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lunes, 2 de noviembre de 2015

Resistencia Ciudadana, por Gustavo Moreno



Por Gustavo L. Moreno V., 30/10/2015

Estamos entre fuerzas que pretenden arrasarnos. No son nuevas, son las de siempre en la historia del mundo. Tal vez desconocidas para nuestra cotidianidad nacional, o tal vez subestimadas en nuestro andar, pero que hoy se revelan con todo su poder y parece que nos aplastan. Nos preguntamos: ¿dónde se escondía tanta miseria, tanta avaricia? Desde las colas para pañales hasta las declaraciones de cualquiera de estos personajes del gobierno; desde los videos del fiscal Franklin Nieves hasta las mezquinas disputas de la MUD y los partidos de oposición por las candidaturas para la Asamblea; todo parece un circo, una reunión de borrachos en donde nadie encuentra la llave para salir.


Por supuesto, dentro de este panorama, la desesperanza parece ser la constante. Las conversaciones en la calle, en las colas, en la farmacia, en los espacios de trabajo se repiten. ¿Nos vamos o nos quedamos?, ¿esto pasará algún día?, ¿hasta cuándo tanto desastre?, ¿lo robaron?… ¡gracias a Dios que no lo mataron!. ¿Sabes de alguien que me consiga penicilina?; ¿tienes arroz?… te lo cambio por uno de azúcar; y así sale el sol y se oculta el sol, y nuestros días se van en una interminable desolación.

Sin embargo es esa desesperanza, tan difícil de evitar, la condición que hace posible que estos que nos gobiernan sigan en su avanzada revolucionaria hacia la destrucción del país, para arrebatar de las ruinas lo que tanto esfuerzo costó construir por particulares y por el propio Estado Venezolano. Y digo “arrebatar” porque cuando no se sabe hacer nada bien sino pelear, la única manera de tener las cosas es arrebatándolas. Y esto es lo que hemos visto durante más de tres quinquenios: el arrebato del país que se construyó, con todos sus errores y aciertos.

Por supuesto, la desesperanza frente al arrebato es una respuesta comprensible, humana. Sin embargo, nos urge salir de ella si realmente queremos reconstruir el país. Nos urge resistir, pero no una resistencia resignada, sino transformadora, fuerte, que se oponga realmente al totalitarismo, no solo del poder sino de las ideas; que se oponga a la miseria como fórmula para que todos seamos iguales; una resistencia firme, que persista. Esa resistencia es un componente clave para enfrentar este desastre. Resistir dentro o fuera del país, resistir en las colas, en el trabajo, en las farmacias… resistir, resistir y resistir. Si uno se cansa, que descanse y lo ayuden para seguir resistiendo. Y en esa resistencia nos encontramos con el otro, salimos de nuestra depresiva mismidad y nos vemos en “el de al lado”. Empezamos a reconocer que el del barrio, el de la urbanización, el obrero, el profesor, el joven, el viejo, el chavista, el opositor, el que se fue y el que se queda, en fin, todos estamos resistiendo. La resistencia se hace fuerte, cuando se teje a través de redes construidas en nuestro encuentro con “el otro”, con el distinto, entonces el poder se encuentra con una muralla, que por más que golpee no logra derrumbar.


Por esta razón, luego de unos meses sin escribir para PolitiKaUCAB, vuelvo ahora con una columna a la que he querido llamar “Resistencia Ciudadana”. Tal vez un nombre algo común, pero totalmente pertinente en estos tiempos que parecen desolados. Tenemos que resistir… tenemos que estar juntos, y cuando digo juntos no pienso necesariamente en el espacio sino en el “sentido” de este momento por lo que atravesamos; tenemos que construir redes para convertirnos en una muralla con la que se estrelle el poder. Tenemos que ser la fuerza que se opone firmemente a que la desdibujen, a que la arrasen, a que la arrebaten. No hablo de violencia, hablo de fuerza; la fuerza que da el encuentro con el “otro”, el recuerdo de un país que llegamos a ser y que sí es posible reconstruir, aunque nos quieran borrar la memoria. Un recuerdo no con añoranza del pasado (que pensar en que volverá es otra importante trampa a la que debemos resistir) sino como posibilidad de futuro. El país cambió, nosotros cambiamos, y desde allí, viendo lo que hemos sido capaces de hacer en otros tiempos no tan lejanos, encontrarnos y construir el país posible.

El proyecto para este espacio es reflexionar sobre las dimensiones de la resistencia, no desde una narrativa académica, sino experiencial; subjetiva, más lírica que épica, más literaria que política. Sin pretensiones de verdades, sin decir qué hay que hacer o qué no hay que hacer, porque muchas veces ni uno mismo lo tiene totalmente claro, la respuesta debe pasar por el encuentro. Aventurarme a tener una columna quincenal en PolitiKaUCAB, que tiene tal valor para mí, no es más que querer contribuir con los espacios de encuentro para la resistencia ciudadana en la que muchísimos venezolanos estamos.

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