Por Juan Leopoldo Martínez, 03/10/2015
La actual crisis económica que vive Venezuela, coloca en una situación
de sometimiento y explotación a millones de personas, que están en un perverso
círculo vicioso, en el que apenas pueden alimentarse y continuar “viviendo” a
duras penas. No sólo se trata de escasez, también el tema es la inflación.
La Real Academia Española define la esclavitud como una “sujeción
excesiva por la cual se ve sometida una persona a otra, o a un trabajo u
obligación”. Cuando a un ciudadano el sueldo le alcanza apenas para
alimentarse, éste se convierte en un esclavo pero no en el concepto de cautivo
en la era de independencia sino en una situación de sumisión a un trabajo que
le permite comer para seguir laborando.
El más reciente reporte del Centro de Documentación de Análisis Social
(CENDAS) informó que la Canasta Alimentaria Familiar (CAF), se ubicó en el mes de
agosto en 50 mil 625 bolívares con 52 céntimos. Lo anterior implica que un
salario mínimo de 7 mil 421 bolívares con 68 céntimos (37,10 dólares a tasa
SIMADI) apenas alcanza para cubrir el 14,7% de la canasta básica y para poder
adquirir los alimentos requeridos por un grupo familiar de 5 personas, son
necesarios casi 7 salarios mínimos.
La opinión de la población sobre el tema se ve reflejada en un estudio
de la firma Alfredo Keller y Asociados. La satisfacción económica familiar pasó de 37% a inicios de
2013 hasta -53% en septiembre de este año, es decir, durante el gobierno de
Nicolás Maduro. Lo que implica que las expectativas de los venezolanos sobre su
situación económica han empeorado exponencialmente.
Cuando una familia no puede costear ni siquiera su sustento, existe una
clara violación del artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos que dice “toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le
asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la
alimentación…”.
Existen importantes programas de subsidio a la comida implementados por
el gobierno nacional pero estos no alcanzan a la totalidad de la población.
Adicionalmente, la baja en los ingresos petroleros del Estado, la inflación y
el alto precio de divisas extranjeras en una economía importadora como la
venezolana, hacen que las proyecciones sobre el acceso a los alimentos sean
peores que las actuales, sea por el alto precio o simplemente por la dificultad
en conseguirlos. Obviamente la mayoría de la población aspira que la situación
mejore pero ¿dejarán de existir esclavos en el Socialismo del Siglo XXI?
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