Por Mercedes Malavé González
Algunas religiones
ancestrales orientan su ascética hacia la conquista del nirvana, ese estado
resultante de la liberación de todo lo que ata o esclaviza: pasiones, deseos,
conciencia individual, traumas, etc. Sumirse en un absoluto de plenitud y
satisfacción donde el “yo” se abaja, se anonada, se aniquila para dar paso a
una plenitud de paz y felicidad. El mar de la felicidad proviene de esa
aspiración mística legendaria.
La máxima verdad del
cristianismo, en cambio, propone un mensaje radicalmente distinto. La felicidad
humana consiste en la imitación de Cristo, Dios hecho hombre que habitó entre
nosotros, enseñándonos el camino humano de la felicidad expresado en las
bienaventuranzas, que no son otra cosa que un canto al desprendimiento de sí
mismo al servicio a los demás. Se aproxima al nirvana sin desdibujar la
individualidad de la persona. Todos estamos llamados a encarnar un proyecto de
vida inspirado en Cristo y las bienaventuranzas.
Testimonios de
conversión coinciden en la afirmación de que fue la unidad de la Iglesia
católica lo que les hizo abandonar el protestantismo y abrazar la fe católica.
Recuerdo en concreto a
una persona que decía: «Mi iglesia solo la encuentro en mi barrio; la Iglesia
católica la consigo por todas partes, y me da un poco de envidia ver que mis
amigos católicos encuentran su casa en cada lugar».
Pese a divisiones y cismas seculares, la fuerza de esa unidad sigue gravitando alrededor de la figura del romano pontífice como representante de Cristo en la tierra, mediante una tradición conocida como la tradición apostólica. La esencia de la unidad católica es tan simple como difícil de personificar, pues se basa en una premisa fundamental: «El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo». Esa máxima no puede provenir sino de aquel que se anonadó a sí mismo despojándose de su divinidad, se hizo hombre y murió condenado en una cruz.
La unidad, ese anhelo
tan grande de los venezolanos de hoy, no solo está en peligro por las muchas
divisiones de las fuerzas opositoras al chavismo, sino que está siendo
utilizada como pivote de «aggiornamento» del discurso chavista.
Decía Mibelis Acevedo recientemente:
«Allí el gobierno, hablando de reconocer la diferencia, de dialogar, de aceptar
la pluralidad… apropiándose del lenguaje que debe esgrimir el campo
democrático. Ojalá ese discurso no desemboque en el típico vaciamiento de
significados que promueve el hacer autoritario».
Vemos un gobierno que
se apropia del discurso opositor con todas sus letras y significados, porque ha
aprendido que se puede hablar de una falsa unidad: «unidad alrededor de mi
proyecto», en lugar de la unidad cristiana o del anonadamiento del nirvana. Ese
personalismo es perfectamente compatible con su lógica revolucionaria.
No alcanzaremos la
unidad hasta que no seamos capaces de entender que no puede haber unidad sin
negación, sin anonadamiento. Líderes opositores a dictaduras de aquí y de allá
han dejado testimonios fehacientes de desprendimiento y concesiones impensables
para poder avanzar en la búsqueda de libertades civiles y democráticas.
Cuando el barco se está
hundiendo nadie piensa en sus pertenencias sino en la necesidad de salvarse. Lo
mismo ocurre al término de la guerra: los victoriosos solo piensan en retornar
a sus hogares; se olvidan de sus inútiles pertenencias —armas, foto de la
amada, cantimplora— que ya no sirven para nada.
La iniciativa del foro
cívico se presenta como una alternativa de unidad superior alrededor del
verdadero fin de la política que es el bien común, las libertades y el
ejercicio de los derechos ciudadanos.
Ellos no hablan de
mesianismos tontos sino de soluciones concretas, no se erigen como el centro de
la unidad sino que ofrecen alternativas para avanzar; no hacen actos de
protagonismo sino de civismo. Irrumpen con fuerza nacional y son capaces de
llegar a la periferia porque su pluralismo y gama de propósitos les permite
avanzar rápidamente.
En Unión y Progreso
seguimos comprometidos con ese propósito de unidad superior, así lo hemos
manifestado en las reuniones zonales de promotores de nuestro movimiento
ciudadano.
Mercedes Malavé es Político.
Doctora en Comunicación Institucional (UCAB/PUSC) y profesora en la UMA.
08-03-21
https://talcualdigital.com/en-la-base-de-la-unidad-por-mercedes-malave-gonzalez/
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