Por Diego Arria
Usted tiene un sinnúmero de
temas pendientes por responder a nosotros, y al mundo, pero hoy me limito a
llamarle la atención sobre un asunto cuya trascendencia es de evidente
importancia para todos, en especial para la pareja presidencial. Me refiero a
la detención y procesamiento judicial en Estados Unidos de dos familiares
directos suyos: uno criado, o mejor dicho mal criado por ustedes, y el otro un
sobrino, nada menos que por el abominable crimen de tráfico de drogas que
tanta muerte y desgracia genera.
Señor Maduro, usted se
equivoca al pensar que le será posible encubrir y no dar cuenta sobre un hecho
de tal gravedad amparándose en su control casi total de los medios de
comunicación en el país. Solo Pablo Escobar pensaba que recogiendo y quemando
los ejemplares del diario El Espectador, el más antiguo de Colombia,
lograría esconder sus crímenes. No lo logró ni siquiera asesinando a Guillermo
Cano, su valiente editor, pues al día siguiente del asesinato el titular
principal del diario fue: “Seguimos adelante”. Aquí seguiremos igual.
Creo útil ilustrarle que las
redes sociales no son como las redes de los pescadores margariteños y que no
pueden ser quemadas. Y que son millones de ciudadanos sus editores. O sea,
imposible liquidarlos a todos. Hoy la noticia del ahora llamado “Cartel de los
Flores” recorre el mundo escandalizado por el hecho mismo, y en especial por el
silencio presidencial suyo.
Señor Maduro, para que usted
pueda darle cuenta al país –como sería su obligación– es imprescindible que
primero usted aclare con su propia pareja, y con su familia que de ninguna
manera ustedes estaban en conocimiento de cómo dos jóvenes que hasta el inicio
del régimen de Chávez vivían en el barrio La Silsa ascendieron a niveles de
vida que incluye uso de aviones privados, de yates y de capital financiero más
que importante que les permitió ascender al infame nivel de “reconocimiento entre
los narcos” de ser clasificados como Cartel de los Flores, pues 800 kilos de
cocaína lo amerita de sobra.
Luego, aclarar cómo los
llamados “narcosobrinos” portaban pasaportes diplomáticos venezolanos sin
ejercer ningún cargo oficial que lo justificara. De hecho, demandaron inmunidad
diplomática ante las autoridades policiales de Haití al ser apresados, lo cual
obviamente no fue atendido. Tenemos el precedente del principal narcotraficante
venezolano Walid Makled, que gracias a que disponía de credenciales de las
Fuerzas Armadas circulaba libremente con sus cargamentos por el país sin ser
detenido por entes militares. En el caso de sus familiares es aún peor, pues en
Venezuela se valían de su relación tan directa con ustedes para tener vía libre
y sin controles, y en el exterior pretendían valerse de pasaportes diplomáticos
para su tráfico de drogas.
Señor Maduro, hasta que fueron
detenidos en Puerto Príncipe esta condición familiar privilegiada era garantía
suficiente para que sus proveedores le suministraran la cocaína. Todavía no se
conoce cuándo iniciaron estas actividades criminales y con quiénes están
asociados dentro y fuera de Venezuela. Esto seguramente lograremos saberlo
durante el proceso judicial en la Corte en Nueva York, en caso de que decidan cooperar
con el fiscal de esa ciudad, que hace poco procesó al hijo del ex presidente
Lobo de Honduras.
De lo contrario, enfrentan
muchos años de prisión en ese país donde sus jueces no están al servicio del
gobierno, y donde los acusados tienen pleno derecho a la defensa a la luz
pública, situación muy contraria a la de nuestro país. Solo recordar el
testimonio del fiscal Nieves declarando cómo fabricaron las pruebas falsas para
condenar injustamente a Leopoldo López confirma que la justicia está bajo su control
y el de Diosdado Cabello que abre las puertas para que ambos puedan ser
procesados ante la Corte Penal Internacional por delitos de lesa humanidad.
Pronto sabremos quién paga sus
abogados. Basta solo saber que los honorarios de los abogados en NY no bajan de
1.000 dólares la hora, pero al saber que son familiares más que cercanos al
jefe de un régimen reconocido por su rapacidad y montado sobre las reservas de
petróleo más importantes del mundo sus honorarios tienen el cielo como límite.
Si llegan a pagarlos entes como Citgo, Pdvsa, el Banco Central u otro ente
oficial se acercaría el propio régimen a un grado mínimo de complicidad.
Imagino, señor Maduro, que ya
sus controladores y tutores cubanos le habrán exigido una explicación, pues ese
gobierno que está en proceso de restablecer plenamente relaciones con Estados
Unidos no puede ni quiere verse asociado a estos hechos. Ya en el pasado
lo estuvieron y conocen sus consecuencias.
Finalmente, señor Maduro,
usted, en lugar de recriminar y de amenazar al gobierno haitiano por haberle
entregado sus familiares a la DEA, debería más bien ofrecerle a la Fiscalía de
Nueva York toda su cooperación para el debido esclarecimiento global de este
hecho que, por supuesto, incluye investigar a todos los jerarcas civiles y
militares del régimen –o familiares asociados a estos actos, le repito,
abominables y criminales.
18-11-15
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