Crecer a Golpes, un libro que reflexiona sobre América
Latina a través de trece textos que toman como punto de partida el golpe
militar chileno que derrocó a Salvador Allende en 1973. En su ensayo, Muñoz
plantea la gran paradoja venezolana de los últimos cuarenta años: ser el país
que marcha a contracorriente de las tempestades políticas de la región. Cuando
Muñoz era un niño, Venezuela era un lunar democrático en un continente
desangrado por el horror de las dictaduras, en especial las del Cono Sur. Hoy,
Venezuela camina por la cornisa de enfrente: su institucionalidad humea entre
fierros retorcidos, su economía está cerca del colapso, y su gente enfrentada,
asesinada y exiliada. Durante un conversatorio en el Premio Gabriel García
Márquez de Periodismo, en Medellín, Muñoz dijo que Venezuela se había
convertido en una dictadura. Esa afirmación es el punto de partida de esta
entrevista.
Venezuela, ese país en las
antípodas de antes en la democracia, es el país en las
antípodas de hoy en la dictadura ¿crees tú que Venezuela es la única
dictadura americana?
Bueno, aparte de Cuba, que es un ejemplo
claro de dictadura. No hay forma de matizarlo. Tú puedes decir que el gobierno
de la Habana tiene unas razones históricas y reales, como el bloqueo criminal
que ha tenido Estados Unidos contra esa nación, y así como intentos concretos
–pensemos en Playa Girón- por recortar la independencia cubana y su soberanía.
Sin embargo, el de Cuba es un gobierno que lleva más de cincuenta años en el
poder, y que no da ningún indicio de cederlo, o de incorporar grados mayores de
democracia. Si bien Cuba se está abriendo lentamente, lo que es otra paradoja,
lo hace a su manera, dentro de un modelo. Pero hablando de Venezuela sí, yo
creo que Venezuela es, hoy, una dictadura. Si me hubieses planteado la pregunta
hace un año habría respondido que era un régimen híbrido, autocrático pero no
exactamente dictatorial debido a grados relativos de competencia política y
libertad civil. Pero a lo largo del último año y medio, ha habido cambios muy
significativos, que no pueden ser pasados por alto. Pienso en cómo se designó a
Maduro presidente durante la enfermedad de Chávez saltándose olímpicamente la
Constitución. Esto culminó en la muy disputada y contestada elección el 14 de
abril en la que Maduro resulta electo con la dudosa ventaja de uno porciento.
Debemos añadir la creación de instrumentos de seguridad como el Centro
Estratégico Para la Protección de la Patria (CESPPA) que otorga al Estado el
poder de intervenir los flujos de información privada según sus intereses, es
decir, el interés directo del Ejecutivo. La tendencia hacia mayor control,
autoritarismo y represión se puso de manifiesto con las protestas del 12 de
febrero, que dejaron 42 muertos, miles de heridos y más de 3400 detenidos. Todo
esto pone de relieve que el estado de derecho y el imperio de la ley han sido
simplemente barridos. Por eso, hoy el gobierno chavista es un régimen de facto.
Fue un proceso gradual, que no sucedió a través de un golpe evidente, en la
cara de todo el mundo, sino que se ha ido ajustando después de la muerte de
Chávez.
¿Qué cambió después de la muerte de
Chávez que lo convirtió en una dictadura?
Varias cosas. Primero, Chávez era un
líder carismático, mediador. En virtud de su gran popularidad podía mantener
cierto juego político. No le era necesario asfixiar a la oposición, porque él
controlaba el juego y sabía que tenía un apoyo muy grande. Estos elementos que
ayudan a entender por qué Chávez pudo mantener el gobierno a un nivel
autocrático, dentro de las ambigüedades que hacían pensar que era una
democracia, aunque muy limitada y bastante disfuncional. Pero, en resumen, con
Chávez había la posibilidad de ganarle a Chávez. ¿Curioso no? Eso se demuestra
con el referéndum del 2007 cuando perdió la reforma constitucional. Claro,
después hizo todo lo que estuvo a su alcance para revertir ese resultado.
En otras palabras, presionó descaradamente al Tribunal Supremo de Justicia para
poder hacer otro referéndum que ya era una transgresión muy grande contra la
democracia y así cambió la Constitución para poder reelegirse de manera
ilimitada. Hoy el chavismo necesita mantener más que nunca el control político
a través de las instituciones públicas. No puede arriesgarse a perder nada en
este momento, precisamente porque no tiene a su principal factor unificador que
fue Chávez. Era él quien mantenía el juego político relativamente abierto. Las
protestas del 12 de febrero de 2014 ponen su ausencia otra vez en primer plano.
No solo se acusa arbitrariamente a Leopoldo López de estar incitando a un golpe
de Estado, de una revuelta popular antidemocrática –que es un cargo bastante
serio–, y se lo detiene sin sus derechos básicos, sino que, además, se desata
una feroz ola represiva y se suspenden de facto varias garantías
constitucionales sin declarar un estado de excepción. Ese es el elemento
central que hace que Venezuela sea una dictadura: en Venezuela no es posible
protestar y aun menos posible es ganar una elección presidencial. Las otras
elecciones son secundarias y permiten cierto grado de competencia. Pero hoy,
una elección presidencial limpia, en la que el chavismo pierda el poder, es
imposible. Eso se demostró con las elecciones del 14 de abril de 2013.
Ahora que mencionas a Leopoldo López,
hay una parte en la que en Un país en las antípodas hablas
sobre cómo la política como espectáculo no podía tener mejor exponente que
Chávez. Pero ¿no es Leopoldo López –este hombre que entra a la cárcel y es
llevado de una tanqueta y se despide de la mujer en esta imagen dramática, que
ahora está primero en las encuestas de la oposición–, una continuación de esta showmanship de
la política, no está Venezuela eligiendo otra vez un referente que insiste en
la política como un show?
Sí, hay mucho de eso, no puedo negarte
eso. Venezuela es un país de héroes, reinas de belleza y telenovelas: género
que las conjuga a ambas. Para mí, la entrega de Leopoldo tiene mucho de
espectáculo. Cuando se sube a la estatua de Martí y desde ahí da su discurso, y
luego es resguardado por un grupo de mujeres hasta la tanqueta donde es
detenido. Son imágenes cargadas de significación. Pero no se cuán deliberado
sea, pues López no tenía todo el control de los elementos melodramáticos que se
escenificaron en su detención. Leopoldo López también está jugando su carta
como un líder dentro de una tradición venezolana histórica: la del caudillo.
Hay caudillos dictatoriales y democráticos. Nosotros tenemos en nuestra
historia las dos figuras. Tenemos la figura de Vicente Gómez, el gran caudillo
dictatorial tiránico. Y tenemos a Rómulo Betancourt, un caudillo democrático,
que fue la figura más importante de la historia democrática en Venezuela, que
es muy corta además. Nuestra historia está muy marcada por el mito del hombre
arrojado y valeroso, por un importante despliegue de hombría. La hombría es
vista como uno de los ingredientes que se necesitan para ser un líder.
A propósito de esto de la hombría. Me ha
impresionado mucho la homofobia en la política venezolana. ¿Cómo se ha
convertido la homofobia en un valor –o la homosexualidad en un descrédito– en
un país que parecía ser un país educado, incluyente?
Lo que pasa es que Chávez nos retrotrajo
a tiempos muy arcaicos. Se perdió muy rápidamente la capa de civilidad que se
había construido durante cuarenta años, y que, aun con grandes esfuerzos, era
muy precaria. Chávez nos lleva a tiempos míticos, donde lo importante es la
épica, la hombría, el carácter, la heroicidad. A pesar de que Alejandro Magno y
el emperador Adriano eran homosexuales, tú puedes contar con los dedos de la
mano los héroes que son homosexuales. O por lo menos los que lo han asumido.
Ahí está muy claro todo este proceso de hombre fuerte y recio que domina
Venezuela durante mucho tiempo, del que Chávez fue epítome, pero no el único
ejemplo. Chávez se hace acompañar de un elenco de militares y generales. Ese
mundo prusiano, un mundo que, a pesar de ser homosocial –básicamente compuesto
por hombres– resulta un ámbito muy homofóbico. No sorprende que estas
concepciones se reflejen en la dinámica social en la que nos encontramos.
Mientras se debate el matrimonio igualitario en Argentina, en Uruguay, en
Venezuela no hay nada parecido a eso. Tampoco hay un debate sobre la
legalización o despenalización de las drogas. La agenda social venezolana
también se ha confinado a unos temas. Por ejemplo, la igualdad económica. Es un
tema muy importante, sin duda, pero no el único relevante del debate
latinoamericano. El chavismo ha basado gran parte de su arraigo social en la
explotación de atavismos que intentan remover actitudes y conductas bastantes
primitivas.
En Ecuador, si bien el presidente Correa
es un tipo conservador, la discusión está planteada. De hecho hay una Ministra
que es abiertamente lesbiana ¿hay algún funcionario del post chavismo que sea
abiertamente homosexual?
Bueno, se dice que Robert Serra –un
joven dirigente político chavista, asesinado en octubre de 2014– era homosexual
y que una trama de amores contrariados fue el motivo de su asesinato. Se dice
que hay ministros y personeros gubernamentales que son esto o lo otro. Pero no
es un tema abierto. De hecho si los hay, están en clóset. En lo personal, lo
que sean sexualmente me interesa poco o nada. Esa es la vida privada de cada
quien. En todo caso lo que esto indica es la escasa libertad en la sociedad
para que eso pueda ser ventilado de una manera más normal.
O al menos no usado como un ataque
político.
Sí, como una herramienta contra la
figura, exactamente.
También está Capriles, esta figura no
tan espectacular, ni tan épica, que va perdiendo y en cambio es el que habla de
intentar una salida menos violenta, o por lo menos abrupta y más democrática.
¿Cuál es el problema con Capriles? ¿Es muy poco héroe? ¿Por qué se ha diluido
esta figura?
No es suficientemente hombre según
muchos de sus enemigos. De hecho una de las descalificaciones más fuertes que
hizo el chavismo contra él fue llamarlo homosexual. O sea, como no se le conoce
novia desde hace tiempo, no se lo ve como un hombre apto para un cargo de
presidencia, que debe ser ejercido siempre por un hombre capaz de llevarse
muchas chicas a la cama o, en el peor de los casos, ser padre de familia. De
Chávez se han dicho muchas cosas, pero se le descubrieron por lo menos dos
hijos nuevos, que él reconoció antes de morir. Eso, dentro de la tradición del
centauro, del hombre fuerte, es muy normal o muy natural.
Bolívar era un gran conquistador.
Sí, bueno, pero no dejó hijos.
Conocidos no al menos. En El
país de las antípodas, dices que una de las cosas que le sorprendió a
Estela Agachul, exiliada argentina que llegó a Venezuela en los setenta, era
que nadie hablaba de política. A mí me llamó mucha la atención porque digamos
que antes de Correa –que fue en algún momento el hijo, el delfín político de
Chávez, aunque después se desmarcó de esa responsabilidad–, en Ecuador la clase
media acomodada, tampoco hablaba de política. “A mí la política no me interesa”
era la frase. Ahora la clase media del Ecuador tiene una opinión política. En
la sobremesa hay discusión, los amigos se pelean.
Sí, sí, está todo polarizado y
politizado. Me suena muy conocido. Pero que no se hable de política no es en sí
mismo un síntoma negativo. Hay sociedades donde la política tiene su espacio.
No es necesario que invada la sobremesa ni el lecho para que la gente entienda
su rol y esté preocupada por los asuntos públicos. En esta época hay que
defender la intimidad de la política.
¿Por qué crees que Latinoamérica la
clase media necesita de extremismos para tomar una posición política?
Porque ve amenazado su status. Reacciona
políticamente cuando su calidad de vida, sus principios y valores son puestos a
prueba. Sucedió en Argentina con Perón. Sucedió en Venezuela con Chávez. En el
caso venezolano los sectores medios, profesionales, sobre todo la clase alta,
se aislaron, en una dinámica un poco sorda, de las grandes necesidades que
había un poco más abajo, en las mayorías. En el sentido político, ése es un
aspecto positivo de la dinámica que trajo Chávez. No creo que sea un aspecto
positivo de Chávez en sí mismo, sino un efecto o una consecuencia de este nuevo
orden de cosas: la gente ha revisado su propio rol en la sociedad. Claro, hay
grupos que lo hacen de manera más constructiva que otros. En los mejores casos,
la politización ha servido para que adquieran una conciencia histórica que es
resultado de una revisión sobre sus aciertos y sus errores en el tiempo. Otros
sectores sociales simplemente se han polarizado y ven al contrario como su
enemigo: el adversario político es simplemente la encarnación demoníaca de todo
lo que está mal. En este otro sentido, la politización extrema es un
empobrecimiento. Chávez jugó mucho a esa polarización de blanco y negro,
removiendo odios de clase que estaban larvados e impulsando el resentimiento a
escalas poco vistas anteriormente. Pero no es eso lo único que queda. Ha habido
una gran revisión histórica y se ha visto que la imagen arcádica de la
democracia venezolana tenía mucho de ilusión, una imagen basada en estereotipos
que se crearon de forma casi instantánea durante la bonanza petrolera de los
años 70. Había algo muy cómodo allí. Cuando durante todos los 80 estalló el
espejismo saudita y desarrollista, descubrimos que el tejido social estaba muy
maltratado. El deterioro se ha vuelto todavía más patente después de estos
quince años de chavismo. Hoy la sociedad está destrozada, con tasas de
criminalidad que son las más altas del mundo, con una disfuncionalidad general,
una corrupción que ya no es solo económica sino moral y un gobierno que
simplemente no da respuesta a todos estos problemas.
¿Y la réplica chavista de los programas
sociales? El acceso a servicios básicos que antes buena parte de la población
no tenía ¿cómo sopesas tú esto? ¿Qué era preferible? ¿Que Venezuela no cambie
como cambió y la gente tenga el acceso a todos los bienes y servicios que el
Estado les ha provisto y que históricamente no tuvieron?
Decir que “históricamente” los
venezolanos estuvieron desatendidos es muy relativo. Venezuela era predominantemente
rural hasta los años cincuenta, cuando empieza una oleada de boom petrolero. En
esa época se acelera la urbanización, y el país crece muy rápido. Había muy
poca infraestructura. Esa infraestructura se desarrolló mayormente durante la
democracia. Venezuela, de los países sudamericanos, estaba entre los que tenía
más escuelas, hospitales, carreteras. Fue así durante largo tiempo y hasta los
años noventa. Incluso ya con el sistema democrático muy erosionado y lastimado
seguía siendo un país que había crecido y había dado educación masivamente. Eso
de “históricamente”, es parte de un relato que ha hecho el chavismo del pasado
para intentar borrar algunos importantes logros de las décadas precedentes,
sobre todo entre 1960 y 1980. Es una reflexión que tergiversa pasado para
construir una imagen de su presente como la gran solución. Es una falacia. Me
explico: no es falso que Chávez le haya dado más recursos redistribuyendo la
renta estatal en buena medida. No es falso. Pero es falso que antes de Chávez no
hubiera nada ni que no se redistribuyera o que las necesidades de los
venezolanos, en términos de servicios y seguridad social, estén cubiertas por
el chavismo. Eso es totalmente falso. Lo que ha habido es una gran manipulación
de la verdad, que está basada en la capacidad del Estado venezolano de comprar
las conciencias, promover sus agendas y difundir “verdades oficiales”, como la
ilusión del chavismo como encarnación de un Estado benefactor. Porque lo que da
es muy poco comparado con el ingreso. Si se considera que Chávez disfrutó de la
mayor bonanza petrolera del país, se entenderá que Venezuela tiene unos índices
de crecimiento educativo y asistencia médica que son realmente muy básicos.
Estos índices están retrocediendo de manera muy significativa en los últimos
años. Chávez manejó un boom petrolero a la medida de su gran egolatría, y por
supuesto, para que su egolatría fuera correspondida necesitaba redistribuir. Yo
no voy a discutir que Chávez tenía una vocación social. Pero esa vocación
social fue reemplazada por una gran vocación histórica. Su gran sed de poder
que fue lo que marcó sus últimos seis años en la presidencia. El signo fue un
deseo enorme de permanecer. De hecho lideró una cruzada contra la muerte para
asegurarse de que eso fuese así.
En lo que se percibe desde fuera de
Venezuela es, las cosas que se escuchan, que se cuentan, están al borde del
absurdo. Increíble las historias que se relatan. La escasez, los cortes de luz.
Increíble pero cierto.
¿Cuánto hay de cierto de las noticias
que nos llegan?
La escasez es real. Hay una escasez
reconocida por el Banco Central de al menos el 30%, pero que en realidad es
mucho mayor. Puede superar 50% de los productos del mercado. La imposibilidad
de salir del país–o entrar– también es real. Venezuela es un país cuya
infraestructura eléctrica, como ha reconocido el gobierno, está por el piso. De
ahí deriva una crisis de suministro eléctrico. Pero en lugar de reconocerla se
acusa a la oposición de sabotaje o incluso se dice que son las ardillas que
roen los cables. Entonces lo que vemos en Venezuela es una gran incompetencia
para manejar el país. En contraste con lo que está pasando en las naciones
vecinas. Incluso en país tan desiguales como Colombia que han tenido un
desarrollo económico vigoroso acompañado con mejorías sociales aun tímidas pero
importantes.
En Un país en las antípodas tú
dices que Tomas Eloy Martínez llega a Venezuela huyendo del brujo Lopez Rega,
esa figura mítica y esotérica del peronismo que decían era el poder detrás del
general Perón y de Isabelita. En cambio, en Venezuela se ve esto que es a ratos
monolíticos, y unicéfalo con Maduro a la cabeza, pero a veces aparecen otros,
como Diosdado Cabello, dando declaraciones tan inverosímiles como “Chávez era el muro de
contención de todas esas ideas locas que se nos ocurren a nosotros”.
¿Hay alguien que esté detrás de Maduro? ¿Cómo se configura el círculo de poder
de Maduro?
Maduro es el mejor operador para
mantener una alianza de intereses antagónicos, que es lo que caracteriza la
cúpula chavista que está compuesta por un sector militar muy fuerte. No sé si
tenga a un López Rega, pero creo que le gusta escuchar consejos de
intelectuales ligados a la izquierda exquisita europea. No creo que Cilia
Flores califique como Isabelita, aunque tenga el cargo oficial de Primera
Combatiente y sea sin duda una importante aliada política de Maduro.
¿Cómo está configurada la cúpula del
poder? ¿Qué tan monolítico y fuerte es el chavismo?
Yo veo al chavismo hoy como una
corporación de intereses de distintos grupos. Es una junta de figuras
militares, civiles, ideológicos y pragmáticos. En ese juego, Maduro es como el
CEO, el chief executive officer, de la corporación, elegido
por esa junta. Chávez acertó hasta cierto punto eligiendo a Maduro porque, a
pesar de no poder darle al chavismo consistencia y coherencia, ha logrado
evitar que éste haga implosión más rápidamente. No hay garantiza de que vaya a
poder mantener esa unidad precaria por largo tiempo. Las contradicciones del
chavismo son muy grandes. Sobre todo la contradicción que hay entre los
sectores ideológicos y la inviabilidad del modelo económico. Son necesarios
enormes ajustes tanto económicos, como operativos. Cuando, en 2003, Chávez bota
a la mitad de los empleados de PDVSA, la principal compañía del país, tenía
cuarenta mil o cuarenta y cinco mil trabajadores. Hoy PDVSA tiene alrededor de
ciento veinte mil empleados. Sin embargo, la producción petrolera en vez de
crecer se ha reducido. Ese es el motor económico de Venezuela, y es el sustento
de todos los venezolanos. Es decir, una compañía que está en mal estado lleva
sobre sus hombros todo el peso y la responsabilidad de mantener a un Estado que
está mal. ¿Se entiende el juego de palabras?
Acá en Ecuador auspiciaba a un equipo de
futbol.
Bueno sí, también auspician pilotos de
Fórmula 1 que tienen un récord catastrófico. Es también una caja negra de donde
han desaparecido miles y miles de millones de dólares Volviendo al punto de las
contradicciones en la cúpula chavista, hay una contradicción muy grande entre
los sectores que pregonan un socialismo de una izquierda cavernícola con
sectores que pregonan un socialismo moderado y moderno de corte socialdemócrata.
En medio de eso hay simplemente gente que supuestamente responden un ideal
nacionalista, muy propio del estamento militar. Digamos que Diosdado Cabello
podría ser la representación del militar nacionalista. Parece que él no comulga
con el modelo cubano que, según voceros opositores, pretende imponerse en el
país. Resultado: Venezuela es una ensalada de intereses antagónicos conducidos
por un equipo de rivales. Porque el gobierno venezolano está formado por un
equipo de figuras que son rivales entre sí. Hasta ahora los ha mantenido juntos
el un interés común y una relativa correlación de fuerzas. Ese interés es el
sostenimiento del poder por un lado, y su propia salvación, la necesidad de
permanecer impune. Muchos funcionarios del alto gobierno chavista están ligados
a casos de corrupción gravísima. No pueden entregarle el poder a la oposición,
pues su supervivencia personal está en no entregarlo nunca. Esa es, en última
instancia, la tragedia del chavismo. Por eso es que yo veo que el final de esta
historia como un proceso muy difícil y muy duro para todo el mundo en
Venezuela.
¿Cuánto tiempo más crees que esta
corporación de intereses, como tú llamas al chavismo, pueda perpetuarse? Y ¿Qué
va a pasar el día en que caiga?
No tengo una bola de cristal. El
chavismo todavía tiene un gran control institucional y controla la renta
petrolera –hoy en caída. Ambas cosas le permitirán hasta cierto punto navegar
esta agua procelosas. Evidentemente tiene grandes problemas pues ya no dispone
de la misma capacidad de redistribución que tenía antes. El país está en serios
aprietos económicos. Eso lo limita. Además tampoco tiene un liderazgo claro, no
tiene un norte. Hay una gran confusión. Este el momento de mayor confusión
histórica en Venezuela en un siglo. Y para que esta confusión se decante va a
pasar un tiempo, quizá no tan largo. El cronómetro está corriendo. El chavismo
ha entrado a una fase de decadencia. Esto impone una redefinición. Se reinventa
o será reemplazado. Reinventarse significa esencialmente modernizarse y abrirse
o radicalizarse y cerrarse. Yo creo que es más factible es la radicalización
¿Va la sociedad venezolana a aceptar el sacrificio que significa esa
radicalización? ¿O se va a levantar? Venezuela es como un cuero seco: si lo
pisas por un lado y se levanta por el otro –dijo un ex presidente. Yo creo que
en el mediano plazo viene un proceso de protesta social. Ya no política. Su
mayor incentivo no será fundamentalmente político como en La Salida. Aunque se
va a politizar más adelante, tendrá un origen social.
¿Qué fundamentos le ves tú a esta
acusación que La Salida venía financiada desde el extranjero y la derecha
internacional?
Esa es la coartada más trajinada por el
gobierno venezolano. Yo no lo sé. Yo no te podría decir si Leopoldo López y
María Corina Machado reciben fondos del gobierno americano. No tengo la más
mínima idea. Como acusación no tiene nada de original. Pero lo más importante
es que el gobierno no ha presentado pruebas creíbles para sustentar esa
acusación. El gobierno mismo lanza estos globos de opinión y al final se
desentiende de ellos sin ninguna responsabilidad. No hay necesidad de
fundamentar nada porque las cosas pasan muy rápido en Venezuela y la amnesia es
una forma de existir en un presente permanente. Es como vivir atrapado en un
circo, un circo macabro en el que siempre te tienen entretenido con un horror
más grande que el anterior.
¿Cuál es el horror de hoy en Venezuela?
Bueno, el asesinato político. Eso es lo
que estamos viendo. El asesinato tipo vendetta. Mafiosos que, seguramente,
dirán que fue un asesinato pasional.
Lo de Serra ¿Qué hay detrás de este caso
tan oscuro? Inclusive me llamó mucho la atención el pronunciamiento del
presidente, el colombiano, de Samper.
A mí también me llamó mucho la atención.
Pero esa técnica y esos recursos espectaculares que fueron tan usados por el
narco-paramilitarismo en Colombia y por la guerrilla, ya son muy corrientes en
muchas otras partes. Se han contagiado viralmente. Me extrañaría que fuera el
paramilitarismo colombiano. No me extraña, sin embargo, que esos procedimientos
estén siendo usados en Venezuela. Son dos países que están juntos, después de
todo. No le daría tanto peso a eso.
Sí. Y el paramilitarismo colombiano,
bueno tú dices que no le das mucho peso ¿cómo está el tema del paramilitarismo
en Venezuela? De estos colectivos.
Venezuela está infiltrada por
paramilitares, pero no sé si por el paramilitarismo como un cuerpo político
homogéneo. Incluso ya hay varias versiones contradictorias. Está circulando una
versión del paramilitarismo, la otra versión es que es un crimen promovido por
la oposición. Estoy casi seguro que no hay ningún elemento probatorio creíble
para darle base a esta segunda posibilidad. Otra versión que es un crimen
pasional. Por eso, no le daría mayor peso a la versión de Samper, que es solo
una de tres o cuatro.
Empiezan a aparecer ciertas historias
macabras como las de Guatemala o El Salvador.
Sí, ese espíritu, ese arquetipo de
crueldad extrema como lo que estamos viendo con ISIS en el Medio Oriente o con
los crímenes de los carteles en Centro América y México: formas totalmente
deshumanizadas de violencia., en las que el modus operandi del asesinato está
integrado como un mensaje a un tercero. Eso es relativamente nuevo en
Venezuela.
En uno de los conversatorios en Medellín
hablaste de haberte ido a estudiar fuera de Venezuela y decidido que era
imposible retornar a un país en esas condiciones. Muchos amigos venezolanos
repiten lo mismo ¿qué sientes tú que es ser venezolano en medio de esta crisis?
Ser venezolano en este tiempo es estar
atrapado en una pesadilla apocalíptica que no tiene salida. El país sufre una
violencia extrema dentro de un sistema que no puede solucionarla. Ese sistema
ha incluso empezado a vomitar las excrecencias con las que se ha alimentado
durante tanto tiempo. La desvalorización del otro es uno de los signos más
atroces de los tiempos que vivimos. Es un elemento presente en muchos de los
crímenes que vemos. Por ejemplo, no se conforman con matarte sino que te meten
30 balazos y 50 puñaladas. Eso es la anomia. Bueno, hoy Venezuela se define por
la anomia. Una anomia que la vivimos con la intensidad de un apocalipsis bíblico.
Es terrible. Otro signo de estos tiempos es el desgobierno. Curiosamente, el
chavismo practica un tipo de gobierno que busca controlarlo todo pero cuyo
resultado es un desgobierno. Es un desgobierno dictatorial, malandro, que
violenta la institucionalidad.
En este desgobierno total, pesadilla,
esta sociedad anómica, que está rota. ¿Cuál es el camino para Venezuela?
No sé, tendría que ser un genio para
darte una respuesta.
Al menos una punta, algo. Es decir, ¿es
necesario el fin del chavismo?
Venezuela necesita una
reinstitucionalización. Reinventarse, reimaginar su institucionalidad desde lo
más básico. Desde la familia, el individuo, hasta los poderes públicos con
especial énfasis en la reconstrucción del estado de derecho y el imperio de la
ley. Será un proceso muy largo. La de Venezuela es una quiebra histórica. Una
catástrofe que ya no tiene arreglos. Tú me preguntas qué es Venezuela, yo
te diría que es el horror.
Tú crees que esta década del chavismo es
peor que la década de la que tú hablas en el libro, de una década perdida.
¡Uf! Enormemente. En 1995 escribí un
libro que se llama La ley de la calle, con testimonios de chicos
que estaban metidos en situaciones muy violentas. Venezuela en esa época tenía
tres mil quinientos, cuatro mil homicidios al año. Hoy tiene quince mil,
dieciocho mil, veinte mil. Los especialistas y violentólogos dicen que la cifra
varía entre diecisiete y veinte y algo. Esa violencia tremenda. Se genera como
consecuencia del empobrecimiento económico, institucional y humano que data de
la crisis de los ochenta, pero ya no se puede justificar a partir de ella. En
realidad, con el chavismo la violencia se ha multiplicado. Hoy es cuatro o
cinco veces mayor de lo que era en aquella época, en buena medida a causa de la
erosión institucional que el chavismo provocó. No tengo ninguna duda de que
estos quince años han sido mucho peores para Venezuela en términos de la
viabilidad del país como nación y república. Se profundizó todo lo peor. La
corrupción económica, la corrupción administrativa, la moral, la
desvalorización del otro. Todo esto está dando lo que tenemos hoy.
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