Soldado venezolano:
Me dirijo a ti con el derecho
que nos da nuestra condición de ciudadanos y el conocimiento que nace de mi
sostenido, directo y amplio contacto, con nuestros compatriotas en ciudades,
pueblos y aldeas de la Venezuela que aspira a ser la patria acogedora y
ennoblecedora que habremos conquistado con nuestra sangre, esfuerzo, firmeza y
determinación. Tú, soldado, has sido y eres un ciudadano respetuoso de la
legalidad y parte esencial de ese anhelo de grandeza y bienestar.
Tus conciudadanos sabemos que
cada día te levantas dispuesto a cumplir tu misión de servir a la Patria,
salvaguardando nuestras fronteras y preservando la plena vigencia de la
Soberanía Nacional y de la Soberanía Popular, bajo el amparo de una
Constitución lealmente observada y celosamente respetada. Sabemos que, en el
cumplimiento de tu deber, has tenido que separarte de tu familia y correr
muchos riesgos. Igualmente, que con la legitimidad de la misión que has asumido
aspiras al reconocimiento social y al disfrute del bienestar al que tenemos
derecho todos los demás ciudadanos, tus compatriotas.
Tú conoces bien la magnitud
del descalabro económico y moral que vivimos quienes no usufructuamos el Poder,
y que se agrava cada día. La familia militar, tu propia familia, enfrenta, como
todas las familias venezolanas, la angustia diaria y la humillación de la
subsistencia. Todos nos preguntamos ¿cómo, con su sueldo y beneficios
profesionales, puede un militar honesto garantizar la alimentación, la salud y
la educación de sus hijos?
Tú conoces bien la grave
situación de la capacidad operativa de la Fuerza en la que prestas servicio. A
pesar de los publicitados gastos militares, sabes que el apresto operacional de
los cuatro componentes de las fuerzas en las que sirves se encuentra en niveles
injustificables. Te preguntarás: ¿Puedo yo, hoy, con esta dotación y
entrenamiento resguardar la integridad territorial y la soberanía de la
República? ¿Hemos mantenido el monopolio de las armas, como lo manda la
Constitución? ¿Puedo combatir eficazmente a los enemigos de la nación:
narcotraficantes, guerrilleros, paramilitares, bandas armadas y demás grupos
irregulares, sin exponerme a enfrentarlos cuando están mejor armados y dotados
que yo; o a una sanción porque ellos están políticamente protegidos?
Tú conoces bien cómo el mayor
daño hecho a la FAN ha sido y es en el plano moral y ético: la perversión del
mérito como requisito para el ascenso, la partidización e ideologización en la
formación militar, la utilización de los efectivos en el activismo político, la
perpetración de prácticas corruptas y la denunciada vinculación de altos
oficiales con actividades delictivas graves.
Por todo esto, puedes
cuestionarte hoy sobre si nuestra Fuerza Armada está cumpliendo con su
responsabilidad constitucional ante la sociedad venezolana. La dolorosa
respuesta a esta demanda explica el deterioro en el prestigio social de tu Institución,
ese que sientes cada vez que sales de tu cuartel. Y no podrás eludir la
realidad: para permanecer en el poder, el régimen se ha propuesto la
destrucción de la FAN, y ha avanzado peligrosamente en ese propósito.
El pueblo venezolano hoy se
rebela cívicamente ante la pretensión de completar y perpetuar la instauración
de un régimen totalitario y criminal. Una mayoría abrumadora emitirá el 6 de
diciembre un juicio inequívoco en favor de la democracia y la libertad, y un
veredicto adverso sobre el régimen actual. El régimen lo sabe y está ejecutando
todo tipo de abusos y trampas para impedir que la Soberanía Popular se exprese
libremente. Pretende hacerte a ti, y a la FAN, cómplices de estos abusos;
comenzando por desvirtuar al Plan República, despojándolo de su finalidad
cívica y convirtiéndolo en una operación de carácter militar.
Quienes servimos políticamente
a la República, sabemos que los ciudadanos que prestan servicio militar son
necesarios para la superación del drama nacional, y también para la urgente
reconstrucción de la Patria que hemos jurado defender, desde el
profesionalismo, el mérito y el apego a la democracia y la libertad como
valores supremos.
Por todo lo dicho, ha llegado
la hora de que te pronuncies en favor de la democracia y de la
institucionalidad en nuestro país; asegurando a cada compatriota que cumplirás
en este momento crucial con tu deber profesional y tu sagrado juramento ante la
bandera.
Yo confío en ti y en la
reserva moral que existe en los cuarteles, guarniciones, comandos y
destacamentos. Los venezolanos confiamos en que tú y tus compañeros de armas
cumplirán, cívica y profesionalmente con su deber; y que con ello se iniciará
el restablecimiento del prestigio de tu Institución.
Tengo la confianza en que, un
día, no muy lejano, cuando camines por las calles de nuestra amada Venezuela,
vistiendo el uniforme de tu componente, sentirás el merecido respeto y la
sincera admiración de todos nosotros, tus conciudadanos.
María Corina Machado
Diputada a la Asamblea
Nacional
17-11-15
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