Julio César Arreaza B. 10 de mayo de 2020
@JulioCArreaza
En
Venezuela impera un Estado mínimo totalitario presidido por el usurpador y la
camarilla militar antidemocrática que lo sustenta; al no controlar todo el
territorio nacional, se ven obligados a compartirlo con distintas mafias
narcoterroristas de su misma calaña (somalización). Perdimos el país cuando
constatamos el cierre de los canales pacíficos para resolver los conflictos. La
receta natural de las elecciones democráticas para dirimir una crisis sin
precedentes no es aceptada por los secuestradores del poder. Quedó claro que
desde los tiempos del galáctico se impuso el cerco institucional y la no
política; Carlos Andrés Pérez tempranamente acertó al caracterizar a la logia
golpista de delincuentes.
Con
criminales es cuesta arriba hacer política y se ha equivocado el camino para
enfrentarlos al no tener claro la distinción entre política y régimen forajido.
Sépase que al negociar con delincuentes la lógica aplicada debe tomarlo en
cuenta.
El
coranivirus generó aquí una tormenta perfecta al juntarse explosivamente con la
hiperinflación récord mundial, la destrucción del salario y el sistema de
salud, y la contracción económica arrastrada desde hace 7 años; y en
consecuencia el limitado acceso y consumo mínimo de alimentos.
Hoy
confrontamos una situación de violación sistemática de los derechos humanos y
una insólita vulneración de las garantías de la dignidad humana. El régimen se
aprovecha de la pandemia que implica confinamiento y desmovilización por falta
de combustibles, para incrementar la represión selectiva que llega hasta los
líderes sociales que protestan.
Estamos
viviendo el peor momento de censura, aislamiento y neutralización de las
capacidades de acción de los venezolanos que luchan por la libertad; el régimen
viene refinando los mecanismos de control: la poca comida que llega al pueblo
se distribuye dejando por fuera a los críticos. Se profundiza la persecución de
la disidencia, agravado el cuadro con la pérdida de confianza en el liderazgo.
Bachelet confirma la exacerbación de las prácticas autoritarias.
El
Primero de mayo se oficializó la miseria nacional con el correspondiente
aumento de indigentes sociales. La medida de regulación de 27 productos básicos
es una barajita repetida harta conocida, condenando al hambre a trabajadores y
pensionados. Se conoce el final de la película: militares corruptos
fiscalizando con abuso de poder; matraqueo y ocupación de la propiedad privada,
confiscación de mercancía, bachaqueo y contrabando. Termina conformando un
mecanismo de escasez y caos total. Los criminales optaron por “tierra
arrasada”.
Constituye
delito de lesa humanidad la masacre de 47 reclusos en el Centro Penitenciario
de Los Llanos, en Guanare, la protesta comenzó por hambre.
El
largo y sostenido tiroteo en Petare se debió a ajustes de cuentas entre pranes,
presuntamente Wilexis, el jefe, no interfirió en la reciente y exitosa visita
del presidente Guaidó y el narco régimen, pran mayor, soltó a alias Gusano para
reducir a Wilexis como castigo.
Pedimos
la libertad de los 367 presos políticos, la puerta giratoria solo produce su
incremento.
Proponemos
las siguientes acciones: evitar el dibujo libre que beneficia al bloque en el
poder y robustecer la unidad. Insistir en la organización de la ciudadanía. Con
el contrato social roto y el desmoronamiento de la ficción, prendida de
alfiler, del Estado mínimo totalitario, surge la oportunidad de construir un
nuevo país.
No
deben suspenderse las sanciones, lo contrario es ayudar al régimen forajido;
adelantar negociaciones sin permitir la impunidad. Ante el error de que algunos
países retiren sus querellas ante la CPI, las organizaciones de víctimas y las
ONG deben continuar con los casos. Seguir solicitando la presión internacional.
No
más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!
Julio
Cesar Arreaza b.
@JulioCArreaza
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