Por José Domingo Blanco, 20/11/2015
Recientemente, tuve la oportunidad de conocer los informes que publican
el Instituto Legatum y la Fundación Konrad Adenauer. Ambos estudios se encargan
de decirnos, de manera seria, formal y académica, lo que todos los venezolanos
sabemos: el país está muy mal.
Venezuela ha descendido en ambos rankings a niveles que dan vergüenza.
Como imaginarán, estamos ubicados en las últimas posiciones. Si bien cada uno
de estos informes estudian variables distintas, al final ambos revelan las
consecuencias de llevar muchos años aplicando políticas erradas y modelos
económicos fracasados.
En el caso del Índice de Desarrollo Democrático de América Latina 2015,
del Konrad Adenauer, el grupo se encargó de analizar, medir y evaluar,
comparativamente, el desempeño del desarrollo democrático en dieciocho países
de Latinoamérica, con la finalidad de resaltar “los caminos virtuosos de la
democracia regional”, como reseñan en su introducción. La evaluación se centró
en cinco dimensiones, claramente establecidas, las cuales me permito
transcribir para que se hagan una mejor idea de los puntos en los que salimos
raspados:
Dimensión I. «Democracia de los
ciudadanos». Evalúa el respeto de los
derechos políticos y las libertades civiles.
Dimensión II. «Democracia de las
instituciones». Mide la calidad
institucional y la eficiencia del sistema político.
Dimensión III. «Democracia social y
humana». Analiza la capacidad del
sistema democrático para generar políticas que aseguren bienestar y desarrollo
humano.
Dimensión IV. «Democracia económica». Pondera la capacidad del sistema democrático para
generar políticas que aseguren eficiencia económica.
Luego de leer estas categorías ¿no es obvio suponer que quedaríamos muy
mal parados? Porque si lo que estaba en evaluación era la democracia, desde
hace rato Venezuela emprendió el camino contrario. De las dieciochos naciones
latinoamericanas analizadas, nosotros nos disputamos a mordiscos los últimos
lugares con Nicaragua.
Me llamó poderosamente la atención que la gente del Konrad Adenauer
señala que, en esta edición, hubo una recuperación del 5,7% en el promedio
regional, lo cual detuvo el proceso de deterioro que se venía registrando desde
el año 2009. Pero, que sólo ocho países mejoraron su posición en este ranking
regional; tres mantuvieron la misma posición que tenían en 2014 y siete
descendieron. ¿Adivinan qué países están entre los que descendieron?
En líneas generales, entre las naciones que lideran la lista están Uruguay,
Costa Rica, Chile, Panamá y Perú, en ese orden. Mientras que Nicaragua,
Venezuela y Guatemala obtuvieron las peores puntuaciones de la región; incluso,
hacen la acotación de que tanto Nicaragua como Venezuela registraron las caídas
más importantes respecto de 2014. Estamos en la posición 17. Y 18 países fueron
objeto de este estudio… hagan ustedes sus propias interpretaciones.
Si nos detenemos en la dimensión que midió la gestión democrática en
relación con el desarrollo económico, ocho países mejoraron su posición en
el ranking regional, con el liderazgo de Uruguay, Panamá, México,
Chile, Perú y Colombia, países que se abocaron a la tarea de encabezar el
ordenamiento, demostrando un alto desarrollo. Por el contrario, Venezuela,
Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala ocupan los últimos lugares este
año, con un nivel de desarrollo mínimo. Me atrevería a asegurar que, en nuestro
caso, el empeño por mejorar en este aspecto fue casi nulo.
Y es en este punto donde quiero enlazar con el otro informe: con el del
Instituto Legatum, organización que se encargó de evaluar la prosperidad en 142
países y analizar la calidad de vida de los ciudadanos de distintos lugares del
mundo. Pues, permítanme comentarles que aquí no salimos mucho mejor, aun cuando
fuimos comparados con muchas más naciones. Estamos ocupando la posición 105
según el índice general. Y no es consuelo pensar que por debajo de nosotros
están otros que salieron mucho peor; porque si vemos con quienes compartimos
los últimos puestos, encontraremos países tradicionalmente muy pobres, sin los
recursos que tiene Venezuela y gobernados por los tiranos de siempre, esos a
los que cada vez más se parecen los nuestros. Somos el único país
latinoamericano que ocupa una posición tan deshonrosa.
En este ranking incluyeron las mismas variables que intervienen todos
los años: economía, gobernanza, educación, salud, seguridad, libertad personal,
capital social, emprendimiento y oportunidad. Y al observar las posiciones que
ocupamos según cada una de estas variables, sólo educación, nos ubica en la
posición 56; mientras que, al evaluar la libertad personal, descendemos
hasta el puesto 132. Otro dato que llamó mi atención, a pesar de que pensé que
ocuparíamos la última casilla, es que en materia de seguridad estamos ocupando
el renglón 108…pero recuerden que estudiaron a 142 naciones.
Como deben imaginar, revisar estos informes me remueve la tristeza.
Venezuela da pena. Por más que me empeño no encuentro, en estos momentos, nada
de lo que pueda sentirme orgulloso de mi país. Era lógico suponer que
saldríamos “ponchados” en estas evaluaciones; pero, leerlo me llena de
vergüenza. Los que permanecemos en Venezuela, somos testigos permanentes de
cómo aumenta la pobreza. De cómo en las noches, las calles quedan desiertas por
miedo a morir en ellas. Podemos dar fe del abuso e impunidad con las que actúan
las autoridades. Vemos con horror como la corrupción y el narcotráfico se
desbordan, los dineros públicos se despilfarran, las reservas internacionales
desaparecen, los mandatos de la Constitución se incumplen y el nepotismo reina
en las instituciones del Estado. Descendemos, estrepitosamente, hacia los
lugares más deshonrosos de todos los rankings, y lo peor es que no vemos
intenciones en nuestros mandatarios de aplicar los correctivos para que esta
tendencia se revierta.
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