Por Jesús Chuo Torrealba, 04/10/2015
Con malestar pero sin sorpresa el país registró el pasado viernes la
información de que la agonizante mayoría oficialista en la Asamblea Nacional se
propone, mediante un “proceso express”, llenar las cinco vacantes existentes en
distintas salas del Tribunal Supremo de Justicia. La noticia agrega que
esta cantidad de vacantes podría ampliarse “si otros magistrados deciden
también solicitar su jubilación”, lo que sugiere la posibilidad de una suerte
de estampida en lo que debería ser el máximo tribunal de la República.
Antes de analizar la inmoralidad implícita en que una legislatura a
final de su período intente tomar decisiones que, por su importancia y
gravedad, debe tomarlas precisamente la Asamblea Nacional que deberá surgir de
la renovada decisión de El Soberano el próximo 6 de Diciembre, conviene
detenerse en las razones eficientes de esta especie de desbandada: ¿Acaso los
integrantes de la cúpula de este sistema judicial, la misma que JAMÁS en 17
años ha dictado sentencia contraviniendo los intereses del gobierno, la misma
que ha encabezado solemnes ceremonias como la apertura del Año Judicial en
medio de gritos gobierneros y lemas del PSUV, acaso estos “ilustres magistrados”
se separarían de sus suculentos cargos si no viesen con claridad en el
horizonte la inevitable mengua del poder que los colocó allí? No, evidentemente
no. Tanto la previsión de nuevas solicitudes de jubilaciones, como el
apresuramiento gobiernero en llenar las vacantes, son consecuencia de la
certeza infinita de que el 6 de Diciembre van a pasar tres cosas: ¡Van a
perder, van a perder y van a perder!
Por cierto, no es el ámbito judicial el único donde es posible ver
como, al igual que en los buques en riesgo de naufragio inminente, los más
menudos tripulantes salen nadando antes del colapso final. El país ha
presenciado un largo goteo, desde ex escoltas hasta ex magistrados, desde
ex gobernadores hasta ex ministros (casi todos militares, por cierto, como
Salazar, Aponte Aponte, Isea o García Plaza, …) que súbitamente descubren una
tardía vocación por el canto, solista o coral, y vuelan a perfeccionar su
técnica vocal en academias norteamericanas…
También el país ha visto con indignación como funcionarios con larga,
costosísima y muy fracasada gestión al frente de diversos ministerios terminan
su periplo burocrático, ruinoso para el país pero por cierto no para ellos,
fijando residencia en lejanos, hermosos… y costosos parajes, como Alemania o Austria.
El sujeto que humanitariamente dijo aquello de que “Franklin Brito huele a
formol” y el otro, el que prometió que en 100 días acabaría con los apagones,
son al parecer muestra de esta práctica de “humildad revolucionaria”.
Es un hecho: la boliburguesía y la alta burocracia cleptócrata está
haciendo maletas, y esta huida es con todo y familia: Quien en este inicio de
año escolar se tome la molestia de revisar las nóminas del alumnado en los
colegios más exclusivos del Este caraqueño, notará como han sido retirados, por
“viaje de la familia al exterior”, hijos de altos funcionarios o de connotados
enchufados que van a continuar sus estudios, entre otros lugares, en el “odiado
imperio”. Que te puedo decir…
Este es el contexto entonces en que se produce este anuncio sobre las
vacantes en el TSJ, revelador de que el oficialismo, prevalido de una
circunstancial, pírrica y agónica mayoría, pretende perpetrar de nuevo un
fraude constitucional. El contexto revela la verdad del texto: No es este
un gesto “a la ofensiva” de un “gobierno todopoderoso”. Es, en realidad, un
movimiento defensivo de un régimen que sabe que tiene los días contados…
Pero es un gesto grave, como violación presente y como amenaza futura,
y así debe ser entendido, asumido y rechazado por el pueblo venezolano. Como
violación presente, porque poner a esta Asamblea Nacional del pasado a decidir
sobre la integración del Tribunal Supremo del futuro además de violentar la
ley viola el más elemental sentido común. Como amenaza futura,
porque este empeño de la roja mayoría saliente de la Asamblea Nacional de tomar
una decisión que en realidad corresponde al pueblo, es decir, a la nueva
Asamblea que el pueblo elegirá dentro de apenas 63 días, puede
interpretarse como parte de los preparativos del Diosdado-Madurismo decadente
de pretender enfrentar a la nueva Asamblea Nacional de mayoría democrática con
una roja guarimba institucional, utilizando los escritorios del TSJ, del CNE,
de la Fiscalía, la Contraloría y la Defensoría del Puesto como barreras de
contención contra la decisión de cambio del pueblo venezolano.
Eso sería muy grave… no para la oposición, sino para el pueblo venezolano,
en especial para los más pobres. Un escenario de esa naturaleza, de “guerra
oficialista de poderes públicos” para desconocer la decisión de electoral del
Soberano, profundizaría la inestabilidad política, lo que a su vez alejaría la
posibilidad de resolver la crisis económica y social que hoy agrede al pueblo,
con sus consecuencias mas visibles: el desabastecimiento y la
inseguridad. Eso al gobierno no le importa, pues a ellos lo único que les
interesa es mantenerse aferrados al poder, al botín. Pero a nosotros, que
queremos derrotar al gobierno no para un “quítate tu para ponerme yo” sino para
resolver la crisis, si nos interesa. Por eso tenemos claro cual es la
conducta a asumir.
Así como no nos sorprende este acto de irresponsabilidad (de hecho, algo
similar hicieron en el 2010, cuando perdieron la unanimidad que tenían en la
Asamblea, producto a su vez del error abstencionista), igualmente tenemos claro
cual es la contramedida necesaria: Si la victoria de la Unidad
Democrática es suficientemente amplia, si logramos una mayoría de 3 quintas
partes de la Asamblea o mejor aún, de dos tercios de la misma, no habrá
“guarimba institucional” que valga. El Legislativo es un poder más, pero no uno
cualquiera: Es el poder que designa poderes, y que tiene la facultad de
controlar al Poder Ejecutivo. Si la Unidad Democrática tiene una mayoría
suficientemente amplia, la Representación Nacional encarnada en el nuevo Poder
Legislativo podrá devolver al país la estabilidad política que necesita para
crear las condiciones de seguridad ciudadana y seguridad jurídica que permitan
resolver la crisis económica y social, y asi acabar con las colas, el
desabastecimiento y el poder del hampa impune en la calle. Esa será
la respuesta del pueblo venezolano a estos pataleos de perdedores: Construir a
punta de votos un piso sólido al proceso de cambio que esta por empezar.
Ese es el camino ¡Palante!
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