Stalin González 02 de octubre de 2015
La
nueva moda entre los dueños de las calles (los delincuentes) es atacar a los
cuerpos policiales con granadas. Ya las armas largas no son suficiente, pues
ahora hacen gala de tener un arsenal propio de conflictos bélicos; un país en
el que son lanzadas granadas es un país que está en guerra, y no es la
económica precisamente de la que hablamos, es la guerra de la que cada día son víctimas
más venezolanos.
La
pregunta clave es ¿de dónde sacan estos sujetos este tipo de armamento? ¿Quién
negocia o más bien quién entrega a la delincuencia organizada las granadas que
han sido lanzadas contra los cuerpos policiales? Estos explosivos no son un
artículo que pueda comprarse en una tienda; el monopolio de las armas, de
acuerdo a nuestras leyes, es del Estado, sin embargo, ni siquiera eso puede
hacer de manera efectiva este gobierno.
La
enorme ineficiencia de los que creen gobernar nuestro país no solo se evidencia
en la cada día más inexistente calidad de vida, sino también ahora en la falta
de control que sobre sus propias municiones poseen.
Claro
que existe una guerra como dice el gobierno, pero no es afuera, sino dentro de
nuestro país; en cada calle y rincón de Venezuela la guerra se libra entre
delincuentes y ciudadano, entre delincuentes y cuerpos de seguridad quienes mantienen
una posición de total desventaja. Esta es una guerra mucho peor que las
declaradas, porque en las anunciadas los enemigos están bien definidos; la
guerra en la que estamos inmersos nosotros no tiene un rostro visible, ni un
grupo en especifico. No hay ideales que defender solo posesiones que sustraer.
La inseguridad por si misma, esa es la guerra.
Y es
que nos solo son las granadas lanzadas, también se está dando otro fenómeno
peligroso por demás: los linchamientos. Los ciudadanos han querido hacer
justicia por sus propias manos, ya no están dispuestos a dejarse arrebatar lo
que con tanto sacrificio obtienen, sin embargo esta tampoco es la solución, por
el contrario aumenta el problema.
Esa es
la Venezuela en la que vivimos hoy gracias a las desacertadas políticas que el
gobierno ha ejecutado: una sociedad de granadas y linchamientos por doquier que
remplazan una justicia que no llega.
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