Orlando Viera-Blanco 10 de junio de 2021
@ovierablanco
“Es
un contrasentido hablar de una “razón revolucionaria”. La razón no justifica
revoluciones cuando niega la vida y es expresión de oscuridad, de thanatos…”
Jürgen
Habermas, Karl Popper, Ralf Dahrendorf, Heins Lubasz y otros de la denominada
corriente FILOSOFÍA RADICAL, publicaron sus conversaciones con Herbert Marcuse.
Un intercambio de reflexiones sobre la Teoría Crítica del pensamiento, tanto
marxista como del positivismo capitalista de occidente. El desafío no es lograr
un justo medio entre el abandono del eros[al amor como virtud fundamental de la
naturaleza humana] y el ethos representado en el consumo y la productividad
como orden, más la relevancia Freudiana de la intuición del hombre como
herramienta esencial de vida.
La
escuela de Frankfurt.
Heins
Lubasz:” La Escuela de Frankfurt [Institut für sozialforschung/1922] estuvo
integrada por un puñado de intelectuales marxistas que hicieron de la negación,
de la negatividad, su principio supremo de pensamiento. Negación en el sentido
de oposición, rechazo, recusación, crítica. Sin embargo, esta negatividad había
de tener-paradójicamente-resultados enormemente positivos. En el punto
culminante de la Guerra Fría-años 1950 y primeros 1960-la Escuela de Frankfurt
[EF]mantuvo posiciones filosóficas y políticas siguiendo dos líneas de
enfrentamiento: i.-contra Occidente contribuyendo a la formación de una Nueva
Izquierda -que no tenía nada en común ni con el capitalismo burgués ni con el
socialismo bolchevique-y ii.- negación de la dialéctica entre teoría (utopía) y
mundo activo.
El
hombre, como ser social es al mismo tiempo sujeto y objeto, conocedor y
conocido. Tal unidad de sujeto y objeto constituye la totalidad del hombre y su
mundo. El objetivismo es visto con retina crítica por la EF […] “Es el futuro
penetrado por el materialismo histórico y el presente comprimido por un
cientificismo positivista. Lo que ha demostrado la historia de la humanidad es que
a través de la razón de “vivir la vida” el hombre crece y evoluciona
socialmente, mientras que su miedo natural a la muerte, a la oscuridad, le hace
afecto a la luz, a la ilustración” [Marcuse].
Bajo
esta dialéctica propia de la EF, “la praxis sigue a la verdad, no al revés». La
solidaridad sigue a la razón no al revés. Las revoluciones siguen a la razón,
no lo contrario. Es un contrasentido hablar de una “razón revolucionaria”. La
razón no justifica revoluciones cuando niega la vida y es expresión de oscuridad,
de thanatos…Patria, socialismo o muerte, liquida el instinto fundamental del
hombre libre, “que ama la vida”. Y ojo, el capitalismo potencia “una
solidaridad de agresión” de lucha de clases, cuando la norma es el profit (la
ganancia)¿Cuál es el justo medio?
La
nueva clase obrera: La innovación y la tecnología.
La
trascendencia de la filosofía radical de la emancipación del pensamiento de la
EF, es la búsqueda positiva de la evolución social y política concebida por Max
Horkheimer, Teodoro Adorno, Habermas, o Herbert Marcuse [y su hombre
unidimensional]; el lanzamiento de una nueva clase obrera. Una nueva
“infraestructura tecnológica” integrada por ingenieros, científicos naturales y
especialistas del sistema de comunicación, que resulta indispensable para el
funcionamiento de una sociedad avanzada. Esta «nueva clase obrera» se forma en
las escuelas y universidades de las sociedades industriales desarrolladas.
Puedo
comprender el enfado de Popper hacia la EF a la que, calificada casi de una
“élite de decepcionados marxistas [a raíz de la llegada del nazismo alemán],
donde su “teoría Crítica” no criticaba nada de nada, sino lanzaba quejas u
oscuros gritos de Casandra sobre los malos tiempos que vivimos”…Creo que lo
valioso del pensamiento crítico emancipador, es el rescate de la razón como
instrumento de defensa de extremos nacionalsocialistas [1918-1919], o los
sedimentos que impiden una posible liberación de los fracasos de la sociedad
tardocapitalista, industriosa, que inmoviliza al hombre en una centralidad
sistémica de propiedad, producción y consumo.
Los
individuos también se hacen dóciles y domesticados cuando cohabitan en una
sociedad degradada, donde la competencia hace impensable “la erotización de las
relaciones laborales”. No debe existir la razón revolucionaria, decíamos. Lo
revolucionario debe venir radicalmente emancipado de muerte, miedo y oscuridad,
ganado a la liberación de la miseria, la tristeza y la dominación. Esa es la
ruta del verdadero hombre nuevo. El individuo libre por ser creador, innovador,
bien comunicado. El estado como facilitador. La tecnología como instrumento
esencial, donde el capitalismo en términos de eros y ethos, amor y ética, abre
puertas a la oportunidad.
EL SER
Y LA NADA
Basado
en L’Étre et le Neant [ EL ser y la nada] de Sartre, Marcuse saludó las
movilizaciones como expresión de resistencia, al estado superior y a la gris
cotidianeidad del trabajo y el consumo, indagando una nueva forma de vida.
Parafraseando a Sartre y Marcuse, la dimensión estética de la verdadera
consideración de la naturaleza del hombre es negarse a ser instrumento de la
nada.
El
fracaso representado de lo vivido en Venezuela es vivir en la nada, en la
anomia. La praxis, la realidad sigue a la verdad. Y la verdad ha sido la
condena al miedo, la opacidad, la tacha y la nada, a la que se ha sido sometido
el pueblo venezolano.
La
emancipación del pensamiento a través de lo humano y lo social, demanda la
impostergable superación del estado catastrófico, opresor y ausente, mediante
la revolución racional de la innovación. Es el alumbramiento de la nueva clase
obrera tecnológica. Y a partir de tal comprensión de la emancipación crítica
del pensamiento, seremos libres…
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
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