AFP 05 de mayo de 2020
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Afectados
por "la maldición de chilito" -un estallido social y una pandemia-
cientos de connacionales aguardan un vuelo humanitario para volver
Unos
200 venezolanos en Santiago esperan con maletas en la calle que su gobierno
habilite un vuelo humanitario para volver a su país luego de sufrir lo que
llaman «la maldición de chilito»: un estallido social y una pandemia que
truncaron el sueño de una vida mejor en Chile.
«Llegué
en abril de 2019 con todos los planes de un mejor futuro aquí y encontré
trabajo, me sentí bienvenida pero nos cayó la maldición de chilito», dijo
Joselin Ferrer, abogada e ingeniera pesquera de 41 años de edad.
Ferrer
es una entre los cientos de venezolanos que han quedado en una situación de
vulnerabilidad luego de las cuarentenas decretadas a lo largo del país por la
pandemia del coronavirus que suma más de 22.000 contagiados y 275 muertos en
Chile.
Esta
madre soltera espera en un refugio en Santiago con su hija de 12 años un vuelo
humanitario que probablemente salga este martes.
Quiere regresar a Lecherías, ciudad costera al noreste
de Venezuela, donde se unirá a su hijo de 19 años, y sus padres que hace poco
decidieron volver desde Ecuador.
Estallido social y coronavirus
«Como muchos, emigramos cuando en Venezuela la
situación ya se puso muy, muy mala, y a los pocos meses aquí vino el estallido
social en octubre, perdí un trabajo y ahora en febrero me despidieron como
vendedora de un servicio de televisión por cable y me quedé sin dinero para
pagar el alquiler», contó.
Los venezolanos en Chile son la primera colectividad
de migrantes en el país con 400.000 personas, según registros oficiales de
2019.
Aunque
empezaron a llegar en 2010, fue en los últimos tres años que muchos hicieron el
viaje por tierra, en buses de hasta 15 días desde Caracas. Chile impuso
restricciones migratorias el año pasado que dejaron a miles varados en la
frontera con Perú.
«Chile
nos brindó el apoyo cuando pudo, yo me voy agradecido, no me faltó trabajo,
pero vivía al día para enviar dinero a mi familia en Venezuela. Llegó febrero y
la empresa en la que trabajaba quebró y días después vino la maldición del
covid-19», lamentó Lenin Padrón, técnico en electrónica de 50 años, que espera
regresar a Venezuela este martes.
Coinciden
que el «mundo se puso malo por todas partes y toca pelearla», dijo Padrón.
Tampoco
esconde la felicidad al pensar en que pronto pueda «estar con todo lo que me
hace falta ahorita mismo: mi esposa y mi hija pequeña», contó desde el refugio
soñando con llegar a su casa en Guatire.
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