Por Marino J. González
R.
A la fecha, quince
países de América Latina han registrado el mayor número de casos de covid-19 en
las últimas dos semanas. Nueve de ellos lo han registrado en la última semana.
Esto significa que, en las mejores condiciones, es decir, acercándose al
desempeño de Corea del Sur, tienen por delante un mes más para controlar la
pandemia. En efecto, Corea del Sur tardó 34 días desde que registró el mayor
número de casos hasta que se redujo de manera significativa y estable.
Si se suma el período
desde el inicio de los casos, el tiempo necesario para el control en Corea Sur
fue poco más de dos meses.
En consecuencia, en la
gran mayoría de los países de América Latina la covid-19 podría ser controlada,
en el mejor de los casos, en más de tres meses. Ya son visibles los efectos de
lo que esto significaría en la región.
Hacer el balance,
entonces, es tratar de identificar las opciones de políticas que se deben
implementar de manera inmediata, con el propósito de revertir la dinámica de la
pandemia, pero también para aminorar sus consecuencias sociales, económicas y
de salud. Por otra parte, dado que la posibilidad de contar con vacuna efectiva
y utilizada masivamente no está planteada en el corto plazo, las políticas que
se apliquen en esta fase determinarán la capacidad para el control en los
próximos meses.
Para realizar el
balance, al menos cuatro aspectos pueden considerarse. En primer lugar, el
punto de partida, es decir, las condiciones diferenciales en las cuáles se
encontraban los sistemas de salud de la región antes de la aparición de la
covid-19. Un segundo aspecto corresponde a las decisiones que fueron tomadas
por los países antes de que se registrara el primer caso en los respectivos
territorios. Las políticas implementadas luego del inicio de la pandemia,
constituyen el tercer aspecto. Los efectos en el número de casos y
fallecimientos corresponden a los criterios de efectividad de las políticas.
Las condiciones de los
países para enfrentar una situación de riesgo global como una pandemia, fueron
ponderadas con la elaboración de Índice de Seguridad de Salud Global. Este
índice es un proyecto entre la Nuclear Threat Initiative (NTI) y el Centro de
Seguridad en Salud de la Universidad Johns Hopkins, y fue desarrollado con The
Economist Intelligence Unit (EIU).
Los resultados fueron
publicados a finales de 2019. De acuerdo con el índice, los países mejor
preparados para enfrentar un riesgo biológico eran: Brasil, Argentina, Chile y
México. Siete países de la región obtuvieron una puntuación por debajo del
promedio mundial, siendo Venezuela el país con menor puntuación.
La medición de
capacidades de los países puede dar pistas sobre las posibles respuestas en una
situación crítica como una pandemia. Pero es la ejecución de políticas lo que
permite conocer si esas capacidades se ponen en práctica. La Escuela de
Gobierno Blavatnik de la Universidad de Oxford ha elaborado un índice para
realizar el seguimiento de estas políticas. De acuerdo con este índice, la gran
mayoría de los países de la región no alcanzaron 20 puntos (en una escala de
100) en políticas implementadas antes de registrarse el primer caso de
covid-19.
La puntuación de
Bolivia, Brasil, Chile y República Dominicana fue 0 en la etapa de
pre-pandemia, la de México fue 3 puntos. En otras palabras, tres países con las
mayores capacidades no implementaron ninguna política en la fase de
preparación. El caso contrario fue El Salvador, al tener un índice de 70 antes
del diagnóstico del primer caso.
Luego del inicio de la
covid-19, dos aspectos han tenido especial relevancia para el control: la
realización de pruebas diagnósticas y la aplicación de medidas de
distanciamiento social. Tres países destacan en la región por la importancia
asignada a la realización de pruebas diagnósticas: Perú, Chile y Panamá. Estos
tres países han aumentado entre cinco y siete veces el número de pruebas por
1.000 habitantes desde el reporte del primer caso. Brasil, México y Bolivia no
han incrementado la realización de pruebas en los dos meses de evolución de la
pandemia.
Otros países: Haití,
Venezuela, Nicaragua, Guatemala, Honduras, República Dominicana, no están
incluidos hasta la fecha en el registro de este indicador por parte de Our
World in Data, de allí que se dificulte de manera significativa el seguimiento.
El grado de rigurosidad
de las medidas de distanciamiento social discrimina dos grupos de países. En el
grupo con menos rigurosidad en medidas como confinamiento, cierre de escuelas,
restricciones del transporte, se encuentran México y Brasil que tienen en la
actualidad las mayores cifras de contagios diarios. También en este grupo se
encuentran Chile, Panamá, Colombia y Argentina. En los dos primeros se han
registrado las dos mayores tasas de casos por millón de habitantes en la región.
En los países con mayor
rigurosidad se destacan dos grupos. En el primer grupo se encuentra países con
medidas de rigurosidad moderada como Uruguay y Costa Rica en los cuales el
control ha sido mayor, contrapuestos a Ecuador y Perú que presentan las mayores
tasas de mortalidad de América Latina.
Esta diferencia indica
que las condiciones previas, especialmente el desarrollo de la
institucionalidad del sistema de salud es un factor de especial incidencia en
el control de casos. En el segundo grupo están países con mayor rigurosidad en
las medidas, pero que presentan menor desempeño, en términos de la mortalidad
por covid-19, como es el caso de Honduras que ya se encuentra en el octavo
lugar de mortalidad en la región.
Algunas lecciones
pueden plantearse de este balance. En primer lugar, las capacidades pueden ser
altas, pero requieren calidad de las políticas para que constituyan una
diferencia. Los casos de Brasil y México son demostraciones de esta
restricción. Una segunda lección es que la ausencia de acciones previas tiene
sus efectos. En este grupo se encuentran nuevamente Brasil y México, pero
pueden agregarse Chile y República Dominicana.
La realización de
pruebas diagnósticas reduce la incertidumbre para la toma de decisiones, y es
también de utilidad para identificar las secuelas por covid-19. Los países que
hayan diagnosticado más personas estarán en capacidad de estimar mejor los
servicios que se requerirán en el futuro para su atención. La cuarta gran
lección es que la fortaleza institucional, especialmente en la gestión de salud
pública, es el factor clave para el control.
La evolución de los
casos en Costa Rica y Uruguay indica claramente este aspecto. Los países que
aspiren controlar rápidamente, deben, en consecuencia, reforzar los servicios
de diagnóstico de casos y seguimiento de contactos. De lo contrario, la
pandemia con sus efectos seguirá representando un riesgo de grandes
proporciones para la salud de los latinoamericanos.
13-05-20
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