José Miguel F. 07 de mayo de 2021
- El chef venezolano es uno de los cocineros
más prometedores de la alta cocina en el mundo. Chaneton conversó con el
equipo de El Diario, desde su casa en Hong Kong, sobre su historia en
la gastronomía y la búsqueda conceptual de su cocina
Ricardo
Chaneton describe la alta cocina como un ámbito caracterizado por la búsqueda
de la perfección y el detalle. Nada se escapa de la imaginación de los
cocineros y la presión, como era de esperarse, rompe en algunos casos los
límites del oficio. Su restaurante actual se llama Mono, ubicado en Hong Kong y
representa una ventana en la gastronomía asiática para vislumbrar en la
cercanía del paladar los sabores latinoamericanos con la pulcritud de la cocina
francesa.
Su
historia comenzó en San Antonio de los Altos, estado Miranda, bajo el cobijo de
una familia de inmigrantes. Esa es una de las razones, comenta, para
reconocerse como un individuo que no es de aquí, ni es de allá, sino que, al
contrario, es un ser de mundo. En su casa familiar la cocina era un lugar
hogareño, como en todos los demás, con platillos sencillos de la tradición y
reuniones esporádicas alrededor de la comida. Las parrillas de fin de semana
estaban a cargo de su padre y el resto de platos eran hechos por su abuela.
Los
fines de semana íbamos a San Diego a comprar las hortalizas para la semana. Iba
con mi papá y pude encontrar un contacto directo con los ingredientes frescos
de la tierra. Es uno de mis recuerdos más bonitos de la infancia”, dice en
exclusiva para El Diario.
En
esos viajes al campo para comprar las verduras de la semana se creó, explica,
una conexión primordial para sus años siguientes en la cocina basada en el
reconocimiento de los mejores ingredientes, los más frescos, provenientes de la
tierra y sin conservantes. Por eso mismo, la memoria se reviste con los más
momentos significativos de la infancia para dar cuenta, en la vida adulta, de
la curiosidad en el oficio.
Luego,
en los primeros años de su adultez, con la incertidumbre de la juventud,
comenzó su carrera culinaria en el Centro de Estudios Culinarios San Antonio
(Cecsa) y en una pequeña pizzería de San Antonio de los Altos. Entre los hornos
y la sencillez de los ingredientes en la cocina italiana descubrió un mundo
nuevo, que se abría ante sus ojos como las masas fermentadas, para inyectarle
las razones para iniciarse como cocinero. “Recuerdo con mucho cariño donde todo
era nuevo y emocionante, era como una adrenalina que necesitaba mi cuerpo”,
agrega.
En esa
primera etapa estudiantil trabajó en un restaurante de carnes y otro de sushi.
Ahora, con más de cinco años viviendo en Asia comenta entre risas que, aunque
la comida asiática que preparó en sus inicios era de alta calidad, era, a su
vez, un concepto comercial de la riqueza gastronómica del continente. Después
de esos primeros trabajos y con el título en la mano decidió recorrer los
mejores restaurantes de Caracas para entregar su curriculum. Ese día, comenta,
bajó con una carpeta y tres fotocopias de su hoja de vida y su destino eran los
restaurantes: Sibaris en Las Mercedes, Alto en Los Palos Grandes y Le Gourmet
en el hotel Tamanaco Intercontinental.
Sus
referentes gastronómicos para el momento eran Federico Tischler, Tomás
Fernández y Carlos García. Personas admiradas por Ricardo que hoy día, después
de tanto recorrido y mucho por caminar, son grandes amigos. Cada uno de ellos
eran un punto de ancla en la alta cocina venezolana, con grandes vestigios de
la experimentación vanguardista de la cocina española de la época, inspirada en
la exposición del restaurante El Bulli dirigido por Ferran Adrià.
Su
primera oportunidad fue en Le Gourmet en 2007, junto a Tomás Fernández, Juan
Luis Martínez y Wilmer Mantilla. En ese lugar conoció la diferencia de la alta
cocina con el simple y mero menester de cocinar para saciar el hambre. La
preocupación principal es la búsqueda de la perfección y los ingredientes,
frescos y naturales, son como pequeñas paletas de colores frente al lienzo de
los fogones.
La
experiencia de la alta cocina europea
Durante
varios años fue parte de la cocina dirigida por Tomás Fernández, pero una
conversación con Juan Luis Martínez insertaría la curiosidad de llevar sus
ansias de aprender a Europa. En los primeros meses en España trabajó en
distintos oficios, alejados de la cocina, hasta que el chispazo de la
gastronomía lo llamó y recordó las anécdotas de Martínez sobre las pasantías en
distintos restaurantes de Madrid.
Ricardo
mandó su postulación a distintos lugares y recibió el llamado de dos locales
importantes: Akelarre de Pedro Subijana, con tres estrellas Michelin, y Quique
Dacosta del chef homónimo, con dos estrellas Michelin. Martínez le recomendó el
restaurante de Dacosta porque un local con dos estrellas tiene mucho para alcanzar
y, al mismo tiempo, mucho que perder. La presión y el aprendizaje serían
mayores.
En un
principio Ricardo Chaneton pensaba en recopilar todas las enseñanzas posibles
de la alta cocina europea para regresar a Venezuela. Sin embargo, el periodo de
pasantías en el local de Dacosta pasó y recibió la oportunidad de seguir
trabajando como empleado. Y desde ese momento no ha regresado a su país natal.
Su
tiempo en España le inculcó una manera importante de analizar la alta cocina y,
de esta forma, su relación con el oficio y la pulsión de comer se modificó. La
búsqueda primordial de los chefs españoles es darle un significado nuevo al
hecho de comer y cocinar; así como los vanguardistas del arte que, siguiendo
las máximas de Picasso, eran capaces de deconstruir la forma mimética del
mundo. La experimentación inacabable entre la ciencia, la agricultura y la
creatividad artística son aspectos reconocibles de la cocina española
contemporánea.
Mi
tiempo en España me marcó para pensar la cocina: allá la cocina es una búsqueda
de ideas, de creatividad, ciencia detrás de cada receta. La cocina molecular y
vanguardista española me abrió la cabeza y me metió miles de preguntas y
respuestas. No es una cocina con la que me identifico hoy, pero sí disfruto
mucho comiéndola y leyéndola”, dice.
Su
siguiente paso fue a un pequeño pueblo francés llamado Menton y las
características de la cocina también se modificaron. En España los platillos
son nuevas maneras de ver el mundo, pero en Francia los sentidos del cuerpo se
entremezclan con el oficio y, más allá de un guía matemática y química, las
recetas son hechas con el pulsor de un aroma, un sonido, una textura o una
ebullición notable a simple vista. En ese lugar fue contratado por el chef
argentino Mauro Colagreco en el restaurante Mirazur, en el año 2009.
La
experiencia francesa estableció una base para el estilo y la esencia de la
cocina de Ricardo Chaneton. En ese lugar, con las enseñanzas de la tradición y
la conexión particular con los ingredientes, descubrió una esencia particular
que mantiene día a día. Incluso, la presentación de sus platillos actuales
mantienen la esencialidad del minimalismo francés con la explosión caribeña de
los sabores americanos. Estuvo en ese local hasta 2016, año en el cual la
curiosidad de Chaneton se dirigió hacia el continente asiático.
Mono,
la consagración en Hong Kong
Los
siete años junto a Colagreco fueron “inolvidables” para Ricardo. En la cocina
francesa encontró un espacio continuo de renovación sensorial. Luego, recibió
el llamado de una cadena hotelera en Hong Kong para dirigir la cocina de
Petrus, el restaurante más reconocido del conglomerado.
Fue
una experiencia excelente y tenía que hacer una cocina francesa más clásica.
Aprendí muchas cosas de manejo de restaurantes y me encantó la experiencia.
Mono lo pude abrir gracias a ese restaurante, donde conocí a mi socio, que era
mi cliente regular en ese momento. Decidí dejar el restaurante para volver a
Sudamérica, pero salió la oportunidad actual”, comenta.
El
deseo de volver a Latinoamérica ha sido latente en la carrera de Chaneton. La
primera vez no pudo por las oportunidades en Francia y, esta vez, recibió el
llamado para asociarse en la creación de su propio local, con sus reglas y
conceptualidades, sin la mano de ningún externo. La responsabilidad era mucho
mayor y la inauguración de Mono lo hizo adentrarse en sus entrañas, revisitar
sus memorias, volver a sentir las mismas sensaciones de la comida materna y de
las parrillas paternas. Su familia es una mezcla de inmigrantes y su paso por
el mundo también ha marcado su relación con la identidad. Así mismo, cada sabor
en la carta de Ricardo viene antecedido por una historia plural de referencias.
«Por
eso al llegar a Hong Kong tuve que mirar a mi interior y decir: soy un cocinero
venezolano, latinoamericano, que estamos caracterizados por muchos sabores en
común. Entonces, yo quería hacer una ventana asiática a lo que es Latinoamérica
de una manera elegante. El concepto del restaurante es el matrimonio de donde
soy y donde me formé”, puntualiza.
El
restaurante es la síntesis de la experiencia de vida de Ricardo Chaneton y el
resultado ha sido positivo. En 2020 fue elegido en el puesto número 94 de la
guía The Best Chefs Awards y en 2021 Mono fue el local número 44 en la guía The
World’s 50 Best, que analiza los mejores restaurantes del continente asiático.
Esto convirtió a Ricardo en un referente latinoamericano en el ámbito
gastronómico. “Fue una sorpresa inmensa, porque estamos entre los mejores restaurantes
de Asia haciendo comida latinoamericana”, dice.
Mono
es un muestrario de sabores latinoamericanos con el enmarcado de la cocina
francesa en una ciudad asiática. De esta manera, cada comensal y lector podrá
reconocer en la obra de Ricardo una multiplicidad cultural que se expande en
los paladares y continua experimentado hasta el final porque, como él mismo
dice, nunca se logra un estilo concreto y la sensación de equívoco permite que
la comida sea diferente en cada bocado. “La esencia siempre estará, pero el
estilo siempre está en constante renovación. Nunca estamos satisfechos al
100%”.
Ricardo
siempre se reconoció como una persona multicultural y en su adultez logró
compenetrarse en cada región que visitó. Antes de llegar a Hong Kong viajó
varias veces a China por el trabajo en Mirazur y conoció las particularidades
de la cultura asiática. “Eso es bonito tenerlo en cuenta y llegar con la mente
abierta para derretirme en este pote caliente de millones de personas con
muchas culturas”, asevera.
La
cocina de Chaneton es un espacio de mezcla de su pasado y cada detalle, por
pequeño que sea, es capaz de construir el siguiente platillo de Mono.
Tomado
de: https://eldiario.com/2021/05/04/ricardo-chaneton-un-chef-venezolano-en-hong-kong/
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