Por Miguel López Trocelt
La situación de escasez que
se viene presentando en Venezuela, desde hace casi dos años, trae daños
colaterales que el gobierno no entiende, que se producen por la ineficacia y la
tozudez de mantener un modelo “arruina-países”, que sencillamente fracasó en el
orbe terráqueo y que sólo funciona en las mentes revolucionarias.
Alguien que no entienda de
esta circunstancia, ni se imagina el tiempo precioso que se gastan millones de
personas en Venezuela, tras una cola, buscando el sustento y mantenerse acorde
en la sociedad, es decir aseado.
Aparte de ello, la inflación
prevista y la especulación, con la misma gente del sector oficial, es otro de
los males de la economía que se observan a diario, y sin ningún límite.
Cualquiera diría, que con la nueva fijación de precios de alimentos, productos
y servicios, ahora se combatirá no sólo la guerra económica imaginaria, sino la
subida de los costos.
Hay que buscarse a un
economista, de los que pululan y declaran permanentemente, para que aclare,
cómo es eso, que los precios suben, si existe un control de los mismos desde
hace por lo menos 10 años…
Asimismo hay que darle mucha
reflexión a lo del control de cambios, ya que si bien es cierto que existen
cuatro tipos, sólo funciona uno para el ciudadano de a pie, dado que los demás
están sujetos a la discrecionalidad del gobierno y existe sólo para ese sector.
Según cifras oficiales, al
país le entraron por renta petrolera 59 mil millones de dólares en el primer
semestre del 2015. Dónde estará ese dinero, dado que no hay quien diga, para
que se usó, cómo y cuándo, ya que las tres cuartas partes del sector privado,
tienen exigencias por más de $45 mil millones como mínimo y este año no le han
cubierto ni el 10 por ciento de ese monto.
Asimismo, los incentivos a
la producción quedaron en veremos, porque no hay ninguna área que diga que anda
marchando bien. Y ello lo demuestra la desaparición de leche, harina de maíz,
azúcar, quesos, pollo, carne, aceite de maíz, margarina y hasta granos como
caraotas, frijoles y arvejas.
Al lado de ellos están:
instrumentos médicos y medicinas, papel higiénico, pasajes aéreos, tintes para
cabello, jabones, shampoos desodorantes, quita esmalte, maquillaje, lápices,
acetona, y maquillaje, afeitadoras, piezas para equipos mecánicos, plásticos,
repuestos para vehículos, y de artefactos electrodomésticos. A ello se le suma
ahora incluso los ataúdes.
Faltan asimismo artículos
inverosímiles, como tapas plásticas que impiden la venta de botellas de agua, o
detergente líquido, o un simple botón para llamar a un elevador, que obliga a
los usuarios a cambiar de piso en los altos edificios de cualquier parte de
Venezuela.
Y la lista sigue, como son
insumos para la construcción de viviendas: cemento, cabillas, arenilla y
perfiles de aluminio, que los fabrican empresas del gobierno, pero que al
parecer estas mismas, también están en guerra. Aparte de pintura, tornillos,
tuercas o lijas.

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